Cuando todavía resonaban las críticas poco benévolas recibidas por REC 4 de Jaume Balaguero, cinta que inauguraba la 47 edición del festival por excelencia de cine fantástico, llegábamos a Sitges para comprobar por primera vez y de primera mano la buena fama asociada a un festival en el que el cine es entendido como un divertimento sin límites ni reglas y en el que los aplausos y ovaciones son marca de la casa. También, uno de los más y mejores elaborados escaparates de cine de género, donde caben producciones de muy diversos orígenes, presupuestos e intenciones.
Una vez ubicados, orientados y acreditados, descubrimos el centro de operaciones del festival, el Hotel Meliá Sitges, algo alejado del pueblo y alrededor del cual se concentra toda la actividad del evento. Allí se encuentra el Auditori, sala principal de proyecciones a la que acudiremos una y otra vez durante la semana.
Una vez ubicados, orientados y acreditados, descubrimos el centro de operaciones del festival, el Hotel Meliá Sitges, algo alejado del pueblo y alrededor del cual se concentra toda la actividad del evento. Allí se encuentra el Auditori, sala principal de proyecciones a la que acudiremos una y otra vez durante la semana.
Día 1: Nazis y castores, pero zombies.
En la jornada inaugural las frías reseñas de REC 4, saga ampliamente ligada al festival y que copaba los carteles publicitarios de mayor tamaño y una exposición dedicada a todas sus entregas, contrastaban con las buenas recepciones de títulos como "The Babadook" (Jennifer Kent, Australia) a la postre ganadora del premio a Mejor Actriz para Essie Davis (compartido con Julianne Moore), la belga "Cub" por la que Jonas Govaerts ganaría el premio a Mejor Dirección o la muy comentada "Under The skin" (Jonathan Glazer, Reino Unido) protagonizada por Scarlett Johannson, la cual, a diferencia de las anteriores, no participaba en la sección oficial.
Nuestra primera película fue la idónea para comprobar el comportamiento entregado y lleno de sentido del humor del público de Sitges, "Dead Snow 2" (Tommy Wirkola, Noruega,Islandia), divertidísima secuela de la cinta que devolvía la vida en forma de zombies a una peligrosa legión de soldados nazis y que en esta ocasión apuesta de lleno por el humor, mejorando a su predecesora, dirigida también por Wirkola. Con un prólogo brillantísimo, cargado de humor negro, en el que se introducen flashbacks de la primera entrega para los no iniciados en la saga, "Dead Snow 2" tiene buen ritmo, grandes ideas (ese brazo intercambiado, ésa resurrección de soldados rusos), mismo protagonista pero con mayor carácter y una colección de gags (el boca a boca zombie, el minusválido continuamente machacado) que funcionaron completamente entre la audiencia.
La presencia de Martín Starr, secundario habitual en comedias norteamericanas como "Adventureland", "Supersalidos" o "Lío embarazoso", los guiños a Star Wars o las excelentes maneras de realización adquiridas por Tommy Wirkola en su salto a Hollywood ("Hansel y Gretel, cazadores de brujas") y plasmadas en cada plano de "Dead Snow 2" confirman la vocación internacional de una película que con su tremendo epílogo a ritmo de Bonnie Tyler logró sacar una buena ovación del Auditori.
De zombis nazis pasábamos a zombies castores con "Zombeavers" (Jordán Rubin, EEUU) lo cual prometía continuar con la mandíbula preparada para la carcajada. Pero esta vez la mandíbula no tuvo tanta actividad. La cinta, premeditadamente torpe y por momentos,paródica, arranca con el inevitable residuo tóxico vertido sobre una laguna y que convierte a los castores del lugar en unos seres peligrosos y mortíferos. Por supuesto, hay una cabaña en el bosque, un grupo de jóvenes atractivas propensas a quitarse ropa, y muchas situaciones bobas para incitar muertes delirantes. Hubo risas, si, pero pocas en comparación con el título anterior, y la mayoría de veces provocadas por la cutrez de los castores zombies, marionetas peludas de ojos brillantes que parecían movidas por el peor de los marionetistas y capaces hasta de talar árboles. Divertida solo a ratos, bastante estúpida y con un clon de Paquirrín pero con pelo entre su casting. Tendrá distribución en España gracias a A contracorriente films.
Dejamos las risas que nos ofrecían los zombies de diversas índoles para enfrentarnos a un western futurista con un diseño de producción alucinante, "Young Ones" (Jake Paltrow, EEUU), ganadora del premio a Mejor Guión.
Estructurada en tres capítulos, todos protagonizados por sus personajes masculinos, entre los cuales existen lazos familiares e intereses por el bien más preciado y escaso de una sociedad apocalíptica, el agua. El siempre abrumador Michael Shannon es el nexo de unión entre todos los personajes, componiendo un padre de familia alcoholizado, abnegado y luchador, con gran carácter y heridas del pasado. La muerte del burro de carga que acompaña a él y a su hijo por los áridos desiertos les lleva a pujar en una subasta por un robot de carga que también pretendía un joven ambicioso encarnado por Nicolas Hoult, villano de la función que tendrá en el hijo de Shannon, protagonizado por otro crecidito actor infantil, Kodi Smith Mcphee, un inesperado obstáculo. La esperanza de futuro de una familia a través de dos jóvenes de intenciones completamente opuestas.
La ambientación seca y el halo trágico y triste que sobrevuela la cinta así como la banda sonora de Nathan Johnson es lo mejor de una película de desarrollo algo lento y pausado que sin embargo nos obliga a apuntar el nombre de Jake Paltrow (hermano de Gwyneth) como director de muy prometedoras maneras. Llamativos son también sus créditos finales, con los actores protagonistas posando sobre unas cortinas de tonos tan ocres como ocre es toda "Young Ones".
Para finalizar la primera jornada vemos subir al escenario del Auditori a Alex de la Iglesia, junto a buena parte del equipo de "Musarañas" (Juanfer Andrés,Esteban Roel, España) que el director vasco produce. Una historia de terror gótico ambientada en la postguerra española y que tiene en Macarena Gómez su gran baza, ofreciéndole un papel de mujer de marcada por unas fuertes convicciones religiosas y una educación severa impartida por su padre viudo (Luis Tosar), que sufre de agorafobia y que vive casi exclusivamente para cuidar a su hermana pequeña (Nadia de Santiago). Gómez recoge el guante de un personaje que supone una golosina para cualquier actriz y aprovechando su físico consigue sacar un excelente partido al rol, algo de lo que se beneficia una película que hace aguas en su guión y en interpretaciones secundarias que desnivelan el conjunto (Hugo Silva y Carolina Bang, por favor). Sólo cuando "Musarañas" se desata desde el suspense contenido hacía el atrevimiento sangriento y violento, gana puntos como buen ejemplo de terror patrio.
Día 2: Invitados seductores.
Comenzamos el segundo día en Sitges con la nueva película de Adam Wingard, que con "You're next" se confirmó como un directo adorado por Sitges. En esta ocasión presenta una película, "The Guest" (Adam Wingard, EEUU) que garantiza el divertimento absoluto del público, llena de referencias y con un personaje protagonista, Dan Stevens, absolutamente seductor y arrebatador.
Rubio, musculado de sonrisa irresistible, David (Dan Stevens) es un soldado recién llegado de Afganistán que aparece en casa de la familia de otro soldado, el fallecido Caleb, para así cumplir el último deseo de este. Lejos de limitarse a dar el pésame, David se instala en la casa de los Peterson para cambiar la vida de todos y cada uno de sus miembros.
Juguetona, violenta y chulesca, muy chulesca, "The Guest" escarba con cada relación del soldado parásito con la citada familia, diferentes escenarios de actuación, que van desde el cine universitario puramente ochentero, con el acoso al chaval débil, hasta el drama parental tras la pérdida de un hijo, pasando por el período rebelde adolescente, o incluso el trauma derivado de las secuelas de un conflicto bélico. Situaciones variadas que “The Guest” resuelve a lo bestia, tirando de acción y humor, acompañada por una banda sonora electrónica a lo "Drive" que aumenta sus dosis de fanfarronería. En su tramo final, con el público ya metido en el bolsillo, "The Guest" muta hacía Terminator, se marca un guiño a Fringe y enmarca su climax en una fiesta de instituto vestida de gala para la ocasión. Una pena que se fuese de vacío en el palmarés de la edición.
Juguetona, violenta y chulesca, muy chulesca, "The Guest" escarba con cada relación del soldado parásito con la citada familia, diferentes escenarios de actuación, que van desde el cine universitario puramente ochentero, con el acoso al chaval débil, hasta el drama parental tras la pérdida de un hijo, pasando por el período rebelde adolescente, o incluso el trauma derivado de las secuelas de un conflicto bélico. Situaciones variadas que “The Guest” resuelve a lo bestia, tirando de acción y humor, acompañada por una banda sonora electrónica a lo "Drive" que aumenta sus dosis de fanfarronería. En su tramo final, con el público ya metido en el bolsillo, "The Guest" muta hacía Terminator, se marca un guiño a Fringe y enmarca su climax en una fiesta de instituto vestida de gala para la ocasión. Una pena que se fuese de vacío en el palmarés de la edición.
Apenas terminada "The Guest" empezaba en el Auditori la que probablemente sea la peor película de todas cuantas hemos visto en Sitges, "The Midnight After" (Fruit Chan, Hong Kong), un remedo innecesariamente cómico de "Lost" que mezcla sin orden ni concierto, virus, desastres nucleares, fantasmas y cualquier cosa que se le pasase al bueno de Fruit Chan por la cabeza en aquel momento. Todo para contar en 2 larguísimas horas la historia de un minibús con una veintena de pasajeros que tras atravesar un túnel descubren que el resto de habitantes de la ciudad de Tai Po ha desaparecido. Películas como esta, te rompen el buen ritmo de cine pillado durante las proyecciones.
Por suerte nos quitamos el mal sabor de boca de la película hongkonesa con la que nos pareció la mejor obra presentada a competición y posterior ganadora del Premio a Mejor Película de esta edición de Sitges, "Orígenes" (Mike Cahill, EEUU), una historia sensible y emocionante, como ya lo era la anterior cinta de su director, "Otra Tierra", con la que comparte además un estilo indie depurado y elegante, la excusa de un hilo conductor de ciencia-ficción como medio para contar una preciosa historia de amor .
Protagonizada por un biólogo molecular, al que interpreta Michael Pitt ("Soñadores"), obsesionado por el iris y el proceso evolutivo del ojo humano, que una noche se enamora de una chica, encarnada por la actriz de origen español, Astrid Bergés-Frisbey, cuyos ojos son particularmente especiales.
Lo que comienza como un romance, donde las casualidades juegan un papel importante, girará hacía el drama por medio de un giro argumental descorazonador. Es en ese momento, cuando el trasfondo científico que permanecía relegado a un segundo plano por el romance, cobra relevancia, entrando en escena temas eternamente discutidos como el dilema entre ciencia y fe, religión o azar.
La gran virtud de Cahill es no solo saber integrar con solvencia y naturalidad todos estos temas en su película, sino también ser emotivo en sus intenciones. “Orígenes” funciona plenamente en su romance, su drama y en su mirada fantástica. Puede ser tachada de cursi o de new age pero si medimos las películas de Sitges por los sentimientos provocados, “Orígenes” se lleva la palma.
Día 3: Sitges, ciudad de géneros
Siendo consciente de la tendencia del cine actual a jugar con los géneros, el festival de Sitges acoge no solo un buen puñado de los mejores productos fantásticos y de terror anuales, sino también muchas de esas otras cintas, que desde otros géneros y temas aparentemente alejados de los intereses principales del festival, abrazan el fantástico en mayor o menos medida dando lugar a cintas únicas en su especie.
En nuestro tercer día comprobamos ese amplio abanico de títulos e historias que recoge Sitges, siendo testigos de una cinta indie iraní de vampiros, un thriller rural norteamericano, un suspense en pleno conflicto bélico irlandés, una comedia alegre sobre un asesino en serie y un romance adolescente con mutaciones genéticas.
La primera de ellas fue “A girl walks home alone at night” (Ana Lily Amirpour, Irán), debut en la dirección de Ana Lily Amirpour, y producida por Elijah Wood, que más que una historia de vampiros al uso, supone un ejercicio de estilo más propio del Jim Jarmusch de títulos como “Extraños en el paraíso” o “Dead Man” o de las atmósferas hipnóticas de David Lynch.
En realidad, “A girl walks home alone at night” cuenta bien poco, por lo que conviene dejarse llevar por lo sugestivo sus imágenes. Una joven vampira hipster con un velo iraní en forma de capa que camina por las noches en monopatín ejerciendo de justiciera y que encuentra el consuelo a su soledad en otro joven algo desamparado, compartiendo canciones de White Lies y paseos nocturnos en blanco y negro. Con una excelente fotografía que merecía quizá premio, el buen dibujo de los personajes que se mueven en la marginalidad y una dirección competente para tratarse de una ópera prima, la cinta iraní bien podría considerarse como un reverso moderno, artístico y algo abstracto de los habituales romances vampiro-adolescentes del cine reciente.
Fuera de la sección Oficial Fantástica vimos “Cold in July” (Jim Mickle, EEUU) nueva cinta de una de las jóvenes promesas del cine fantástico, Jim Mickle (“Mulberry St.”), que cambia de registro para narrar un thriller policiaco y de suspense profundamente norteamericano y ambientado en la década del cine al que toma como referencia, los 80.
“Cold in July” está protagonizada por Michel C.Hall, más conocidos por todos como Dexter Morgan, metido en la piel de un trabajador padre de familia que una noche oye ruidos en su casa y mata de un disparo al presunto ladrón. Tratado como un héroe, la culpa lleva a este ciudadano modelo del pequeño pueblo de Texas a querer conocer las intenciones de su víctima, introduciéndose en un caso más peligroso de lo que parecía un simple allanamiento.
Lo más llamativo de “Cold in July” son sus giros argumentales, que van sumando nuevos personajes a la trama hasta conformar un trío protagonista e investigatorio de lo más curioso formado por el propio Hall, Sam Shepard y un recuperado Don Johnson. Hasta tres volantazos de guión encontramos en “Cold in July” algo que es bueno y malo al mismo tiempo, porque aunque inesperados y sorpresivos, especialmente aquel que introduce a la historia a la figura de Don Johnson, hacen que cambie el tono (pasamos del suspense policiaco y el western urbano a la comedia negra) y se pierda el interés creciente ganado por una historia que en su primera media hora luce como un excelente policiaco rural.
Habíamos oído hablar de los famosos cortes durante las proyecciones del festival, algo que vivimos por primera vez durante el pase de “Cold in July”, algo que no molestaría demasiado si no acarrease las prisas por ajustar los horarios de los pases posteriores. Así que casi sin tiempo tras el final de “Cold in July” entramos a la proyección de “71” (Yann Demange, Reino Unido), una película que difícilmente encaja en los géneros que propone el festival pero eso es algo que no importa demasiado cuando lo pasamos en grande con ella gracias a su vibrante y tensa historia, la de un soldado británico que desafortunadamente queda atrapado en la zona católica de Belfast, controlada sin miramientos por el IRA.
Una noche en la que el joven soldado (al que da vida Jack O´Connell, uno de los chavales cabrones de “Eden Lake” y absoluto protagonista de “Unbroken” la nueva película de Angelina Jolie tras las cámaras) debe sobrevivir sin ayuda alguna no solo al salvaje frente católico, sino también al protestante y a sus propios camaradas británicos. Una pesadilla nocturna, dirigida con excelente pulso por su director Yann Demange (responsable de los televisivos zombies de Gran Hermano de “Dead Set”), violenta y asfixiante, gracias además a unas localizaciones que encajan a la perfección con las persecuciones diseñadas por el guión. Estupenda.
Aplaudida a su paso por el festival de Toronto, “The Voices” (Marjane Satrapi, EEUU) de la directora de origen iraní Marjane Satrapi, responsable de “Persépolis”, se presentaba en Sitges como una singular comedia sobre un serial killer nada convencional al que encarna en el mejor papel de su carrera, Ryan Reynolds (“Buried”). Efectivamente es una cinta de tono inesperado, algo así como un reverso luminoso y feliz de la esquizofrenia asesina Norman Bates de “Psicosis”, en la que Jerry, su protagonista ingenuo y naif escucha las voces de su perro y su gato que le incitan a matar a sus compañeras de trabajo y a guardar sus cuerpos en casa.
Reynolds está muy bien en la composición de un papel entre terrorífico y adorable, ayudado por dos buenas actrices como Gemma Arterton y Anna Kendrick, el guión tiene ideas muy grotescas y violentas que chocan con la gama de colores colores rosa y amarillo que la directora introduce en la película, aunque quizá “The Voices” funciona mejor en su inicio gracias al factor sorpresa de encontrarse con un cambio de registro tan grande para Reynolds que de Linterna Verde ha pasado a hablar con su perro y su gato sobre como descomponer un cuerpo en pedazos, que en su repetitivo desarrollo posterior. Atípica y divertida y con un número musical en sus créditos finales que aumenta la excentricidad de la película.
Algo cansados tras cuatro películas consecutivas aguantamos hasta la madrugada para ver “Spring” (Justin Benson, Aaron Moorehead, EEUU) que nos cuenta la historia de un joven norteamericano que tras la muerte de su madre decide cambiar de aires y viajar a Italia donde conocerá a una atractiva italiana con la que comenzará una relación y la cual esconde un peligroso secreto. Estamos ante una de las más insufribles películas del festival, solamente útil como catálogo turístico de las bellas tierras italianas. La típica historia de chico conoce a chica que ni siquiera es capaz de generar un halo de misterio convincente hasta desvelar la verdadera identidad de la joven. Y cuando por fin se conoce su identidad, resulta ser un sindios importante, de la que no se sabe exactamente si es un pulpo humano, una mujer lobo, una vampira o todo en uno. Finalmente resulta ser una antigua romana inmortal que intenta explicar a su joven conquista y al espectador su problema a través de largos discursos sobre las mutaciones genéticas. Eran casi las 3 de la mañana y no estaba el cuerpo para despropósitos así.
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