Ya desde el poster promocional de
esta tercera visión de Christopher Nolan sobre el héroe murciélago de DC
Comics, se atisba un Batman contraído de culpa, de espaldas a una realidad
social revuelta y nerviosa, lastrado por los recuerdos y devorado por el miedo.
Si en “El Caballero Oscuro”,
Batman asumía unas consecuencias que no le correspondían, en “La leyenda renace”, Bruce Wayne debe hacer un alarde de superación y sobreponerse a su letargo, algo que
ofrece a Nolan posibilidades infinitas para ofrecer un nuevo recorrido por los
atormentados sentimientos de la persona tras la máscara, terreno éste, el de
las sombras y no las luces del ser humano, preferido por el director
norteamericano y completamente presente durante toda su revisión del superhéroe
nocturno.
Dejando a un lado la amenaza caótica,
demencial y desenfrenada con ecos de 11-S, que ofreció el Joker en la anterior
entrega, “La leyenda renace” muestra, además, al antagonista de turno, Bane, (un
Tom Hardy con distorsionador de voz incluido) desde la más temprana imagen de
su película, descubriendo sus cartas y aportando, para la ocasión, un villano menos
visceral pero más torturado que se erigirá como líder espontáneo de unos ciudadanos
de Gotham City desencantados por la desconfianza hacía los principales poderes
(Gordon, Dent, etc). De nuevo, se reproducen las consecuencias derivadas del cierre argumental del título
anterior y se hace un guiño más que evidente al malestar generalizado del
indignado actual con ciertas lecturas reaccionarias.
Sobre ambas premisas crece este “Batman”,
tan grandilocuentemente estructurado, estruendoso y solemne como sus predecesoras.
Lleno de entramados insurgentes (la explosión de Gotham, el golpe a la Bolsa), y
con similar carga de personajes a sus dos entregas anteriores. “El caballero
oscuro: la leyenda renace” brinda la resurrección de Selina Kyle (Anne
Hattaway), la Catwoman al margen de todo y de todos que campa a sus anchas por
la película con aires de independencia y una pizca de superioridad, algo que
también intenta sin éxito el personaje de Marion Cotillard y con mayor fortuna el
de Joseph Gordon Levitt. Existe pues, descompensación entre tramas y personajes,
algo que lastra las ampulosas intenciones de Nolan que en sus más de dos horas
y medía de metraje debió haber equilibrado las altas pretensiones marca de la
casa y que en “Batman Begins” y “El caballero oscuro” fueron admiradas por fans
de todo el mundo.
En ese defecto de grandeza
encontramos una mayor ligereza del producto, y con él, un entretenimiento menos
afectado y pseudointeligente de lo habitual. Seremos capaces de vislumbrar algo
más en sus orquestadas secuencias de acción y descubrir nuestra admiración al
contemplar un campo de fútbol americano hecho trizas. Incluso de prestar atención
a su flashback sobre el miedo y el progreso y de acompañar a Gordon Levitt y su
enorme grado de fraternidad infantil.
Nolan ha cerrado su mirada al héroe dando un giro de 180 grados al blockbuster, acercándolo hacía un género en el que predomina el realismo y reinan los protagonistas torturados, transformandose al
tiempo en un nuevo tipo de narrador del siglo XXI, alguien capaz de decirnos
que en la suntuosidad y en el sacrificio está la nueva evasión cinematográfica.
Lo dejas o lo tomas.
Lo intenté dos veces con 'El Caballero Oscuro' y me dormí. Debía de estar cansado. Un aviso: no soy un loco de los comics ni de sus adaptaciones cinematográficas. Pero lo reconozco, con 'La Leyenda Renace' me lo he pasado fenomenal a pesar, o gracias a, de su larga duración. Espectacular, entretenida, con diálogos chispeantes dignos del mejor cine negro y un Batman más admirable por cuanto más vulnerable parece. Christopher Nolan ha hecho una adaptación memorable. Un saludo!!!