24 de mayo de 2009

Ron Howard mantiene un proceso inverso al de la gran mayoría de sus colegas de gremio. Mientras todos dirigen de tanto en tanto una producción de gran presupuesto y rápido consumo para justificar ante la industria sus otras películas más libres y de concepción original, Howard dirige un par de obras más esmeradas (“Frost/Nixon”, “Cinderella Man”) cada cierto periodo de tiempo para poder seguir realizando sus películas orientadas al gran público.

En este último grupo se encontraba “El Código Da Vinci” y también, a pesar del fracaso que supuso esta esperada adaptación, su inevitable continuación que ahora nos ocupa, “Ángeles y Demonios” con la que Howard logra superar a la primera, que viene a ser lo mismo que aquel que saca un insuficiente para en el cuatrimestre siguiente subir su nota a un suficiente raspado.

Cambiando París por Roma y El Vaticano y el priorato de Sion por la sociedad secreta de los Illuminati, “Ángeles y Demonios” vuelve a introducir al experto en simbología, Robert Langdon (Tom Hanks) en una aventura donde la iglesia está de por medio y donde una serie de crímenes a resolver mediante complejos ejercicios de erudición son el leiv motiv del argumento.

Basándose en esquemas prácticamente calcados, la principal diferencia entre “El Código Da Vinci” y “Ángeles y Demonios” radica en su sentido del entretenimiento. Ron Howard hacía en “El Código Da Vinci” lo que parecía más complicado a juzgar por el comentadísimo best-seller que adaptaba; que la película fuese tediosa y aburrida. Aquí, por fortuna eso no ocurre, probablemente por la presencia en el guión de David Koepp, guionista más que curtido en esto del cine espectáculo (“Misión Imposible”, “Parque Jurásico”, “Spiderman”) acompañando en la escritura al ineludible y muy discutido guionista Akiva Goldsman uno de lo principales responsables del fiasco general de “El Código Da Vinci” y único guionista entonces.

Cumpliendo por tanto la norma básica de un blockbuster veraniego; garantizar dos horas de pura evasión, todo lo demás en “Ángeles y Demonios” no es tan achacable.
Cierto es que sus diálogos vuelven a sonar forzados, que el papel de Langdon no está hecho para Hanks, que sus giros argumentales resultan irrisorios, que la acompañante femenina solo sea un pegote y que el subrayado en su parte final sea insultante para el espectador, pero eso es algo que ya esperabamos, a tenor de lo visto en las novelas de Dan Brown y en la primera de sus adaptaciones.

Los recorridos por las bellas fuentes e iglesias de la ciudad romana, y en menor medida la solvencia de secundarios como Armin Muhler Stahl o Ewan McGregor o la música de Hans Zimmer será de lo poco que quede en el recuerdo una vez finalizado el visionado de “Ángeles y Demonios”, una de esas cintas que se consumen con tanta premura como se olvidan, pero que al menos, esta vez si, es capaz de funcionar como eficaz distracción.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

2 comentarios

  1. Uyyyyyyy y yo que pensaba que iba a estar buenisima!!!!!!! ;-(
    Saludos!!

  2. Pues no está del todo más. Especialmente si se compara con El Código da Vinci.
    Es bastante entretenida.

    Saludos!