6 de mayo de 2014

Hace un tiempo veía en televisión uno de esos programas que captan la idílica y maravillosa vida de los españoles que inundan el planeta. Concretamente era un “Madrileños por el mundo” en el que preguntaban a una española residente en Nueva York que era lo que más echaba de menos de su tierra natal. Cualquiera hubiera dicho un filete de jamón, el abrazo de una madre, las risas de los amigos, las cenas hasta la medianoche, la Ñ de los teclados o incluso, las películas dobladas, pero no, ella dijo: “el Zara, porque es mucho más barato que el de Nueva York”.

En las antípodas de ese retrato televisivo un tanto sesgado y clasista del emigrante español en el siglo XXI se encuentra “La vida inesperada” donde sus protagonistas lidian con la duda diaria de si merece la pena perseguir el llamado sueño americano o si es preferible volver al hogar materno en Logroño.

De la pluma de Elvira Lindo, habitual residente en la Gran Manzana, nace esta afable y un tanto agridulce crónica de (mal)vivir en el extranjero que devuelve al cine español a las calles de Manhattan como ya hiciera Fernando Colomo en 1983 con “La línea del cielo”. La autora de Manolito Gafotas conoce pues, de primera mano, la parte de Nueva York que se aleja de rascacielos, de los neones de Times Square o de las tiendas de lujo de la quinta avenida y sobre pequeños apartamentos sin ascensor y pluriempleos que no dan ni para el alquiler estructura su retrato agridulce de personajes, con un Javier Cámara que persigue su sueño teatral, una Carmen Ruiz que le acompaña en su cometido y un Raúl Arévalo que huye de sus responsabilidades adultas. Seres que andan más cerca del miserable hombrecillo que encarnó Jack Lemmon en "El Apartamento" que de muchos de los protagonistas de "Españoles por el mundo".

Es la irrupción del "Primo" Raúl Arévalo en Nueva York la que desencadena el desfilar de culpas y pasos adelante con guiños a Woody Allen o Miguel Mihura que contiene "La vida inesperada". Ese españolito supuestamente estable, formal y talentoso que destapa el tarro de los dilemas, los temores y la madurez, y que encuentra bajo el techo americano de su primo una valvula de escape a su toma de decisiones que no siempre tienen porqué coincidir con aquellas que en un primer momento decidimos. Mientras Lindo parece disfrutar narrando el pleno proceso de asumir realidades y aceptar cambios de sus diferentes personajes y Lucio Godoy y Federico Jusid se lucen con una preciosa partitura con la que George Gershwin estaría orgulloso, Jorge Torregrosa (infinitamente más apto aquí que en la inconsistente "Fin") parece entusiasmado con la posibilidad de rodar en las calles de Nueva York hasta el punto de permitirse un osado homenaje al puente de Queensboro filmado por Woody Allen en "Manhattan". En la emoción de todos los miembros del equipo por esta historia neoyorkina están las dosis de sentimientos y ternura que, por momentos, desprende "La vida inesperada".
Eficaz en el drama, es, sin embargo en su comedia donde este paseo americano pisa en falso. Ni las forzadas conversaciones materno-filiales por Skype ni las interacciones con los personajes norteamericanos (Tammy Blanchard, Sarah Sokolovic) funcionan. Más bien parecen interrupir la fluidez y ligereza que la narración llega a tener.

En ello influye la torpisima decisión de doblar al castellano todos aquellos momentos en que Cámara y compañia se relacionan (en inglés) con los neoyorkinos, algo capaz de sacar al espectador de la película y estropear el buen hacer de todo su plantel interpretativo. Visto así, casi es fácil comprender que alguie pueda echar mucho más de menos los competitivos precios españoles de Zara que los doblaje de películas al castellano.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

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