Urbizu nos mostró un completo catálogo de tugurios de mala muerte a través del viaje redentor de Santos Trinidad. El Madrid más desaliñado testigo de prostitución, corrupción y terrorismo bañado en sangre deshonesta y cubatas con poca o ninguna mezcla. Ahora, el sevillano Alberto Rodríguez ("7 Virgenes", "After")no sale de su tierra natal para remontarnos a la Sevilla de finales de los 80, previa a la construcción del mayor evento que se celebrase en la ciudad hispalense, la Expo 92, y lo hace asumiendo esa suciedad de los bajos fondos españoles que tan bien ha descrito Urbizu y al tiempo adoptando las constantes del thriller norteamericano para hacer de “Grupo 7” un estupendo, vibrante y realista título policiaco.
Aunque Mario Casas no sea Jason Bourne, los tejados y patios interiores de Sevilla bien valen una persecución inicial como pocas se han rodado en el cine español. Apenas unos minutos de metraje bastan para comprender que el casting de esa brigada antidroga conocida como “Grupo 7” es más que acertado (a pesar de los problemas de dicción de Casas), que Julian Villagran es capaz de dejar de ser un sex-symbol extraterrestre para transformarse en un yonki que ríete tú del Zahera de “Celda 211”, que el guión no piensa evitar la violencia explicita, que la ambientación en Triana y alrededores es magnífica y que las imágenes documentales de las obras de la Expo le sientan como un guante a la descripción de un Sevilla un tanto caótica y en proceso de cambio. Bien en la forma, bien en el contexto.
Hay mucho del policiaco de los 70, algo de “The Wire” y de la brasileña “Tropa de elite”. Alberto Rodriguez tiene claro los referentes y los maneja con personalidad. Compone su película en múltiples y continuas redadas, va al grano con las subtramas personales de sus protagonistas, apenas se detiene en explicar las intenciones y maniobras de la brigada y aprovecha unos diálogos, por momentos, inspirados. Y lo más importante consigue sacar a la luz la contención y fuerza de Antonio de la Torre, verdadero diamante de una película que sabe explotar sus bazas interpretativas (gran descubrimiento el de Joaquín Nuñez).
Sobra decir que “Grupo 7” es un thriller excelentemente rodado, que no necesita multiplicar persecuciones para ser intensa, que dosifica a sus personajes (esa Caoba, ese villano, ese superior de la brigada antidroga) y que gracias a la verosimilitud en el retrato de sus policías corruptos, yonkis delatores, putas con corazón y traficantes, seduce y convence al espectador de que está ante uno de los mejores thriller del cine español reciente y uno de sus títulos más destacados del 2012. No la dejen pasar.
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