El tono flemático del británico Mendes
convierte a “Skyfall” en un título que con la salvedad de su enérgico prólogo,
rompe con sus dos títulos anteriores con los que apenas comparte el
protagonismo de unos agentes, que o bien están al borde de la prejubilación o
coquetean con muerte, para componer una entrega donde surge una inesperada coprotagonista
“M” (Judi Dench), objeto/sujeto del drama cuasi maternofilial con James Bond y
de la ira del villano de turno, con mayor calado en esta ocasión que cualquier
Moneypenny, chica Bond o gadget que se tercie.
En esa intención por hacer de “Skyfall”
un título bond menos explosivo y más ceremonioso, Mendes dilata en exceso el metraje y encuentra un lastre en
el guión a ocho manos de John Logan, Patrick Marber, Neal Purvis, Robert Wade,
repleto de altibajos, con escaso sentido del humor y poca cancha para elementos
habituales de la saga como la chica bond (Berenice Marlohe) o el carrusel de locos
gadgets de espionaje. Tanto que la película necesitará recurrir a la sintonía inicial
de John Barry mientras Bond conduce su clásico Aston Martin hacía su refugio de
la infancia para recordarnos que los ingredientes legendarios de la saga no han
sido eliminados sin discreción alguna.
“Skyfall” recompone el universo
Bond y por enésima vez lo modela a lo que el nuevo blockbuster demanda, hasta
el punto de añadir nuevos actores a los personajes populares para asegurarse
que este reinicio no quede en vano. Con o sin Mendes repitiendo en la silla de
director.
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