21 de noviembre de 2005

Muchos se llevarán una sorpresa cuando acudan a ver "El exorcismo de Emily Rose". Serán aquellos que esperen encontrarse con una película de terror al uso. Aquellos que esperen gente deformada, fantasmas, demonios, gritos y castañuelas de facil consumo.
"El exorcismo de Emily Rose" no es una película de terror. Estamos ante uno de los pocos, sino el único, drama judicial de terror. Entonces ¿ha inventado "El exorcismo de Emily Rose" un nuevo género o ha reinventado algunos ya existentes?. La respuesta es no.
El guión de esta demoniaca película está tan bien planificado y urdido que es capaz de llevar al film por el camino que quiere, ya sea místico, dramático, terrorifico, judicial o de suspense. No inventa un género, sino que utiliza todos los que le son necesarios de una manera efectiva para contar lo que pretende.

"El Exorcismo de Emily Rose" se basa en la historia real de Anneliese Michel, una alemana nacida en el año 1952, que enfermó misteriosamente hasta morir de la manera más demoniaca posible. Ningún medicamento, tratamiento o exorcismo pudo quitarle su mal.
Esa es la historia que narra ahora la película de Scott Derrickson, planteando inteligentemente la duda sobre la racionalidad de los hechos en el posterior juicio. ¿Es posible juzgar bajo lo natural, algo que se presume sobrenatural?.

La cinta comienza contandonos la muerte de Emily. Desde ese momento el juicio es el protagonista, y con él, Laura Linney, una comedida y serena actriz, que sin hacer mucho ruido está participando en estupendas películas como "Mystic River", "Love Actually", "Kinsey" o "El show de Truman". Junto a la actriz, encontramos a Tom Wilkinson, como el cura acusado, manteniendo el tipo.

A base de imponentes flashbacks, la cinta, va abandonando el terreno del cine judicial, para situarnos en territorio del horror. Es aquí cuando "El Exorcismo de Emily Rose" se consolida como discipula directa y honrosa de "El Exorcista" de William Friedkin, lejos de tonterias del tipo "Stigmata" o "El fin de los días".
El respeto y la seriedad con la que muestra las imagenes de la joven en los momentos de posesión, hacen que el miedo se establezca en el espectador de una manera directa. Una buena dirección en este campo por parte de Scott Derrickson y la credibilidad en el papel de Emily de la actriz Jennifer Carpenter, es lo que logran este efecto. Con tan solo unos breves flashbacks, "El Exorcismo de Emily Rose" crea más inquietud y miedo que todo el cine de terror estrenado en los últimos dos o tres años. Totalmente imponente.

Además, "El exorcismo de Emily Rose" cuestionará muchas preguntas relacionadas con la fe, con la legalidad de los hechos, con el especticismo social o los intereses de la iglesia, y aunque inserta momentos innecesarios, como las presiones del abogado-jefe a Linney, la cinta goza de un alto interés y verosimilitud. Es tremendamente entretenida y carece de la banalidad del resto de películas sobre el tema.

Una película que rezuma la seriedad del cine de terror americano de los 70, como la propia "El Exorcista" o "La profecía" de Richard Donner, por poner dos ejemplos. Y es que lo de mezclar el thriller judicial con el terror es una grandisima idea, llevada a buen puerto tanto por guionistas como por su director.
No es muy común en estos días que una película de (presunible y publicitariamente) terror se entretenga en hacer pensar al espectador sobre los hechos. Y eso es algo de agradecer a esta grata sorpresa llamada "El exorcismo de Emily Rose".

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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

2 comentarios

  1. Hola, la verdad es que coincido en la novedosa forma de plantear el tema y lo relativamente bien hilados que están los géneros, pero en general me faltó garra, siento que es una peli que apuesta a mucho y se queda en el límite de la tibieza. De sustos ni hablar.

    ¿Buena/mala? No lo sé, no son hechos, es posible que sea las dos cosas...

    J.

  2. Anónimo says:

    Cariño, me da que te pasa lo mismo que a mi: te gustan demasiado las películas. Tanto que hasta a las malas les sacas partes buenas. Que conste que no hablo de esta.