“Nosotros creamos nuestros propios demonios”. Alguien en algún momento pronunció esta cita célebre. No esperemos conocer más detalles sobre ella, Tony Stark la hace suya pero confiesa ni saber quien es el autor. Así, con la voz en off de un Stark no demasiado documentado, comienza “Iron Man Three” para, acto seguido, dar pie a un rompepistas noventero de Eiffel 65 y a un flashback ambientado en época navideña. Apenas han bastado un par de minutos para comprobar que Shane Black va a hacer de las suyas aún estando al frente de una superproducción de gran estudio, por si quedaba alguna duda de si el guionista de “El último boy scout” o director de “Kiss Kiss Bang Bang” podía ceder su particular estilo frente a las imposiciones de una major como Paramount Pictures.
Por suerte Marvel Studios también
está detrás, viene de hacer una película 100% disfrutable como “Los Vengadores”
y el superhéroe en cuestión no es otro que “Iron Man” el más chulapo e
insolente de los superhombres marvelitas lo que pone en bandeja a Shane Black
un producto idóneo para dar rienda suelta a sus constantes cinematográficas y
por ende, una oportunidad de oro para que Stark (Downey Jr. en su salsa más
absoluta) sea todavía más cínico, pronuncie frases más aplastantes y
protagonice metamomentos para la historia del blockbuster.
Este cierre de trilogía, con
carácter conclusivo continúa en la senda de las dos entregas anteriores
mezclando elevadas dosis de humor con acción a raudales, si bien, el guión de
Black y Drew Pearce engarza con otros títulos del blockbuster reciente,
“Skyfall”, “El caballero oscuro, la leyenda renace” a la hora de presentar al
héroe en proceso de introspección y recomposición. Tony Stark (más Stark y
menos Iron Man que nunca) tiene ansiedad, pesadillas y una excesiva obsesión
por su trabajo, sin embargo no encontramos al hombre afectado de los citados
títulos anteriores y si a un tipo que tira de arrogancia y obstinación para
resolver sus posibles problemas. Solo así Stark hará una confesión muy sobrada
que ponga en riesgo su vida y la de Pepper
Pots (de nuevo encarnada por Gwyneth Paltrow, con mayores
dosis de protagonismo), buscará venganza por su amigo Happy (Jon Favreau,
director de las dos primeras entregas) y será capaz de reinventarse desde una
pequeña cabaña de un perdido pueblo norteamericano con la ayuda inesperada de
un niño. Romance, amistad, un resurgir nada místico (Black se ríe de los
retiros remotos de algún que otro superhéroe) y toques de buddy movie
improvisada plagada de diálogos referenciales (-“¿podemos hablar de “Los
Vengadores"?- No se, más tarde-.Chaval, no me agobies”) para componer una
película que se guarda para sí unos secundarios de lujo como Guy Pearce o
especialmente Ben Kingsley o en menor medida, Rebbeca Hall y unas
espectaculares escenas de acción perfectamente integradas (y rodadas) en el
desarrollo de la trama militar y tecnológica basada en el arco argumental de
los comics “Extremis”.
Si “Los Vengadores” supusieron un
entretenimiento de primer nivel, “Iron Man 3” convierte definitivamente a
Marvel en la gran conocedora de la esencia del blockbuster de nuevo cuño, la
cual acierta otorgando a Shane Black plenos poderes para hacer y
deshacer a su antojo el universo del multimillonario héroe, algo que sienta de
maravilla al carácter díscolo y travieso del bueno de Stark, el cual ahora no
solo explota su catálogo de chistes sino que también es capaz de lucir con
orgullo un reloj de Dora la exploradora o sintonizar el último capítulo de
Downton Abbey. Shane Black y Robert Downey Jr. lo han pasado en grande haciendo
esta tercera entrega de “Iron Man” y nosotros con ellos.
Sinceramente no me importan las críticas tan negativas que ha tenido esta entrega lo que sí puedo decir y no me dejaran mentir es que Tony Stark es y sigue siendo espectacular.