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Si la calidad de las películas nominadas en la 82 edición de los Oscar era cuestionable, no lo fue menos su ceremonia, comandada con escasa presencia por el dúo formado por Steve Martin y Alec Baldwin.
Hay años en que la gala goza de originalidad y frescura (véase la edición de 2009 con Hugh Jackman cantando y bailando para disfrute del personal) y otros (la gran mayoría), en que el tedio y la longitud se apoderan de la fiesta. En la entrega número 82 se dio este último caso. Se echó de menos algo de espectáculo visual, ese del que gozaba “Avatar”, algo de tensión, de lo cual sabe mucho “En tierra hostil”, y una pizca más de falta de complejos como la que Tarantino luce en “Malditos Bastardos”, las tres películas que acumulaban un mayor número de candidaturas.
Horas antes de la ceremonia algo ya olía mal; Neil Patrick Harris (Barney Stinson) encargado de abrir la gala con un número musical, se quedaba sin compañero de baile (Martin Short), a Sacha Baron Cohen le retiraban su papel de presentador de un premio por temor a que pudiese ofender con sus bromas al mismísimo James Cameron y Sandra Bullock conseguía no uno, sino dos premios Razzie a la peor actriz. Además empezaban a desmontarse las teorías de los especialistas en premios que indicaban que el reparto de galardones podía deparar emoción y sorpresas. Para colmo y al parecer por cuestiones de tiempo de la gala, ni siquiera podríamos consolarnos con el emotivo momento del Oscar honorífico, aunque si de un homenaje póstumo a John Hughes que ni grandes del cine como Paul Newman tuvieron.
No funcionó por tanto la renovación (o retroceso) de la categoría de Mejor Película, con 10 nominadas en lugar de 5 y todo ocurrió según el guión estipulado, sin opción a que nuestra favorita (ya fuese la cinta de Tarantino, o la animada “Up”) pudiese dar la campanada.
Hay años en que la gala goza de originalidad y frescura (véase la edición de 2009 con Hugh Jackman cantando y bailando para disfrute del personal) y otros (la gran mayoría), en que el tedio y la longitud se apoderan de la fiesta. En la entrega número 82 se dio este último caso. Se echó de menos algo de espectáculo visual, ese del que gozaba “Avatar”, algo de tensión, de lo cual sabe mucho “En tierra hostil”, y una pizca más de falta de complejos como la que Tarantino luce en “Malditos Bastardos”, las tres películas que acumulaban un mayor número de candidaturas.
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No funcionó por tanto la renovación (o retroceso) de la categoría de Mejor Película, con 10 nominadas en lugar de 5 y todo ocurrió según el guión estipulado, sin opción a que nuestra favorita (ya fuese la cinta de Tarantino, o la animada “Up”) pudiese dar la campanada.
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En cuanto a los premios a los actores, siempre encargados de dar glamour al evento, tampoco funcionó el factor sorpresa. Jeff Bridges recogía su estatuilla tras disputarla en cinco ocasiones, los secundarios Mo´nique (“Precious”) y Christoph Waltz (“Malditos Bastardos”) tenían los Oscars en su bolsillo desde hacía meses y Sandra Bullock coronaba su año glorioso con el Oscar a Mejor Actriz, que dejaba a más de uno perplejo.
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Christopher Nolan, Terrence Malick, Tim Burton o David Fincher serán los que pongan la salsa a los Oscar del próximo año. No tienen difícil mejorar a esta edición número 82 cuya cosecha y entrega de galardones no pasarán precisamente a la historia.
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