8 de febrero de 2011



Hay algo que siempre ha fascinado en el cine de Darren Aronofsky; su capacidad para absorber en su cine las obsesiones de sus protagonistas principales, de explorar a fondo sus ambiciones e inseguridades ya sean bailarinas, luchadores de wrestling o matemáticos.

De perfección, exigencia y dedicación es de lo que habla su último trabajo “Cisne Negro”, de nuevo un título impecablemente interpretado y maravillosamente dirigido donde el exceso físico (ahora también mental) y la búsqueda insistente de una meta vuelve a aparecer en la filmografía de Aronofsky.

Mitad drama de superación, mitad thriller psicológico con ecos polanskianos, “Cisne Negro” acompaña en todo momento a la tenacidad de Nina Sayers en su preparación para su interpretación de la obra de Tchaikowsky “El lago de los cisnes”.

Aronofsky no oculta sus cartas. Esta es una película de metáforas más que evidentes que habla del blanco y del negro, de la candidez frente al erotismo, la disciplina frente a la pasión, en definitiva de las dos caras enfrentadas del cisne de la obra original extrapoladas en la persona de Natalie Portman.
No por su obviedad deja de ser interesante la paranoia que sufre Nina en “Cisne Negro”. Como bien indica Thomas Leroy (Vincent Cassel), “La perfección está también en dejarse llevar”, o lo que es lo mismo, para pretender ser el cisne no solo basta con la cara amable del personaje. De ahí la espiral de locura, sexualidad en que se introduce la técnicamente impecable bailarina y por ende, la película.

Aranofsky disecciona así la rigidez de una profesión como la danza al tiempo que pervierte la inocencia de su protagonista. El director de “Pi” disfruta jugando a ser Cronenberg o Lynch utilizando el dolor carnal, alternando los polos opuestos del personaje, manejando la enajenación y la perturbación como vehículos para expresar la entrega de la joven bailarina en su camino hacía la consagración profesional. Elementos ya explorados anteriormente por el director en títulos como “Réquiem por un sueño” o “El luchador” y que convierten a Aronofsky en un excelente estudioso de la obsesión sin límites como medio para lograr objetivos.

Con un casting impecable (lo que unido a un buen director de actores siempre es sinónimo de nominación al Oscar) donde destaca Natalie Portman en una entregadísima interpretación y una gama de secundarios donde brilla la recuperada Barbara Hersey (“El Ente”) en el papel de madre posesiva, “Cisne Negro” supone una nueva demostración de talento de Darren Aronofksy, un realizador que vuelve a demostrar que él también es capaz de dejarse llevar.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

4 comentarios

  1. inquiline says:

    No me convenció del todo, no llegue a meterme en ella nunca, en parte gracias a los excesos visuales de Aronofsky y en parte porque hay momentos que están excesivamente pasados de rosca (la escena de los dibujos de la madre que cobran vida me pareció un tanto ridícula, sobretodo en lo visual).

  2. Desde luego es una película en la que o consigues entrar en su juego o en caso contrario puede parecer grotesca con facilidad, vease la escena que comentas o el momento lésbico tan comentado.

    Saludos!

  3. master says:

    Yo no estoy de acuerdo con los comentarios, a mi si me atrapó, no importando lo predecible, pues aunque era así, la extraordinaria ejecución de los planos, las actuaciones y los momentos claves hacen que valga la pena.
    Látima que La red Social y el Discurso del rey estén, de no ser así, sería la ganadora

  4. lore says:

    A mi me encanta esta película, ver los dos extremos de la bailarina es fascinante con los matices psicológicos que existen. Natalie Portman es excelente actriz. Tanto me gusta que me motivó a escribir un artículo de arquitectura en mi blog: cisne blanco/cisne negro, dearquitecturayotrosdemonios.blogspot.com