“Me gustaría creer en Dios, pero solo creo en Billy Wilder”, estas fueron las palabras que Fernando Trueba pronunció cuando en 1994, subió a recoger su Oscar por “Belle Epoque”. Al día siguiente, Wilder llamaría a Trueba; “¿Fernando? Hola, soy Dios. Te llamo para felicitarte por el Oscar”. Una vez mas, Wilder demostraba su ingenio y creatividad, adjetivos que fueron intrínsecamente unidos a su persona. Tenia ese toque de genialidad que muy pocos tienen, reinventó la alta comedia, dotó de cinismo al cine americano y se permitió el lujo de fallecer un Viernes Santo, fecha atribuida por el cristianismo a la de muerte de Dios, confirmando así la mas que acertada hipótesis de Trueba.
Samuel Wilder o Billy, como quería su madre que lo llamaran y como todos le llamaron, ha sido unos de los principales y mejores directores de la historia del cine, a la altura de Alfred Hitchcock o John Ford.
Heredero directo de Lubistch, para el cual escribió varios guiones, fue único a la hora de criticar ácidamente sin ser criticado, y el mas grande en manejar cualquier genero con perfección.
Son sus películas las que le dotaron de fama, pero también su acierto en crear iconos y mitos del siglo XX, fue la persona que levantó la falda a Marilyn Monroe en una de las bocas de ventilación del metro de Nueva York (“La tentación vive arriba”), fue capaz de convertir al duro, implacable e insensible Humphrey Bogart en un tierno y tímido personaje que conquista a Audrey Hepburn en “Sabrina” , y tuvo la osadía de vestir a dos hombres de mujer en los castos y conservadores años 50 (“Con faldas y a lo loco”).
Billy Wilder, austriaco de nacimiento, tuvo que emigrar pronto de su país natal, donde toda su familia había sido victima de genocidio alemán. Tras su paso por París y diversas ciudades europeas llegó como periodista a Estados Unidos, donde su afilada pluma y sus contactos con compañeros europeos que trabajaban en Hollywood, le abrieron las puertas a la escritura de guiones para directores como William Dieterle, Raoul Walsh, Howard Hawks o Ernst Lubistch, al cual Wilder siempre ha considerado como su maestro. De esta etapa salieron films como “Ninotchka”, “Bola de fuego” o “La mujer del obispo”.
Esta exitosa etapa le proporciono a Wilder cierto renombre dentro de la industria y pronto dirigiría su primera película en América,“El mayor y la menor”.Fue en 1944, con “Perdición”, cuando conseguiría su primer éxito.
“Perdición” fue una de las primeras y mejores demostraciones de cine negro de la historia del cine, la cual suscitó la envidia del mismísimo Alfred Hitchcock, quien tras ver la película declaro que “Desde Perdición, las dos palabras mas importantes del mundo del cine eran: Billy Wilder”. Al año siguiente, el director austriaco conseguiría sus primeros Oscars de los 6 que obtuvo, gracias a “Días sin huella”, un drama que trataba el tema del alcoholismo.
A partir de este momento Wilder se dedicó a crear una obra maestra tras otra, en las cuales guardaba un espacio a la critica, a la denuncia de los métodos de la prensa amarilla (“El gran carnaval”) o al propio Hollywood en la grandisima “El crepúsculo de los dioses”.
Tras crear maravillas como “Traidor en el infierno", "Sabrina”, o “Testigo de cargo”, Wilder comienza su mas cómica etapa, que empezará en 1959 con “Con faldas y a lo loco” y que no abandonará, salvo contadas ocasiones (“La vida privada de Sherlock Holmes”), hasta su ultimo film “Aquí un amigo”.
Gracias a sus ocurrentes diálogos, cargados de dobles sentidos y juegos de palabras, a su facilidad para crear situaciones y a sus inmejorables colaboradores, adquirió el calificativo de maestro de la comedia.
Jack Lemmon y Walter Matthau, también aportaron su importante granito de arena, con sus magnifica conjunción cómica para que Wilder obtuviera tal denominación.
En 1960, alcanza su cima con “El apartamento”, tierna y agridulce, cómica pero dramática, esta era su película más completa y una de las más perfectas que ha hecho Hollywood.
La historia de un pobre diablo de oficina (Jack Lemmon) que se enamora de una compañera de trabajo (Shirley MacLaine) y que deja su apartamento a sus infieles compañeros, era la historia en que se veían y siguen viendo millones de personas en todo el mundo. “El Apartamento” ganó 5 Oscars en 1955 y dio a Billy Wilder 3 premios en una misma ceremonia, algo que hasta el momento nadie ha igualado.
Esta etapa continuaría con otras grandes películas como “Uno, dos, tres”, una sátira sobre el comunismo con un divertidísimo James Cagney, “Irma la dulce”, para la que volvería a contar con la pareja Lemmon-Maclaine, “En bandeja de plata” o “Primera Plana”, ambas con Lemmon y Matthau en estado de gracia.
En 1981, Wilder se retiraría del cine, a juicio de muchos demasiado temprano, aunque seguiría trabajando todas las mañanas durante todos los días, como venia haciendo desde sus inicios. Desde entonces mucha gente pidió su vuelta a la dirección de películas, pero Wilder nunca lo hizo, en parte porque los estudios se negaban a pagar la alta cifra que requería su seguro, debido a su avanzada edad.
Sus últimos años los pasó recogiendo premios y homenajes y hasta el empeoramiento de su enfermedad pulmonar no dejó de crear nuevos guiones.
Con su perdida desapareció la última figura cinematográfica con mayúsculas, una figura que caprichosamente apuró su muerte hasta el último momento llegando a ver fallecer a dos de sus compañeros y grandes amigos, Walter Matthau y Jack Lemmon.
Billy Wilder murió, teniéndolo todo, su preciada colección de cuadros, una joven y cariñosa mujer, un buen número de obras maestras en su haber, el reconocimiento de toda la industria del cine y todos los premios cinematográficos existentes, solo le faltaba algo que deseaba y que todos habrían aplaudido; Ser inmortal, pero, claro está, ... Nadie es perfecto.
1 de junio de 2006
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Yo soy católico o cristiano, como se dice en el artículo.. y siempre había pensado que Cristo murió al mediodía de un VIERNES Santo... por lo demás un buen artículo.
Un muy buen artículo que nos habla sobre uno de los mayores y mejores directores y guionistas de la historia del cine. Se agradece que alguien de vez en cuando se acuerde de los verdaderos maestros del cine.
Yo, al igual que Trueba, también creo que Wilder es Dios, claro que soy politeísta y creo en otros dioses como Eastwood, Lynch, Hitchcock, Spierlberg, etc.
Un saludo
Barry Collins
Ups, ya esta arreglado lo de la fecha de la muerte.
Recordaba que Wilder falleció el mismo día, y que en su momento hice la comparación con Dios y con las palabras de Trueba, la cual me pareció curiosa. Sin embargo, ahora, a la hora de escribirlo he puesto Jueves Santo...se nota que no soy muy cristiano o católico,como se dice en tu comment...estaba convencido de que era el Jueves...craso error.
Saludos y gracias por tu ayuda!
Te felicito por este post, muy bueno y muy necesario.
Yo estoy con Barry Collins, creo en bastantes dioses, algunos de los que él citó y otros muchos.
Creo que al morir iremos al séptimo cielo, como grandes devotos.
Un saludo amigo.
Pedazo de homenaje a la altura de uno de los grandes, de esos de los que se puede decir que rompieron el molde al hacerlos, porque era un genio y todo un personaje irrepetible. Cómo se le echa de menos!
Simplemente genial!
Hola, Mr. Gordon.
Armstrongfl le cita a usted hoy en su blog.
Un saludo.