A años luz de sus comedias esperpénticas, el dúo formado por Felix Sabroso y Dunia Ayaso (“Descongélate”, “Perdona bonita pero Lucas me quería a mí”) ha ejecutado un drástico cambio de registro abordando el más absoluto drama en “La isla interior”, un título inexplicablemente desapercibido en carteleras y erróneamente marginado en la última edición de los premios Goya.
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“La isla interior” guarda secretos y lleva su apuesta narrativa hasta las últimas consecuencias. Mantiene en vilo la atracción por unos personajes cuyas deficiencias son notables y cuyas vidas son crueles y grises a ojos del espectador. Aislados puntos de humor alivian la dureza en las vivencias particulares de los tres desafortunados hermanos (impresionantes Alberto San Juan, Candela Peña y Cristina Marcos) cuyas taras están directamente relacionadas con el trastorno de su padre (Celso Bugallo) y la sobreprotección de su madre (Geraldine Chaplin) y en cuyo retrato de incapacidad social y de sus comprometidas situaciones con respecto al mundo exterior se encuentran las mejores armas de un drama honesto e inflexible en su propuesta como pocos.
No es “La isla interior” una película cómoda pero si un buen ejemplo de emociones contenidas a punto de estallar, de silencios, inestabilidad y cargas heredadas insoportables. Elementos oscuros repletos de dureza que contrastarán con la luminosidad de la isla (Gran Canaria) que pone decorado a las imágenes de una película a reivindicar.
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