Que tire la primera piedra el que no haya fantaseado con llevar capa, tener superpoderes y salvar a la chica. Seamos francos, todos hemos soñado con ser superhéroes (no cuentan aquellas veces que nos disfrazamos de Spiderman en Carnaval) pero acabamos desistiendo por pura lógica.
Dave Lizewski va más allá del resto del mundo. Él quiere ser como Batman o Superman y no duda en comprarse el uniforme y las armas apropiadas y vender sus filantrópicos servicios a través de Myspace bajo el nombre de Kick-Ass. Llegados a ese punto y una vez puesto en acción, Lizewski se lleva toda las hostias habidas y por haber, las mismas que tú y yo recibiríamos si hubiésemos tenido la feliz idea.
La traslación a la gran pantalla de la novela gráfica "Kick-Ass" (Mark Millar y John Romita Jr.) tiene ese don de gustar al gran público y causar una ligera insatisfacción entre los fans del original, poco receptivos ante las inevitables modificaciones en el cambio de arte. El inglés Matthew Vaugh ha sabido detectar las cualidades del comic del que parte; frescura, diversión, parodia, ingenio, etc, e introducirlas con pericia en el séptimo arte (algo que la aleja de productos como "Watchmen", cuya indefinición a la hora de adaptarse al medio cinematográfico provocó su fracaso) reinventado el cine “teen”, usando la violencia explícita y la caricatura como principales armas de su adaptación.
Vaugh, práctico director de evasión como ya demostrase en la reivindicable y muy ochentera “Stardust”, se reúne de un casting inmejorable capaz de ofrecer estimulantes descubrimientos; Chloe Moretz como Hit-Girl, y Aaron Johnson como Kick-Ass y agradables presencias secundarias (un recuperado Nicolas Cage) para componer un producto que se acerca al superhéroe desde una perspectiva hiperrealista y violenta en la que un puñal en el estómago es la consecuencia directa del deseo de convertirse en salvador enmascarado. En contraposición a esta dureza física, “Kick-Ass” ofrece un espectáculo altamente lúdico, desenfadado, muy ágil y pendiente de la cultura pop (guiños que van desde la serie “Lost”, hasta los videojuegos shooters o youtube, pasando por Ennio Morricone y la música de Prodigy) que alterna sangrientas matanzas a lo “Kill Bill” provocadas por inocentes niñas con romances de instituto y momentos más propios de una comedia de John Hughes o Judd Appatow.
Es cierto que en su parte final, "Kick Ass", para mayor animadversión de los fans del comic, se suaviza hasta volverse un producto más convencional de lo mostrado en su primera mitad de metraje, lo cual no empaña esta vuelta de tuerca al subgénero heroico que gracias a su desenfado y buen sentido del espectáculo es una de las más agradables y simpáticas sorpresas del año.
La traslación a la gran pantalla de la novela gráfica "Kick-Ass" (Mark Millar y John Romita Jr.) tiene ese don de gustar al gran público y causar una ligera insatisfacción entre los fans del original, poco receptivos ante las inevitables modificaciones en el cambio de arte. El inglés Matthew Vaugh ha sabido detectar las cualidades del comic del que parte; frescura, diversión, parodia, ingenio, etc, e introducirlas con pericia en el séptimo arte (algo que la aleja de productos como "Watchmen", cuya indefinición a la hora de adaptarse al medio cinematográfico provocó su fracaso) reinventado el cine “teen”, usando la violencia explícita y la caricatura como principales armas de su adaptación.
Vaugh, práctico director de evasión como ya demostrase en la reivindicable y muy ochentera “Stardust”, se reúne de un casting inmejorable capaz de ofrecer estimulantes descubrimientos; Chloe Moretz como Hit-Girl, y Aaron Johnson como Kick-Ass y agradables presencias secundarias (un recuperado Nicolas Cage) para componer un producto que se acerca al superhéroe desde una perspectiva hiperrealista y violenta en la que un puñal en el estómago es la consecuencia directa del deseo de convertirse en salvador enmascarado. En contraposición a esta dureza física, “Kick-Ass” ofrece un espectáculo altamente lúdico, desenfadado, muy ágil y pendiente de la cultura pop (guiños que van desde la serie “Lost”, hasta los videojuegos shooters o youtube, pasando por Ennio Morricone y la música de Prodigy) que alterna sangrientas matanzas a lo “Kill Bill” provocadas por inocentes niñas con romances de instituto y momentos más propios de una comedia de John Hughes o Judd Appatow.
Es cierto que en su parte final, "Kick Ass", para mayor animadversión de los fans del comic, se suaviza hasta volverse un producto más convencional de lo mostrado en su primera mitad de metraje, lo cual no empaña esta vuelta de tuerca al subgénero heroico que gracias a su desenfado y buen sentido del espectáculo es una de las más agradables y simpáticas sorpresas del año.
Hola, la peli si me divirtió, más que nada por los actores, muy buenas actuaciones y actorasos la verdad!
saludos!
Indira