No es nada nuevo para los hermanos Coen el exponer a un personaje ordinario (de esos que llevan una vida rutinaria como la de cualquier otro) a un mundo de violencia y riesgo dentro un marco tan desolador,árido e incomodo como el más que probable fin del azaroso episodio de ese individuo.
En “Fargo”, era William H Macy el que se metía en un lio de cuidado que le haría enfrentarse con dos curiosos matones (Peter Stormare y Steve Buscemi). Todo, causado por una mezcla de torpeza, infortunio y casualidad. La blanca nieve del lugar ejercía de contrapunto. Ahora, y con la combinación de los mismos factores del anterior, es Josh Brolin (más decidido pero igual de desafortunado que Macy) el que se topará con un tipo inquietante. Un tal Antón Chigurh, del que no dudamos que haya podido matar hasta a su propia madre. La América fronteriza y seca es quien pone aquí, el contraste.
Durante su arrebatadora hora y media inicial, “No es país para viejos” es una de las más directas, brutales y cortantes historias de caza y captura que hemos visto en mucho tiempo en la gran pantalla. Hasta el Sam Peckinpah de “Quiero la cabeza de Alfredo García” la envidiaría. Los Coen dominan con pulso maestro los planos largos, presentan con sumo cuidado a personajes y consiguen una vibrante historia persecutoria con dos protagonistas enfrentados en un duelo con aires de nuevo western, cine negro y suspense, donde un halo de fragilidad y amenaza sobrevuela en todo momento.
Con el paisaje como tercer y valioso protagonista de la historia (dejando al margen la presencia, del personaje de Tommy Lee Jones), los Coen nos brindan todo un recital de cine. Como si cineastas tan dispares como Leone y Hitchcock les hubiesen dado las directrices a seguir e incluso este último, les hubiese, además, aconsejado introducir algún motel de carretera (de esos que le funcionaron tan bien al inglés) como elemento de la historia.
El “No es país para viejos” de los Coen, adaptando la novela ganadora del premio Pullitzer de Cormac Mcarthy, encuentra una buena base para una tensa y apasionante narración, en el enfrentamiento entre esa bestia indómita llamada Chigurh (que funciona gracias a la turbadora y sobresaliente interpretación de Javier Bardem) y ese Llewelyn Moss (un recuperado Josh Brolin) que huye despavorido. Su caza y captura se amolda fenomenalmente al formato cinematográfico, de ahí, que "No country for old men" ofrezca algunos de los momentos de cine más disfrutables que hemos visto ultimamente
Pero, al mismo tiempo, existen pasajes que no se acoplan tan bien a la gran pantalla. Son aquellos en los que Tommy Lee Jones se hace preguntas existenciales a menos velocidad de la permitida y son aquellos que se desarrollan inmediatamente después de esa abrupta elipsis con la que se cerrará la historia de Llewelyn Moss, y que darán paso a un tramo final de la película, que rompe con el tono conseguido hasta ese punto.
Ese lastre puede cegar las enormes cualidades que tiene “No es país para viejos”, la cual, ofrece grandes momentos de cine, intepretaciones de las que suelen recordarse (aunque Bardem le haga sombra, Brolin está fantástico en su papel), una gran dirección de los Coen y una estupenda fotografía (del doblemente nominado Roger Deakins), que obviamente, unidas hace de "Nos es país para viejos" una gran película a recordar. Veanla, no se olviden que están ante una peli de dos de los autores más personales de Hollywood, y dejense llevar por la agreste presencia de Bardem. Merece la pena.
En “Fargo”, era William H Macy el que se metía en un lio de cuidado que le haría enfrentarse con dos curiosos matones (Peter Stormare y Steve Buscemi). Todo, causado por una mezcla de torpeza, infortunio y casualidad. La blanca nieve del lugar ejercía de contrapunto. Ahora, y con la combinación de los mismos factores del anterior, es Josh Brolin (más decidido pero igual de desafortunado que Macy) el que se topará con un tipo inquietante. Un tal Antón Chigurh, del que no dudamos que haya podido matar hasta a su propia madre. La América fronteriza y seca es quien pone aquí, el contraste.
Durante su arrebatadora hora y media inicial, “No es país para viejos” es una de las más directas, brutales y cortantes historias de caza y captura que hemos visto en mucho tiempo en la gran pantalla. Hasta el Sam Peckinpah de “Quiero la cabeza de Alfredo García” la envidiaría. Los Coen dominan con pulso maestro los planos largos, presentan con sumo cuidado a personajes y consiguen una vibrante historia persecutoria con dos protagonistas enfrentados en un duelo con aires de nuevo western, cine negro y suspense, donde un halo de fragilidad y amenaza sobrevuela en todo momento.
Con el paisaje como tercer y valioso protagonista de la historia (dejando al margen la presencia, del personaje de Tommy Lee Jones), los Coen nos brindan todo un recital de cine. Como si cineastas tan dispares como Leone y Hitchcock les hubiesen dado las directrices a seguir e incluso este último, les hubiese, además, aconsejado introducir algún motel de carretera (de esos que le funcionaron tan bien al inglés) como elemento de la historia.
El “No es país para viejos” de los Coen, adaptando la novela ganadora del premio Pullitzer de Cormac Mcarthy, encuentra una buena base para una tensa y apasionante narración, en el enfrentamiento entre esa bestia indómita llamada Chigurh (que funciona gracias a la turbadora y sobresaliente interpretación de Javier Bardem) y ese Llewelyn Moss (un recuperado Josh Brolin) que huye despavorido. Su caza y captura se amolda fenomenalmente al formato cinematográfico, de ahí, que "No country for old men" ofrezca algunos de los momentos de cine más disfrutables que hemos visto ultimamente
Pero, al mismo tiempo, existen pasajes que no se acoplan tan bien a la gran pantalla. Son aquellos en los que Tommy Lee Jones se hace preguntas existenciales a menos velocidad de la permitida y son aquellos que se desarrollan inmediatamente después de esa abrupta elipsis con la que se cerrará la historia de Llewelyn Moss, y que darán paso a un tramo final de la película, que rompe con el tono conseguido hasta ese punto.
Ese lastre puede cegar las enormes cualidades que tiene “No es país para viejos”, la cual, ofrece grandes momentos de cine, intepretaciones de las que suelen recordarse (aunque Bardem le haga sombra, Brolin está fantástico en su papel), una gran dirección de los Coen y una estupenda fotografía (del doblemente nominado Roger Deakins), que obviamente, unidas hace de "Nos es país para viejos" una gran película a recordar. Veanla, no se olviden que están ante una peli de dos de los autores más personales de Hollywood, y dejense llevar por la agreste presencia de Bardem. Merece la pena.
Totalmente de acuerdo esta vez.
Es una lección de buen cine, pero ni de lejos es la obra maestra que algunos han querido ver, un Tommy Lee Jones cansino con un discurso hablado que no aporta nada al conjunto, sino que lo torna excesivo.
Saludos.
Alberto Q.
www.lacoctelera.com/traslaspuertas
Muy buen análisis con el que estoy bastante de acuerdo en general. Para mí, el lastre del que ud. habla no es el tramo final, sino el propio FINAL en sí.
Aún así, una película con dosis del buen cine negro de los Coen.
Saludos, Rob!
Totalmente de acuerdo. Es muy buena, pero no es Fargo y no es la obra maestra sin parangón que muchos idolatran. Un saludo.
Buenas
La vi ayer por la tarde, justo antes de los oscars.
No he visto la obra maestra por ningún sitio. En principio la historia ha sido contada en otras películas (a bote pronto "Un plan sencillo" o "Tumba abierta"). Los actores tampoco me ha parecido sobresalientes, (Tommy Lee Jones lo hace mucho mejor en "En el valle de Elah" aquí sólo recita).
En cuanto al personaje de psicópata de Barden, pues sinceramente me puso mucho más nervioso el psicópata interpretado por Rutger Hauer en "Carretera al infierno" (que no es ninguna maravilla). De hecho me recuerda mucho al primer Terminator de Schwarzeneger, un tipo con la misma cara todo el rato que se va cargando gente a troche y moche. Incluso tiene una escena bastante parecida cuando se tiene que curar las heridas.
Es entretenida, pero se me hizo larga. Vamos, que me ha parecido una película más del montón.
Pero es solo una opinión más