19 de octubre de 2008

De entre todos los especimenes humanos, los Coen prefieren a los tontos. Llamemosle tontos, ineptos, bobos o memos. El caso es que los Coen son capaces de demostrar que situando a unos personajes de tal condición en una película de aspecto y tratamiento serio, esta se puede convertir en la comedia más delirante, disparatada y divertida.
Semejante caso se da en “Quemar después de leer”, el cambio de registro de los directores de “Fargo” tras la oscarizada “No es país para viejos”. Un cambio que viene siendo habitual en la carrera de los Coen que han alternado desde sus comienzos el thriller con el humor.

Quemar después de leer” es una película de espías donde, en realidad, no hay nada que espiar y donde las situaciones llegan a límites insospechados por cuestiones de estupidez extrema de unos seres preocupados por cosas que, tal y como está el mundo, se antojan insignificantes.

Así, John Malkovich es despedido de su trabajo en la CIA, su mujer, Tilda Swinton, le pone los cuernos y quiere el divorcio, George Clooney es un adicto al sexo, Brad Pitt es un profesor de fitness que no se separa de un ipod y no deja de mascar chicle y el habitual secundario, Richard Jenkins ama en silencio a Frances Mcdormand, la cual no acepta su propio físico y está obsesionada con realizarse la cirugía estética, motivo que veladamente es el gran motor de todo lo que ocurre en la película.
Es cierto que existe un cd con supuestos datos de la CIA, pero este no es sino el mcguffin que se sacan de la manga los Coen para justificar su argumento. Un cd que ni siquiera importa a los rusos, que en otros tiempos matarían por algo así.

Ante la estupefacción del espectador ante semejantes personas, se desarrolla “Quemar después de leer”, la cual silenciosamente se va revelando como una divertida y singular película que solo los Coen podían rodar, permitiéndose ofrecer una forma tan opuesta a su fondo (que a muchos espectadores puede descolocar) giros de guión totalmente inesperados y una libertad absoluta con sus personajes.

Una libertad de la que también parecen gozar sus actores, de entre los cuales destaca sobremanera, Brad Pitt, que consigue su mejor interpretación en mucho tiempo y que confirma que cuando le ofrecen componer un personaje con altas dosis de improvisación e inventiva, Pitt sabe sacar el máximo partido (vease “12 Monos”). Su secuencia con John Malkovich y sus gestos de verdadero subnormal a la espera de irrumpir en hogar ajeno son de lo mejor de la película.

Y la CIA, en medio de todo esto, ¿que tiene que decir ante semejante embrollo? Ni siquiera ellos, especialistas en inteligencia, pueden explicar todas las situaciones que se dan en “Quemar después de leer”. Intentar comprender algo así es una cuestión harto complicada.

La pregunta, ¿Qué hemos aprendido de todo esto? formulada por J.K. Simmons justo al final de la película dejará al espectador con la risa incesante hasta minutos después de encenderse las luces de la sala de proyección. De la respuesta a está pregunta no hay duda; hemos aprendido que la inteligencia de los Coen es inversamente proporcional a la de los personajes de “Quemar después de leer”.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

2 comentarios

  1. Jordim says:

    Comedia tonta para buenos paladares..

  2. yo no la habría definido mejor...

    Saludos!