7 de octubre de 2013


Aunque en sus diferentes acepciones en la Real Academia Española de la lengua puede ser desde un “mojón” hasta un clavo pequeño sin cabeza pasando por una persona cansina e insistente, la acepción que buscamos de la palabra “HITO” es la que reza “Persona, cosa o hecho clave y fundamental dentro de un ámbito o contexto”. Aquello cuya singular relevancia viene dada por su capacidad para provocar novedad, para asombrar, para establecerse como acontecimiento cumbre de la materia en cuestión.

Cuando unas gotas de sangre furtivas salpicaban la lente de la cámara en la excepcional distopía de “Hijos de los hombres”, el mexicano Alfonso Cuaron ya estaba dejando evidencia de su intención por traspasar la pantalla, por convertir el visionado de una película en algo más sensorial. Sus elegantes desplazamientos de cámara, travellings imposibles en primera persona subidos a hombros de un desorientado Clive Owen  confirmaban a Cuaron como un virtuoso de la narrativa visual y un alma inquieta de lo hiperrealista. La vuelta de las 3D al mercado cinematográfico puso en bandeja a Cuaron la oportunidad definitiva de saltar la pantalla y él ha aprovechado tal ocasión logrando con “Gravity” ese HITO que las nuevas posibilidades del cine demandaban desde hacía tiempo.

Gravity” es, precisamente eso, un paso adelante para el séptimo arte, cuyos avances desde que los Lumiere grabasen a unos trabajadores saliendo de una fábrica siempre han ido de la mano de la evolución técnica y los cuales, para adquirir la relevancia fundamental en la historia de este arte, han necesitado del beneplácito de la audiencia en forma de impacto y sorpresa durante el visionado para confirmar el grado de revolución cinematográfica.

La película de Cuaron supone pues, una experiencia cinematográfica sin igual, por supuesto en su formato tridimensional para el que está concebida, justificado casi por primera vez y lejos de ser el simple y barato reclamo de películas recargadas y artificiosas. La excusa, la de subir al espacio cósmico, tan adorada y renovadora para el cine desde “2001, una odisea en el espacio” hasta “Alien, el octavo pasajero”, es suficiente para acercarse a ella y lo más parecido de lo que estaremos nunca de un viaje al espacio.

Del mismo modo en que las cintas de Kubrick y Scott presentaban la soledad y la indefensión del individuo frente a lo infinito, Cuaron pretende potenciar el vacío existencial del ser humano a través del drama espacial y el survival galáctico, para lo cual nos convierte en un astronauta más, escafandra incluida, y nos señala como el tercer astronauta en cuestión que acompañará en ese viaje personal y orbital a los buenos de Sandra Bullock y George Clooney.

Perdidos en medio de la nada, amenazados por gigantescos pedazos de basura espacial y perturbados por el silencio abrumador del universo, “Gravity” es siempre un ejercicio de minimalismo narrativo. Una obra contemplativa cuyo guión (escrito por Jonás Cuarón, hijo del director) se limita a mover de A a B a sus protagonistas ingrávidos. Ingravidez que es presentada en un asombroso plano secuencia inicial de 15 minutos con el que adquirimos consciencia de la sensación de no pisar tierra firme y que dará paso al posterior episodio protagonizado por una Bullock correcta en su drama interior (el pasado que atormenta a su personaje es posiblemente lo más convencional de la película) y en su lucha exterior.


Preciosos momentos como ese en que Ryan Stone (Sandra Bullock) adquiere posición fetal o ese en que una lágrima atraviesa la pantalla hasta casi tocar al espectador, elevan a “Gravity” a la categoría de experiencia única, milagrosa y fascinante jamás vista en una sala de cine, a la vez que otorgan a Alfonso Cuarón la condición de descubridor y/o inventor de una nueva manera de mirar .y afrontar el séptimo arte.

Puede que “Gravity” no sea la mejor película de la década, ni siquiera la mejor película del año, pero si es algo que nunca has visto en una pantalla grande. Lo dicho, una “Persona, cosa o hecho clave y fundamental dentro de un ámbito o contexto”. Un verdadero hito.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

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