Anunciada como la vuelta a los orígenes de su director, “Arrástrame al infierno” es la película de Sam Raimi que todo el mundo esperaba tras el descalabro de corte emo que fue “Spiderman 3”.
Consciente de esa necesidad de retornar al cine con el que más disfruta y con el que más hace disfrutar, Raimi ha escogido una historia que le permite acercarse a ese cine de terror extremadamente cachondo y particularmente gore con el que destacó en sus inicios. “Arrástrame al infierno” no supone hoy por hoy la renovación y frescura que ofrecía la trilogía “Evil Dead” pero es tan sumamente divertida como aquellas.
Su historia, la de una joven empleada de banco que rechaza un aplazamiento de los pagos para una vivienda a una desaliñada vieja recibiendo a cambio una maldición, sirve como singular estudio del estado de crisis económica en que se encuentra la sociedad, y también como un perfecto vehículo con el que Raimi desarrolle los elementos preferidos de su cine; posesiones, demonios, vómitos, golpes de efecto, sangre, vísceras, cámara acechando en primera persona, etc.
Desde la apertura con el logo ochentero de Universal y su posterior prólogo, “Arrástrame al infierno” deja muy claras sus intenciones; retrotraernos a aquella época donde el cine-entretenimiento era plenamente eficaz. Raimi haciendo gala de una falta absoluta de complejos y de dominio absoluto del género, consigue el pleno disfrute de esta obra donde la pobre Alison Lohman recibirá todos los palos, sustos, golpes, babas y bocados en la mandíbula posibles para gozo de aquel espectador que sepa entender y pillar el punto a la propuesta deliberamente cutre y gamberra del director de “Posesión Infernal” (un título que podría encajar perfectamente en esta película).
Dos secuencias resumen a la perfección lo que es “Arrástrame al infierno”; la que enfrenta a Lohman y la vieja en un parking donde Raimi demuestra ser un excelente director de terror y la tronchante sesión de espiritismo con cabra incluida, donde el sentido humor del director queda patente.
Consciente de esa necesidad de retornar al cine con el que más disfruta y con el que más hace disfrutar, Raimi ha escogido una historia que le permite acercarse a ese cine de terror extremadamente cachondo y particularmente gore con el que destacó en sus inicios. “Arrástrame al infierno” no supone hoy por hoy la renovación y frescura que ofrecía la trilogía “Evil Dead” pero es tan sumamente divertida como aquellas.
Su historia, la de una joven empleada de banco que rechaza un aplazamiento de los pagos para una vivienda a una desaliñada vieja recibiendo a cambio una maldición, sirve como singular estudio del estado de crisis económica en que se encuentra la sociedad, y también como un perfecto vehículo con el que Raimi desarrolle los elementos preferidos de su cine; posesiones, demonios, vómitos, golpes de efecto, sangre, vísceras, cámara acechando en primera persona, etc.
Desde la apertura con el logo ochentero de Universal y su posterior prólogo, “Arrástrame al infierno” deja muy claras sus intenciones; retrotraernos a aquella época donde el cine-entretenimiento era plenamente eficaz. Raimi haciendo gala de una falta absoluta de complejos y de dominio absoluto del género, consigue el pleno disfrute de esta obra donde la pobre Alison Lohman recibirá todos los palos, sustos, golpes, babas y bocados en la mandíbula posibles para gozo de aquel espectador que sepa entender y pillar el punto a la propuesta deliberamente cutre y gamberra del director de “Posesión Infernal” (un título que podría encajar perfectamente en esta película).
Dos secuencias resumen a la perfección lo que es “Arrástrame al infierno”; la que enfrenta a Lohman y la vieja en un parking donde Raimi demuestra ser un excelente director de terror y la tronchante sesión de espiritismo con cabra incluida, donde el sentido humor del director queda patente.
Escoltada por la estupenda banda sonora de Christopher Young y por la exacta interpretación de Alison Lohman (sustituyendo a última hora en el papel a Ellen Page), “Arrástrame al infierno” nos devuelve al mejor Sam Raimi en una película para mirar desprejuiciado y gozar en su máximo grado en sus precisos 96 minutos de duración. Y todo esto sin la presencia de su actor fetiche, Bruce Campbell, lo cual supone un mérito añadido.
Sam Raimi es un tipo que me da soberana pereza, entre otras cosas, por la basura que creó con la saga Spiderman. En sus comienzos de terror satírico de bajo presupuesto, le tenía cierto aprecio y me interesaba por sus trabajos. ''EL ejército de las tinieblas'' o las curiosas ''Evil dead'' eran buenas cintas, luego el hermano de Ted degeneró en pretensiones que van más allá de su talento ... un western mediocre, un drama made in 'caradepalo' Costner, el thriller estúpido e innecesario ... Pero bueno, intentaré zafarme de la pesada losa de sus despropósitos y visionar esta película, al menos vuelve al género que le dio más fama. Un cinéfago saludo.
Aquí tienes mi blog para que le eches un vistazo http://desintoxicados.blogspot.com/
La suya es una carrera de altibajos en donde ha demostrado que en su género es único (esa mezcla de terror y humor) y que fuera de él es un director unicamente correcto.
No parece que detrás de "Entre el amor y el juego" y "Arrástrame al infierno" esté el mismo director.
A esta última, si se le pilla el punto, resultará una divertidisima cinta del mejor Raimi.
Saludos amigo!
Pues sí, es una pena lo de Bruce Campbell. Su ausencia es lo único que me decepcionó en esta vuelta a los orígenes de Sam Raimi, en la que demuestra que mantiene el nervio tras la cámara y el sentido del humor macabro que le hicieron famoso. Además, creo que ha adquirido una seguridad enorme en el uso de las herramientas narrativas que le caracterizan (planos subjetivos, movimientos bruscos de la cámara, montaje milimétrico para generar tensión y darte el susto en los momentos clave...).
Energía juvenil combinada con experiencia y madurez. No está nada mal.
Un saludo!
Ya era hora de que Raimi se pasase por sus origenes de terror y se dejase de mallas y redes de Spiderman.
Deckard: Muy cierto es lo de su madurez, como maneja los tiempos, consigue efectividad en el susto y mueve la cámara. Muy bien por Raimi!
Deprisa: Especialmente tras sufrir la bochornosa tercera parte del hombre araña!
Saludos!