22 de noviembre de 2011

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Llamémoslo “factor Obama” o “factor Oprah” pero de unos años a esta parte, el cine de componente racial, casi un subgénero en sí mismo, está cada vez más apreciado en la cinematografía norteamericana. Títulos como “Precious” o “The Blind Side” parecen de obligada necesidad en el mercado del séptimo arte estadounidense y acaban logrando, con unos más que dudosos merecimientos artísticos, un gran éxito de taquilla y una fuerte presencia en los premios Oscar.

No es, por tanto, de extrañar que en el contexto de esta era donde Obama y Don Draper son algunos de los hombres de mayor calado en los EEUU y donde las desigualdades sociales se han visto ampliadas por la crisis económica mundial, la adaptación de la novela “The Help” de Kathryn Stockett se haya convertido en el “sleeper” del año.

Remontándonos a los años 60 en un ambiente sureño donde la diferencia de clases y el racismo imperan en la comunidad, “Criadas y señoras” viene a subrayar aquel momento de la historia por medio de un drama (ligero) inundado por toques de comedia, eminentemente femenino y particularmente amable. Algo así como la “feel good movie” del 2011 en cuyo diseño se reúnen muchas (y descaradas) intenciones de competir por el premio Oscar. Y es que “Criadas y señoras” es la película caramelo que, normalmente, acaba por convencer a la industria hollywoodiense. Sentimental, a ratos lacrimógena, sin desdeñar el humor surgido del sufrimiento y con una denuncia social efectista, en la que su propio entorno histórico sólo se intuye (Kennedy, Martin Luther King), la cinta dirigida por Tate Taylor (dirección plana, casi de telefilm) ostenta la capacidad de tocar la fibra sensible del espectador por la vía más rápida y directa.

En la elaboración de un libro que recoge los testimonios de las criadas de color que servían a la comunidad adinerada norteamericana, radica la mejor idea de “Criadas y señoras” donde la cada vez más pizpireta y omnipresente Emma Stone sirve como enlace honesto y sincero entre las partes encontradas. Sólo algunas de estas confesiones son capaces de alterar la conciencia del espectador. Otras se muestran maniqueas y estereotipadas, tanto como la maldad injustificada de personajes como el de Bryce Dallas Howard o la bondad absoluta de otros como el de la muy nominable Viola Davis.

La presencia de una marylinizada Jessica Chastain (una de las grandes sorpresas interpretativas de este 2011) y el fuerte carácter de la semidesconocida Octavia Spencer (un suerte de la Hattie McDaniel de “Lo que el viento se llevo”) son las más agradables noticias de esta película inofensiva y si me apuran oportunista, que sin embargo, parece obligatoria en la cuota anual del Hollywood actual. Debería simplemente agradar y pasar página, aunque la industria ya tenga páginas más importantes guardadas para ella.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

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