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Tras la actualización del agente
secreto más famoso del cine y la literatura llevado a cabo en la bournizada “
Casino
Royale” (2006, Martin Campbell) y la acción desmedida de “
Quantum of Solace” (2008, Marc
Foster), el director Sam Mendes (responsable de las estupendas American Beauty
o Revolutionary Road) es ahora el responsable de haber dotado a 007 de un toque
crepuscular y algo angustiado que reclaman los tiempos en que nos encontramos. Los héroes de nuestra era tienen remordimientos y
el sistema en que actúan se resquebraja a pasos agigantados. Queramos o no,
Nolan ha marcado tendencia y en este Bond, desde su bien temprano comienzo con
la reclusión personal de Bond, hasta su villano en el que Javier Bardem compone
una perfecta mezcla de El Joker+Hannibal Lecter+ Reinaldo Arenas+Jaw ( el
asesino Bond de los dientes de acero), pasando por el derrumbamiento de los
cimientos del servicio de inteligencia MI6, contienen esa sensación de
fragilidad, volatilidad y decepción generalizada que impactan contra la
habitual levedad de una saga que siempre se caracterizó por el entretenimiento
despreocupado y festivo.
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El tono flemático del británico Mendes
convierte a “
Skyfall” en un título que con la salvedad de su enérgico prólogo,
rompe con sus dos títulos anteriores con los que apenas comparte el
protagonismo de unos agentes, que o bien están al borde de la prejubilación o
coquetean con muerte, para componer una entrega donde surge una inesperada coprotagonista
“M” (Judi Dench), objeto/sujeto del drama cuasi maternofilial con James Bond y
de la ira del villano de turno, con mayor calado en esta ocasión que cualquier
Moneypenny, chica Bond o gadget que se tercie.
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En esa intención por hacer de “
Skyfall”
un título bond menos explosivo y más ceremonioso, Mendes dilata en exceso el metraje y encuentra un lastre en
el guión a ocho manos de John Logan, Patrick Marber, Neal Purvis, Robert Wade,
repleto de altibajos, con escaso sentido del humor y poca cancha para elementos
habituales de la saga como la chica bond (Berenice Marlohe) o el carrusel de locos
gadgets de espionaje. Tanto que la película necesitará recurrir a la sintonía inicial
de John Barry mientras Bond conduce su clásico Aston Martin hacía su refugio de
la infancia para recordarnos que los ingredientes legendarios de la saga no han
sido eliminados sin discreción alguna.
“Skyfall” recompone el universo
Bond y por enésima vez lo modela a lo que el nuevo blockbuster demanda, hasta
el punto de añadir nuevos actores a los personajes populares para asegurarse
que este reinicio no quede en vano. Con o sin Mendes repitiendo en la silla de
director.
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