
ATENCIÓN SPOILERS
Hay un determinado momento en “Lo Imposible” en que el joven Lucas pierde la pista a su malherida madre, la cual, erróneamente, es dada por muerta por los enfermeros del hacinado hospital en que se encuentra. Esta secuencia supone el cierre del primer bloque de película, el cual dará paso a la historia paralela de búsqueda por parte del personaje de Ewan Mcgregor. Obviamente, el espectador (que no maneje información previa, algo difícil dada la agresiva campaña publicitaria de la película en nuestro país), al igual que el joven Lucas, dará por fallecida a la madre.


Es en el seguimiento alternativo a los personajes de Maria y
Lucas (Ewan Mcgregor y los dos hijos restantes) donde la película incita a la
emotividad, donde necesita recurrir a algún que otro secundario (inexistentes
durante la primera mitad de la cinta) para generar situaciones dramáticas (esa
llamada de teléfono) y donde pierde ciertas dosis de verdad y sinceridad con
respecto al pasaje anterior en favor del in crescendo sentimentaloide, algo en
lo que colabora la siempre presente partitura de Fernando Velazquez.
Dueña de un presupuesto minúsculo en comparación con las
grandes superproducciones norteamericanas, “Lo imposible” invierte más en el
relato de supervivencia que en las claves y consecuencias de un tsunami cuyo
protagonismo en pantalla es agresivo y veloz, confirmando a Bayona como un
director dotado para el espectáculo de proporciones íntimas y capacitado
narrativamente para hacerse cargo de cualquier proyecto por gigantesco que sea.
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