13 de mayo de 2013



Park Chan-Wook nos presentaba en “Thirst” (2009) a un sacerdote caritativo y comprometido abocado a una fuerte lucha interior al contraer una infección que le convierte en un vampiro con una imparable sed de sangre. En el conflicto constante del personaje entre la ética religiosa y el deseo irrefrenable por la muerte, el sexo y otras naturalezas oscuras basaba el director coreano su estilizada y cuidada mirada llena de sutilezas, erotismo y maldad contenidas y de una puesta en escena elegante y sugerente.

Aunque no pueda considerarse a “Stoker” un título expresamente vampírico, Park Chan-Wook vuelve a repetir con su última película y primera en territorio norteamericano las constantes que explotó en su anterior título, haciendo del dilema de su personaje protagonista por asumir su propia naturaleza su foco principal de atención, cuya querencia especial por la sangre, su agudizado sentido auditivo, su apellido con nombre de novelista de terror decimonónico puede convencernos de que Park Chan Wook ha tenido como referencia conceptual la propia esencia de los seres de la noche.

Sin embargo, esta es tan solo una premisa de la que partir, como lo es la alusión a “La sombra de una duda” de Alfred Hitchcock a la hora de dar nombre al malvado tio “Charlie” protagonizado con excesiva contención por Matthew Goode.
Stoker” no oculta sus referentes, poniendo sus cartas sobre la mesa, destapando cualquier secreto narrativo que pudiera manejar. El coreano viene a decirnos que en su película no importa el que, sino el como, algo claramente detectable por el espectador cuando nos encontramos ante un argumento original insultantemente liviano y limitado desarrollado por el que fuera protagonista de la serie “Prison Break”, Wenworth Miller que no presenta ningún motor argumental como base del relato, tan solo un trío de personajes con los que jugar.


No hay, por tanto, misterios que desvelar en “Stoker”, por lo que la sostenida tensión realizadora de Park Chan-Wook, el halo de intriga y perversión en que el director envuelve a su relato (más dramático que de suspense) es tan solo una postura estética, un alarde de destreza tras la cámara, un exceso por la puesta en escena y el simbolismo visual. “Stoker” es un ejercicio de estilo con un innato y sorprendente talento por el manejo de los efectos sonoros, de los planos impensables, por las interpretaciones extremas donde destaca una lúgubre Mia Wasikowska por encima de las presencias del citado Matthew Goode y de una muy estropeada Nicole Kidman, pero sobre el que lamentablemente no hay nada detrás, algo de lo que el guión de Miller se da cuenta en el último tercio de película e intenta modificar de una manera demasiado convencional, acentuando subrayados innecesarios, buscando provocar alguna acción que estimule el relato. Con ello, la película de Park Chan-Wook se traiciona a si misma y a todo lo expuesto anteriormente y pasa de ser un ejercicio de pura plasticidad técnica a un título fallido por incapacidad para definirse por completo. Con todo, el debut de Chan-Wook en Hollywood le augura un gran futuro en la gran industria a poco que de con una historia a la altura de sus probadas capacidades para manejar el lenguaje audiovisual.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

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