El caso es que este descenso de espectadores es la principal preocupación de las grandes compañías cinematográficas que ahora buscan un nuevo enfoque para el ritual del cine en pantalla grande que aumente su atractivo y le aporte ese matiz diferenciador con respecto al cine en casa y a la vez impida grabar esos screeners piratas que inundan la red.
Las 3 dimensiones es esta panacea llamada a revolucionar el cine del futuro y cuyo punto de partida es este verano del 2009 en que ya nos encontramos. La formula no es ni mucho menos novedosa ya que desde los años 50 el cine tridimensional ha asomado por las pantallas (desde “Los crímenes del museo de cera” hasta “Tiburón 3-D” pasando por “Pesadilla Final; la muerte de Freddy” con aquellas gafas a rayas rojiblancas) aunque bien es cierto que lo hizo con interrupciones en el tiempo y con mucho que perfeccionar.
Según Jeffrey Katzenberg, uno de los fundadores de Dreamkworks, en un medio plazo las dos dimensiones serán al cine lo que el vinilo a la música. En sus propias palabras: ‘No se trata de ningún truco visual, como pasaba con las antiguas producciones en este formato, será una auténtica revolución. En los años 20 fue el paso del mudo al sonoro, en los 30 del blanco y negro al color y ahora cambiaremos del 2D al 3D’.
"The Polar Express", "Beowulf", "Viaje al centro de la Tierra" y “Monstruos contra alienigenas” fueron las primeras en ofrecer sus imágenes en 3D, "Pesadilla antes de Navidad" se reestrenó recientemente para ser vista con gafas, “Los Mundos de Coraline” ha ido más allá mezclando el stop-motion con lo tridimensional y potentes estreno veraniegos como "Up", la esperada cinta de los estudios Disney/Pixar o "Ice Age 3" no se han quedado a la zaga. Incluso la sexta película de “Harry Potter” retrasó su estreno de navidades a este verano para poder convertir algunas de sus secuencias en este formato. La revista especializada "Total Film" dedicaba su número de Mayo al 3D acompañando unas gafas a su edición, y las dos primeras partes de "Toy Story" se están poniendo al día para poder ser contempladas en 3D justo antes del estreno de su tercera entrega.
Para cuando aterricen en las pantallas “Avatar” la primera película de James Cameron desde “Titanic”, "Alicia en el país de las maravillas" de Tim Burton y “Tintín: el secreto del unicornio” dirigida por Peter Jackson y Steven Spielberg, todos los cines del mundo querrán y necesitarán haber adaptado sus salas al 3D. Estas esperadas cintas contendrán la práctica totalidad de sus escenas en un formato especial de 3 dimensiones, apostando fuerte por esta técnica en la que Cameron, Burton, Jackson y Spielberg, puros visionarios del séptimo arte ven el verdadero futuro del cine en pantalla grande.
¿Cambiará el 3D lo que entendemos por cine? Solo el tiempo dirá si se trata de un boom pasajero o de algo más sólido. Por suerte seguirá existiendo el cine tal y como lo conocemos (nadie concibe “The Reader” o “Revolutionary Road” en 3 Dimensiones), aunque la tendencia entre productoras será multiplicar las películas cuyos argumentos permitan potenciar secuencias en busca del efecto más llamativo, algo que será positivo siempre que sea en beneficio de la historia narrada.
Por su parte el espectador deberá acostumbrarse al torrente de imágenes, a las gafas, menos ligeras que esos antiguos anteojos de colores y su bolsillo al aumento de precio que el nuevo formato conlleva.
Y entre medias los exhibidores. Ellos tendrán que hacer una importante inversión para acondicionar sus equipos a la proyección tridimensional y encontrar el equilibrio perfecto entre sus costes y los precios de las entradas, cuyo incremento en tiempos de crisis ya es de por sí desorbitado, más todavía con el alquiler de las gafas y la subida que provocará el moderno formato, y que pueden convertir al cine en lo que jamás debería ser, un lujo lejos del alcance de todo tipo de públicos.
En un compendio equitativo de todas estas particularidades que convenga a todos los interesados radica la aceptación y el éxito de tal evolución con la que las grandes majors ya se frotan las manos, pensando incluso en como será el cine cuando ni siquiera hagan faltas gafas para ver en tridimensional. Veremos en que deriva todo.
¿Cambiará el 3D lo que entendemos por cine? Solo el tiempo dirá si se trata de un boom pasajero o de algo más sólido. Por suerte seguirá existiendo el cine tal y como lo conocemos (nadie concibe “The Reader” o “Revolutionary Road” en 3 Dimensiones), aunque la tendencia entre productoras será multiplicar las películas cuyos argumentos permitan potenciar secuencias en busca del efecto más llamativo, algo que será positivo siempre que sea en beneficio de la historia narrada.
Por su parte el espectador deberá acostumbrarse al torrente de imágenes, a las gafas, menos ligeras que esos antiguos anteojos de colores y su bolsillo al aumento de precio que el nuevo formato conlleva.
Y entre medias los exhibidores. Ellos tendrán que hacer una importante inversión para acondicionar sus equipos a la proyección tridimensional y encontrar el equilibrio perfecto entre sus costes y los precios de las entradas, cuyo incremento en tiempos de crisis ya es de por sí desorbitado, más todavía con el alquiler de las gafas y la subida que provocará el moderno formato, y que pueden convertir al cine en lo que jamás debería ser, un lujo lejos del alcance de todo tipo de públicos.
En un compendio equitativo de todas estas particularidades que convenga a todos los interesados radica la aceptación y el éxito de tal evolución con la que las grandes majors ya se frotan las manos, pensando incluso en como será el cine cuando ni siquiera hagan faltas gafas para ver en tridimensional. Veremos en que deriva todo.
0 comentarios