Nunca he acabado de creer la
jubilación anticipada de Steven Soderbergh, por mucho que el director norteamericano
se haya encargado de confirmar una y otra vez su retirada del mundo del cine.
Desde 2011 en que surgieron las primeras noticias de su marcha, el realizador
de “Traffic” ha encadenado un producto tras otro, alternando géneros y encargos
de la industria con proyectos más personales. Ahora Soderbergh vuelve a asegurar
que lo deja y que “Efectos secundarios” será su última película, aunque yo me
reafirmo en pensar que la sutileza y el mimo con que Soderbergh maneja este título
lleno de juguetones giros argumentales no son propias de alguien hastiado y fatigado
de ocupar la silla de director.
“Efectos secundarios” se fija en
los antidepresivos, los ansiolíticos y las depresiones en la gran ciudad. La
necesidad de terapia como solución a los males y traumas heredados. En su
arranque podría ser la película de cabecera de todo visitador médico, con sus
anuncios de pastillas, sus acuerdos entre farmacéuticas y profesionales para
potenciar medicamentos (algo a lo que ya se acercase Soderbergh en la
reivindicable “Contagio”) y la confianza ciega del paciente en los fármacos. En
definitiva, el drama de una joven sumida en problemas psicológicos que coquetea
con el suicidio como escape a su abatimiento personal. Pero Soderbergh no está
conformando precisamente un drama sobre la psique y las soluciones que la
sociedad actual ofrece sino que, frívolamente, está armando con suma
inteligencia una revoltosa cinta de suspense más próxima al thriller de
constantes hitchcockianas cuyos sorpresivos y repetidos desvíos de su trama
original mantienen en vilo al espectador mientras su guión coquetea con los
falsos culpables y las intrigas paranoicas. En esa misión, las
interpretaciones de su cuarteto protagonista; Jude Law, Rooney Mara, Catherine
Z.Jones y Channing Tatum colaboran a sembrar el desconcierto y la duda en el
espectador sobre lo que está presenciando, ajustándose a unos personajes que
son presentados con multitud de interrogantes tras ellos.
Si estaban convencidos de estar
ante un film de denuncia social farmaceutica, Soderbergh se la ha jugado. El director
pone el piloto en modo “Erin Brockovich” para acabar transformandose en un
sucedaneo de Brian De Palma dejando de la lado las posibilidades sociales del
relato y optando por un divertimento inteligente y revoltoso. Porque puestos a
jubilarse, ¿Qué mejor que hacerlo con un entretenimiento como "Efectos
secundarios”?
http://www.youtube.com/watch?v=c67aXlNymzk
EL SEPTIMO CIELO
thanks