Dejemos claros varios puntos por
si los diferentes trailers y sinopsis hayan podido hacer creer lo contrario.
Aunque su protagonista sea Saoirse Ronan, “Byzantium” no es “The Host”, para
nada un intento de crear otra saga por y para adolescentes derivada de la mente
de Stephanie Meyer. Por supuesto, tampoco guarda relación alguna con la saga “Crepúsculo”
por mucho que comparta el vampirismo como base argumental de su historia.
Para entender correctamente lo que supone “Byzantium”
es recomendable fijarnos en el hombre que está tras ella, el irlandés Neil
Jordan, director de “Juego de lágrimas” o “Desayuno en Plutón” pero para lo que
nos interesa, director también de “En compañía de lobos” o “Entrevista con el
vampiro”, es decir, un realizador que ya se ha valido de personajes de fábula y
universos fantásticos para crear historias donde el lirismo y las atmósferas
sombrías daban la mano a las incertidumbres emocionales de sus (habitualmente adolescentes)
protagonistas.
De este modo, cuando uno asiste a
la proyección de “Byzantium”, será más fácil interpretar la desazón existencial
de Saoirse Ronan, la cual encerrada en un cuerpo de 16 años se plantea si
lidiar con la verdad, adaptarse definitivamente a la vida social contemporánea y
superar de una vez por todas su sed de sangre fresca, sin esperar que sus
comportamientos nazcan de los típicos caprichos colegiales de elegir entre un
hombre lobo hipermúsculado o un vampiro caballeroso y mojigato. Porque
efectivamente, aunque “Byzantium” altera ciertos elementos inherentes al género
vampírico (pasear a la luz del día) como hiciese la saga de los Swan-Cullen, sus
intenciones son bien diferentes estando más cercana a títulos como la sueca “Déjame
Entrar” a la hora de situarse del lado aciago en lo que conlleva ser vampiro. O
vampira, que es peor, ya que la cinta de Jordan persigue una carga añadida para
sus protagonistas, vampiras en una raza de chupasangres masculinos, y mujeres
solitarias buscando un lugar en un mundo con todavía muchas desigualdades por
resolver.
Quizá es por eso que Jordan
otorgue la profesión más antigua del mundo a su protectora madre protagonista
(encarnada con sugerente sensualidad por la británica Gemma Arteton), con la
cual pretende mantener a salvo a su joven y confundida hija de la marginalidad
a la que les aboca su doble condición.
Película, por tanto, eminentemente
femenina, llena de sutilezas y temores afectivos que inevitablemente desembocan
en una violencia desatada de la que sus dos mujeres protagonistas no pueden escapar.
Eso hace de “Byzantium” una película inquietante y algo difusa (de nuevo los
dichosos flashbacks) pero, sin duda, de una belleza visual incontestable y cargada
de sensibilidad poética, denominador común del cine de Neil Jordan cuando el
realizador irlandés toma prestado a personajes de las mejores fábulas.
Quiero verla!!!