24 de noviembre de 2009


 Podrán pasar otros 50 años y “Con la muerte en los talones” ("North by Northwest") seguiría joven. La mítica película de Hitchcock cumple estos días sus “bodas de oro”. Mitad de siglo para una obra que vista hoy mantiene intacta su vigencia, resultando tan fresca, original y placentera como en 1959.

Considerada un ligero entretenimiento para el propio Hitchcock, que le ayudaba a descargar la intensidad de su película inmediatamente anterior “Vértigo” y de la que ya preparaba para su año posterior, “Psicosis”, “Con la muerte en los talones” trascendió a esa autodefinición de film “puente“ para convertirse en el primer thriller moderno de la historia del cine, así como en uno de los films más significativos y esenciales de la carrera del director inglés.

Compendio de todo el cine de espionaje que Hitchcock realizó en su etapa inglesa y norteamericana, la práctica totalidad de los temas favoritos de Hitch estabán en “North by Northwest” y todos abordados con un impecable sentido de la elegancia, humor y suspense, gracias principalmente a la labor de guión de Ernest Lehmann, uno de los grandes artífices del éxito de la cinta.
Inocentes señalados culpables, identidades suplantadas, mcguffins que solo sirven para distraer la atención, rubias platino, trenes, distinguidos villanos, maravillosos encuadres, Cary Grant, Bernard Herrmann, Saul Bass y un climax final sobre un famoso monumento de la humanidad, hacían de “Con la muerte en los talones” una suerte de versión “encubierta” en colorida Vistavisión y Cinemascope de cintas previas del inglés como “39 escalones” “Falso Culpable” o “Sabotaje”.

Hemos utilizado su cumpleaños como excusa para revisarla por enésima vez, y otra vez la hemos visto maravillosa y sorprendente. Como de bien nacidos es ser agradecidos, "El Séptimo Cielo" ha querido regalarle un post exclusivo, que vendrá a demostrar que todo en ella luce igual de fantástico en Noviembre de 2009 que en Noviembre de 1959. Aquí va nuestro pequeño estudio:

1. LOS CRÉDITOS DE SAUL BASS

Con la muerte en los talones” es una cinta de ida y vuelta. De constante dinamismo, no solo de situación sino también en la identidad de sus personajes. Un recorrido de costa a costa donde prima la casualidad y el azar.
Y todo eso, lo resume Saul Bass con unos rapidísimos créditos iniciales, que se ensamblan armoniosamente con el tema principal de Bernard Hermann. Sobre un fondo verde que se superpone al de un edificio de oficinas de arquitectura claramente norteamericana, Bass imprime un carácter enérgico, transversal y cambiante a la apertura de “Con la muerte en los talones” adelantando el vertiginoso ritmo que tendrá esta aventura desde su primer minuto.

Fueron sólo tres los años de estrecha colaboración entre Hitchcock y Saul Bass, rotos por la disputa en la autoría de la secuencia de la ducha de “Psicosis”. Y en tres años Bass entendió y plasmó como nadie el universo hitchcockiano en “Vértigo”, “Con la muerte en los talones” y “Psicosis”. Casi nada. (Ver créditos)


2. NUEVE MINUTOS PARA LA HISTORIA

“Quise reaccionar contra un viejo cliché: el hombre que se ha presentado en un lugar en que probablemente va a ser asesinado. ¿Qué es lo que se hace habitualmente?- Una noche oscura en una pequeña plazuela de la ciudad. La victima espera, de pie en el círculo luminoso de una farola. El pavimento está mojado por una lluvia reciente. Un primer plano de un gato negro que corre de manera furtiva a lo largo de una pared. Un plano de una ventana, el rostro de alguien que, a hurtadillas, aparta los visillos para mirar afuera. La lenta aproximación de un coche negro, etc. Yo me hice la siguiente pregunta, ¿qué seria lo contrario de esta escena? ¡Una llanura desierta, en pleno sol, ni música, ni gato negro, ni rostro misterioso tras las ventanas!

Hitchcock se sacó de la chistera esta inolvidable secuencia, que supone un fuerte contraste en mitad de la trama de la película y que ha pasado a la historia como una de las imágenes más icónicas del séptimo arte. En estos 9 apabullantes minutos Cary Grant se ve inmerso en una encerrona para acabar con su vida. Una avioneta fumigadora le perseguirá y le hará manchar su impoluto traje. Una secuencia con personalidad propia donde la excelente planificación del maestro inglés y el prodigioso montaje de George Tomasini brillan sobremanera. Súbita y transgresora, esta secuencia es la más famosa en la carrera de Hitchcock, con permiso de la ducha de “Psicosis” . (Ver secuencia)


3. CARY , "EL CÓMICO"

Probablemente el confundido Roger Thornhill sea el mejor papel que realizase Grant en toda su carrera. Iniciado en el vodevil, el hábitat natural de Cary Grant era la comedia, si bien su impecable presencia lo encaminó hacía el romance o el drama, siempre en distinguidos papeles de galán.
En “Con la muerte en los talones”, su última colaboración con Hitchcock, encontró un divertimento muy apto para sus condiciones en el mejor momento de su carrera. Sin dejar de conquistar a la chica, Grant podía aprovechar el delirante entramado de confusiones y persecuciones para lucirse en su faceta más humorística. Grant detecta cada momento viable para la mueca, el guiño o la sobreactuación haciendo de Thornhill un personaje casi paródico de los falsos culpable habituales del cine de espionaje del director inglés.

Es sublime ver a Cary Grant borracho, improvisando en la conversación telefónica con su propia madre, o disfrazado de empleado de tren. El Cary Grant más cínico, caradura y embaucador que jamás se vio en pantalla.

4. EL MONTE RUSHMORE Y LAS TRANSPARENCIAS HITCHCOCKIANAS

Repitiendo el esquema de “Sabotaje”, de la que “Con la muerte en los talones” podría considerarse un remake encubierto, Hitchcock planteó su escena final en otro monumento puramente nortearmericano, (en “Sabotaje” fue la Estatua de la Libertad) el Monte Rushmore de Dakota del Sur que muestras las efigies de diferentes presidentes estadounidenses. El Ministerio de Interior de EEUU prohibió el rodaje en este lugar debido a que “podían manchar el que era considerado un templo de la democracia”. Tras un acuerdo, Hitchcock pudo rodar algunos planos del lugar, siempre y cuando los actores no posasen sobre los rostros de los presidentes, o se mostrasen imágenes de violencia..
A este impedimento se unía la imposibilidad de rodar en el edificio de la ONU, donde tiene lugar otro de los momentos clave de la película, lo que provocó que “Con la muerte en los talones” se convirtiese junto a “Marnie la ladrona” en la película paradigma de las amadas (y por otro lado, siempre discutidas) transparencias de Hitchcock.

Hay una gran cantidad de maquetas, decorados y transparencias en “North by Northwest”, las más claras en los emplazamientos vetados, pero también en la secuencia de la avioneta, en los momentos en que Grant conduce borracho o en la casa de Vandamme, réplica de una vivienda diseñada por Frank Lloyd Wright.
Revisando “Con la muerte en los talones” uno puede llegar a añorar el encanto que desprendían aquellos falsos fondos en unos días donde prima el abuso del efecto especial. (Ver secuencia)

5. LA SUBASTA

Si la secuencia de la avioneta ha pasado a la historia por su complejidad y repercusión posterior dentro del cine de acción-suspense, la secuencia de la subasta lo ha hecho por su enorme ingenio. Surgida de la mente de Ernest Lehmann, esa secuencia es tremendamente completa; contiene drama, un momento álgido y fundamental en la relación romántica de los protagonistas, situación de riesgo con la consiguiente intriga, y comedia, además de aportar datos de importancia sobre la trama de espionaje .
A esta puja acudirá Roger Thornhill poco después de salir con vida del maizal y tras descubrir la traición de Eva Marie Saint. Allí sorprenderá a la chica con el villano, James Mason y sus secuaces. Lo que en un principio supone un giro radical en el aspecto romántico-dramático de los personajes acaba siendo una nueva contingencia para Thornhill que salvará a base de astucia y en donde el propio espacio donde se desarrollan los hechos cobra un protagonismo activo y clave en la secuencia.

Estamos ante uno de los momentos más inspirados de la película con una resolución brillante que fue muy aplaudida y que posteriormente el propio Ernest Lehmann copiaría, (sustituyendo la casa de subastas por una convención nudista) para el guión “El Premio”, película de Mark Robson protagonizada por Paul Newman, que intentaba repetir paso por paso el éxito de “Con la muerte en los talones”. (Ver secuencia)


6. EL MCGUFFIN

Con la muerte en los talones” es la quintaesencia del mcguffin hitchcockiano. ¿Por qué se ve envuelto Roger Thornhill en semejante enredo? ¿Qué busca el gobierno norteamericano? ¿Qué es lo que pretende conseguir Phillip Vandamme y sus secuaces?.

Eso es lo de menos. A Hitchcock no le interesaba el porque y si el cómo. Sabemos que hay un codiciado microfilm insertado en una valiosa figura, pero lo que importa no es hacerse con él, sino las persecuciones, el romance, los asesinatos, el suspense que este desencadena.
Fue en sus films de espionaje donde Hitchcock explotó al máximo el término que él mismo acuño; “Mi mejor Mcguffin, y por mejor quiero decir el más vacío, el más inexistente, el más irrisorio, es el de “Con la muerte en los talones”. Es un film de espionaje y la única pregunta que se hace el guión es ¿Qué buscan estos espías”.

7. ESOS PEQUEÑOS DETALLES

Toda decisión que Hitchcock tomó en “Con la muerte en los talones” estuvo llena de inteligencia, dotando de maestría hasta el más insignificante plano o secuencia. Una de las cosas que maravillan de “North by Northwest” es como Hitchcock abre y cierra cada idea que pone en práctica.


Un buen ejemplo es la famosa secuencia de la persecución del aeroplano, la cual finaliza con la huida de Cary Grant en una camioneta robada. Esta resolución es perfecta, da salida a un personaje aislado y en situación de peligro en medio de la nada, volviendo a ponerlo en una ubicación urbana que permite continuar con la acción donde se había quedado. Pero Hitchcock va más allá, mostrando a dos policías que se preguntan como ha podido llegar una camioneta de la más pura norteamericana rural que carga un frigorífico al pleno centro de Chicago. Un final adicional para la secuencia que aporta un sentido cómico de gran utilidad para aliviar de una tacada toda la tensión creada y que reafirma ese “cierre de paréntesis” que supone la famosa secuencia del aeroplano.

Hay otra decisión en la película que me encanta. Cary Grant se encuentra con Leo. G. Carroll, el agente de la CIA responsable de haber creado a un “agente fantasma” llamado George Kaplan. Carroll libera a Grant de la policía y le invita a desplazarse en avión a Dakota del Sur. En ese momento el personaje de Cary Grant tiene mil preguntas sin responder en su cabeza. Mientras Grant anda completamente desorientado con los hechos que le han ocurrido, el espectador ya conoce todos y cada uno de los acontecimientos y el porqué de ellos, sin embargo se antoja necesario que Grant también los conozca para que la acción pueda avanzar con coherencia.
Ante la tesitura omitir la explicación de los hechos a Grant o no hacerla, (esto último supondría una repetición y/o un subrayado innecesario para el espectador) Hitchcock se libera de este problema jugando sabiamente con el espacio.

Caminando y discutiendo en las pistas de aterrizaje, Grant pregunta a Carroll que es lo que está pasando. Justo en ese momento aterriza un avión, lo que provoca un ruido ensordecedor. Vemos a los personajes hablar pero no oimos su conversación, solo ruido de avión. Apenas unos segundos después desaparece el molesto ruido y con él, el diálogo de ambos personajes. Suponemos que Carroll ha contando todo a Cary Grant. Lo ha hecho en tiempo record. Gracias al avión todos hemos salido ganando; Hitchcock libra el innecesario subrayado a velocidad record, Grant ya sabe de que va todo el embrollo en el que está metido y el espectador supone que Grant está al día de toda la información sin la molestia de que le hayan contado lo que previamente ya ha visto.

No conviene olvidarse de la envolvente música creada por Bernard Herrmann, una de las mejores que el compositor creó para el cine de Hitchcock, de la maravillosa elipsis que envia a Roger Thornhill y Eve Kendall directamente desde el Monte Rushmore a la litera de un tren, de la metáfora visual y sexual que supone la entrada final de este tren en un túnel, de la sobria presencia de James Mason y el momento de su presentacion entre lámparas o de la velada homosexualidad de Martin Balsam, enamorado de su jefe y celoso de la chica.

Innumerables virtudes para una obra maestra absoluta y única en la historia del cine y que vista medio siglo después sigue siendo tan entretenida y admirable como entonces.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

4 comentarios

  1. Anónimo says:

    Alberto Q.
    www.lacoctelera.com/traslaspuertas

    Genial artículo!!
    Y muy bonito el nuevo diseño, Rob.
    Saludos desde Madrid

  2. Carles says:

    Sí, estupendo artículo. Además tanto 'Con la muerte en los talones', aunque fuera concebida, como muy bien dices, cómo un pasatiempo por el propio Hithcock, y 'Psicosis' están entre mis preferidas del maestro del suspense.

    Un saludo.

  3. Anónimo says:

    Hay una web de peliculas de dominio publico, en español, aunque la mayoria estan en versión original.
    www.mubees.com

  4. Muy interesante esta web. Gracias por el aviso! ;)