El logo setentero de la Warner que diseñase Saul Bass es lo primero que luce en “Argo”. Declaración de intenciones. Acto seguido, vemos una bandera americana arder. Tranquilos, Ben Affleck lo arreglará ondeándola como merece en su debido momento. Es “Argo” una oda a la heroicidad americana tan del gusto del espectador yankee, la cual, rizando el rizo, es además un elogio de la industria hollywoodiense, del cine y la ciencia-ficción como salvoconducto.
Aunque lejos de perderse en loas patrióticas, la tercera película de Ben Affleck
como director, opta por el thriller vibrante de suspense contenido, por el
entretenimiento puro que aparca a un lado su premisa política y sustituye rigor
por pasatiempo cinéfilo.
Como “Munich”, “Argo” parte de un
hecho real acontecido en los años 70, en concreto, en 1979, cuando la embajada
de los Estados Unidos en Teherán fue ocupada por un grupo de iraníes, y 6
diplomáticos quedaron atrapados en mitad del conflicto, teniendo la CIA que
intervenir introduciéndose en territorio enemigo con la excusa de la búsqueda
de exteriores para una película hollywoodiense de ciencia-ficción titulada
“Argo”.
Affleck se mueve sin
histrionismos y con pulso firme, tanto detrás como delante de las cámaras. Como
demostrase en la estupenda “Adiós, pequeña adiós” y la efectiva “The Town”, el
actor/director maneja con soltura los tiempos entre el thriller y el drama y en
esta ocasión se permite insertar dosis de comedia con la presencia de un
productor (Alan Arkin) y el diseñador de maquillaje (John Chambers, ganador del
Oscar por “El Planeta de los simios” e interpretado con socarronería por John
Goodman) aliviando así la tensión generada por la parte centrada en el país
persa. Es su casting otro de los grandes aciertos de la cinta, con Bryan
Cranston, Kyle Chandler o el conjunto de los diplomáticos retenidos aportando oficio al producto.
Como buen ejemplo de película
perfectamente diseñada, creciente, intensa, Affleck logra llegar a su clímax
final con todas sus cartas por jugar, brindándonos una media hora final cargada
de suspense, dotada de una excelente tensión que el otrora actor de “Armaggedon”
resuelve con un montaje brioso y una inteligente planificación para completar
así un título notable que significa un nuevo paso adelante en la filmografía de
un actor por el que pocos hubiesen apostado en su salto a la realización y que
se encarga de disipar definitivamente cualquier duda que todavía pudiese
existir sobre la capacidad de Affleck para ocupar la silla de director.
0 comentarios