Vivimos en un periodo fértil para
el género de superhéroes. Marvel ha conseguido establecerse como enseña de este
cine gracias a las correrías de Tony Stark, a los martillazos nórdicos de Thor
y a su afortunada reunión de galácticos en “Los Vengadores”. Al tiempo,
Christopher Nolan ha instaurado un nuevo concepto de “super-blockbuster”
intentando profundizar en las dudas y temores emocionales del superhombre,
dotándolo de un envoltorio cargado de solemnidad y sacrificio en su trilogía
del caballero oscuro. Entre tanto, Peter Parker ha continuado su camino por
libre repitiendo las aventuras que Sam Raimi adaptase no hace tanto tiempo a la
gran pantalla.
En un mundo donde conviven
armoniosamente y con éxito esta amalgama de superhéroes, era cuanto menos
extraña la ausencia de aquel que lo empezó todo, “Superman”, cuya adaptación
dirigida por Richard Donner en 1978 sembró el estilo adquirido y establecido
como matriz fundamental en todo el posterior cine de superhombres.
Por tanto era cuestión de tiempo
que Warner Bros quisiese aprovechar el momento devolviendo a la gran pantalla
al personaje precursor del género acondicionándolo a las evoluciones logradas
por el blockbuster moderno en los últimos años.
La cuestión estaba en la decisión
de volver a ser reverencial/referencial con respecto a la saga primigenia, como
ya hiciese con no demasiada fortuna “Superman Returns” de Bryan Singer, o bien
tomar la forma de un reboot al uso mirándose en el espejo del otro triunfo de
la compañía, el Batman de Nolan, más cuando el director de “El truco final”
ejerce de productor/promotor de esta nueva versión.
Efectivamente, “El hombre de
acero” ha optado por esta segunda vertiente, si bien no solo ha adoptado el
tono menos luminoso y más ceremonioso de la trilogía
“nolaniana” haciendo de Superman/Clark Kent (bien Henry Cavill) un ser preocupado por sus responsabilidades e inseguro de sus miedos personales sino que también ha procurado ampliar la verosimilitud del relato preliminar del superhéroe definiendo con precisión las diferencias entre lo terrenal y lo alienígena, dualidad inherente al personaje que aquí son potenciadas de una manera especial.
“nolaniana” haciendo de Superman/Clark Kent (bien Henry Cavill) un ser preocupado por sus responsabilidades e inseguro de sus miedos personales sino que también ha procurado ampliar la verosimilitud del relato preliminar del superhéroe definiendo con precisión las diferencias entre lo terrenal y lo alienígena, dualidad inherente al personaje que aquí son potenciadas de una manera especial.
¿Ayudar a los humanos?
Este Superman del tandem Zack Snyder-Christopher Nolan no solo alberga las dudas sobre su condición que siempre existieron en el joven Clark sino que ahora también se cuestiona si el ser humano merece su confianza y su ayuda, motivado por los consejos de su padre adoptivo Jonathan Kent (Kevin Costner) y tanteando la fe como escape de sus desconfianzas. Estas dos características, en las que David.S.Goyer, su guionista, incide en reiteradas ocasiones con decisiones no precisamente inspiradas (el torpe desenlace de Jonathan Kent, la visita al cura) son dos de las grandes diferencias que introduce el nuevo hombre de acero y que son evidentemente discutibles si nos atenemos a una comparación con el clásico protagonizado por Christopher Reeve o a otras adaptaciones de la viñeta o a lo que nosotros como consumidores hayamos interiorizado como identidad del héroe de capa y mallas. Junto a ellas otras decisiones diferenciadoras más acertadas como la reescritura del personaje de Lois Lane (más allá de la nula química que tiene Amy Adams con el nuevo héroe, Henry Cavill) o la irrupción de Zod en la Tierra (un Michael Shannon desgañitado y violento).
Este Superman del tandem Zack Snyder-Christopher Nolan no solo alberga las dudas sobre su condición que siempre existieron en el joven Clark sino que ahora también se cuestiona si el ser humano merece su confianza y su ayuda, motivado por los consejos de su padre adoptivo Jonathan Kent (Kevin Costner) y tanteando la fe como escape de sus desconfianzas. Estas dos características, en las que David.S.Goyer, su guionista, incide en reiteradas ocasiones con decisiones no precisamente inspiradas (el torpe desenlace de Jonathan Kent, la visita al cura) son dos de las grandes diferencias que introduce el nuevo hombre de acero y que son evidentemente discutibles si nos atenemos a una comparación con el clásico protagonizado por Christopher Reeve o a otras adaptaciones de la viñeta o a lo que nosotros como consumidores hayamos interiorizado como identidad del héroe de capa y mallas. Junto a ellas otras decisiones diferenciadoras más acertadas como la reescritura del personaje de Lois Lane (más allá de la nula química que tiene Amy Adams con el nuevo héroe, Henry Cavill) o la irrupción de Zod en la Tierra (un Michael Shannon desgañitado y violento).
Más que posibles comparaciones
con otros acercamientos a su figura y entendiendo a “El hombre de acero” como
una versión remozada, rupturista en la medida de lo posible, a la que hay que
permitirle las licencias que cada revisión del superhéroe se toma (vamos a correr
un tupido velo por el capricho de que Perry White sea negro o Jimmy Olsen una
chica), el principal problema de Snyder y Nolan a la hora de adaptar a la obra
de Shuster y Siegel es el haber perdido la excelente oportunidad de dotar de
personalidad propia a este reinicio de Superman, personaje lleno de mitología
(como bien apuntaba David Carradine en “Kill Bill. Volumen 2”) que posibilitaba
haber compuesto una nueva vertiente dentro del género en el que Superman había
perdido el trono.
Porque, siendo concretos, (e influencia
evidente de fondo con de la trilogía del caballero oscuro) la presentación
visual de Krypton bebe en exceso de la creada por James Cameron para “Avatar”,
la indumentaria de los secuaces de Zod parece salida de los ingenieros de “Prometheus”,
las texturas de Smallville son deudoras de la sutileza plástica del Terence
Malik más reciente, y las secuencias de acción parecen salidas de cualquiera de
las entregas de “Transformers” de Michael Bay. Demasiadas referencias para un
director, Zack Snyder, que se presentó en sociedad como un realizador dotado
para generar universos suficientemente impactantes y novedosos (“300”, “Watchmen”).
Es esa carencia de singularidad
la que lastra a la película, la que estimula la comparación, la que impide la
sugestión de un espectador que siempre esperará que Superman sea el más listo,
guapo y fuerte de la clase.
Incapaz como es de destacar por
sus propios méritos, Snyder recurre finalmente al ruido estruendoso y al
artificio visual ininteligible, armas demasiado baratas del blockbuster actual,
para destacar por encima de otras de su especie convirtiendo definitivamente a “El
hombre de acero” es una interminable y tediosa espiral de muerte y destrucción
provocada por dos elefantes en una cacharrería coronada con un chiste demasiado
banal para ser verdad.
Y con todo es imposible no acabar
añorando a aquel personaje que necesitaba imperiosamente una cabina, que rescataba
gatitos, que usaba su dedo índice para ajustar sus gafas y que volaba para
nuestra fascinación.
No podía estar más de acuerdo. Cuando terminó, le pregunté a Snyder (o Zacky, como lo le llamo): "¿Por qué demonios has querido copiar a gente? Si lo tenías ahí, al alcance de la mano".
Un desperdicio sin alma y que, creo, se quedó corto en el gasto de producción y decidieron gastar todo lo que les sobraba destruyendo todos los edificios virtuales ya generados. Otra explicación no veo...
¡¡Gran crítica!! (y no porque yo coincida).
"Si la grandilocuencia y la pomposidad tuvieran masa, la Tierra se desviaría violentamente de su órbita cada vez que se proyecta esta mierda"...no lo digo yo...lo dice cinecutre:
http://www.cinecutre.com/movie-review/el-hombre-de-acero-2013/
Solo un par de momento de esta peli me hicieron sentir la magia de este personaje, pero en general peli mala de superman, con esta ya van 2