SUPERMAN 1978. LA PIONERA
You´ll believe man can fly.
“Superman” de 1978, no solo es la primera versión capaz de hacernos creer de la
existencia en carne y hueso del hombre de acero sino que también se convirtió
en una pionera del género de superhéroes tal y como lo conocemos. Su existencia
se la debemos a la
familia Salkind, Alexander e Ilya, que contra las intenciones
de Warner Bros. se empeñaron en elaborar una gran producción a la altura de
Superman sin escatimar gastos ni nombres en su reparto. En su empeño firmaron a
dos pesos pesados de Hollywood, Marlon Brando (rompiendo el mercado salarial de
la industria) y Gene Hackman, cuyos nombres aparecen en primer lugar en los créditos
ascendentes iniciales, y consiguieron a un director como Richard Donner, que
venía de triunfar con “La Profecía” y que encontraba con “Superman” la
oportunidad de coronarse con director dotado para grandes cometidos.
Aunque Robert Redford, Paul
Newman o incluso Clint Eastwood fueron opciones para encarnar a Superman,
Richard Donner y su intención de dotar de verosimilitud al proyecto hicieron
que el elegido fuese un actor semidesconocido que a la postre se convertiría en
una fabulosa elección de casting que se mimetizaría a la perfección con el
personaje a ojos del espectador. Christopher Reeve, luminoso, hercúleo,
seductor como Superman, torpe y encantador emulando a Cary Grant tras las gafas
de Clark Kent condensó en su figura todos los atributos del superhombre creado
por Siegel y Shuster y sobre sus hombros recayó todo el peso y el éxito de esta
película ejemplar, rodada conjuntamente con su segunda entrega y plagada de
excelentes elecciones de guión, por mucho que diferentes manos como las de Mario
Puzo, Tom Mankiewicz, Robert Benton y David y Leslie Newman escribieran y
reescribieran la traslación de los comics a la gran pantalla.
“Superman” son muchas películas
en una sola. Un híbrido en el que se reunían ciencia-ficción de bajo
presupuesto, serial radiofónico, screwball comedy, slapstick, cine teen, drama
fordiano (esos planos en la casa de los Kent) y por supuesto romance y acción.
Y en todas ellas secuencias imborrables para el recuerdo del espectador, desde
la primera aparición de Superman con el rescate del helicóptero hasta el
bucólico paseo aéreo de Superman y Lois Lane con las magistrales notas de John
Williams sonando de fondo.
La película está dedicada al
director de fotografía Geoffrey Unsworth, fallecido al termino del rodaje. Su
labor dotó de entidad y luz al superhéroe y como tal lo comprendimos para
siempre. Gracias a él, al diseño de producción de John Barry, la música de
Williams o el vestuario de Yvonne Blake, Superman siempre tendrá colores
llamativos, fanfarrias incansables, una Metrópolis resplandeciente y una luz
irrepetible.
SUPERMAN II (1980). LOS SALKIND MANDAN
Sabido es que Donner rodó “Superman” y “Superman II”
paralelamente. Incluso contaba con más cantidad de material rodado de la
segunda entrega que de la primera cuando los Salkind ordenaron a Donner
centrarse en acabar la primera y detener la parte restante del metraje de la secuela. Por una
parte era algo lógico. A ojos de los productores, sin todavía conocer el éxito
en taquilla de la primera parte era una tarea arriesgada seguir derrochando
presupuesto en la segunda y dilatando los plazos de rodaje de la primera. Solo Donner
parecía seguro del futuro triunfo, pero la última palabra fue de los Salkind.
Tanto es así que cuando “Superman” confirmó con su más de
300 millones de dólares de recaudación que era una de las películas más
taquilleras de la historia, los Salkind, hartos del perfeccionismo de Donner,
prescindieron de él para acabar de rodar el aproximadamente 30 % de metraje
restante.
Con la llegada de Richard Lester, el director de las
películas sesenteras de “Los Beatles” y amigo de los Salkind desde el rodaje de
“Los mosqueteros”, “Superman II” cambió de tono. De una entrega continuista con
la primera pasó a ser un film más enfocado a la comedia, con numerosos cambios
de guión que eliminaron partes ya rodadas por Donner (la razón de la liberación
de Zod y compañía de la
Zona Fantasma, el descubrimiento de la identidad de Superman
por parte de Lois) y rodaron en nuevos escenarios (la torre eiffel, las
cataratas del niágara).
A pesar de los problemas argumentales que pudo provocar
la ausencia de Donner (Hackman se negó a rodar si no estaba Donner) y su
posterior reescritura, “Superman II”
mantiene la dignidad de la franquicia que progresivamente fueron perdiendo las
siguientes entregas. Contiene la magnética presencia de Terence Stamp, la
coherencia con la primera entrega y un climax a la altura. Y aunque
Superman actuase inconscientemente dando todos sus poderes por el amor de Lois,
nada como volver para vengarte de ese chulo de bar que te increpó para que el
espectador entienda justificado el arranque de amorío del superhombre.
SUPERMAN III
(1983) LESTER EN SU SALSA
No hay más que ver sus minutos
iniciales, más propios de una película de Blake Edwards que de una cinta de
superhéroes para entender el poder absoluto de Richard Lester a los mandos. La
franquicia viró hacía la ligereza con esta tercera entrega en la que se
confirmaba la ruptura de muchos de los elementos de las dos primeras entregas
(Luthor, Lois, el Daily Planet), y pasaba a ser una película que otorgaba más
minutos en pantalla a Superman (volviamos a Smallville, encontrabamos a Lana
Lang) y a Richard Pryor, cómico de moda en la stand-up comedy de entonces en
los EEUU y que aquí se unía a un clan de villanos espantoso, liderado por
Robert Vaughn.
A pesar de cambiar claramente su
rumbo, “Superman III” no deja de ser un simpático producto sin pretensiones,
menos ambicioso y más cercano al film de bajo presupuesto en el que gozaremos
al ver a nuestro hombre de acero luchar contra si mismo, enderezar la torre de
Pisa o destrozar el mobiliario de un bar con cacahuetes. Superman encontraba su
lado oscuro por culpa de la kryptonita empobrecida, algo que a la postre, no
impediría derrotar al delirante y kitsch plan de construir una computadora
gigante capaz de convertir a uno en un robot por arte de magia.
SUPERMAN IV, EN
BUSCA DE LA PAZ (1987). HOMBRE DE ACERO VS HOMBRE NUCLEAR
Ya no están los Salkind, la
ochentera compañía Cannon Group ha comprado los derechos, Christopher Reeve
escribe el desarrollo de la historia, pide ser director de la segunda unidad y
se garantiza un futuro empeño, el de rodar “El reportero de la calle 42”. Como los productores de
origen húngaro ya no tienen nada que ver, Gene Hackman y Margot Kidder aceptan
volver al reparto. Parece que todo se ha vuelto a encauzar, pero no.
Y lo cierto es que “Superman IV”
empieza mostrandose como una película esmerada, aplicada, con Clark volviendo a
Smallville a vender la casa de los Kent, colaborando con los EEUU en la lucha
nuclear y con la redacción del Daily Planet volviendo a gozar de protagonismo
con la presencia de los nuevos dueños (Mariel Hemingway). Pero lo que parecía
un loable intento de continuar la saga se va directamente al garete cuando
Luthor y su querido sobrino (un joven Jon Cryer, el de “Dos hombres y medio”)
urden un plan del que nace el pero villano jamás creado, “El hombre nuclear”,
encarnado por un actor rubio oxigenado y tanorexico que lo mismo se enfrenta a
Superman en la muralla china que en mitad del espacio. Entre tanto hay unos
apuntes del envejecimiento de Superman que aparecen y desaparecen del metraje
dando mayores dosis incongruencia a la película y lo que parecía una entrega
más centrada y menos humorística, acaba siendo un caos de proporciones
espaciales. Y hablando del espacio, el hombre nuclear rapta y se lleva a Mariel
Hemingway más allá de la Tierra, desafiando todas las leyes universales que
impiden que el ser humano cabalgue a sus anchas por el espacio. Suerte que
Superman provoca un eclipse para acabar con semejante desaguisado.
0 comentarios