EL QUINTETO DE LA MUERTE

El cine británico siempre se ha caracterizado por ser dueño de la comedia más inteligente, perfectamente escrita y desarrollada, así como del más subversivo humor negro.
La comedia negra era un subgénero incomprendido a mitad del siglo pasado. Aunque con excepciones americanas (como la obra maestra “Arsénico por compasión” de Frank Capra), fueron los británicos los que desarrollaron este subgénero o los que más introducian dosis de este humor en sus películas.

Y cuando se habla de comedia británica, comedia negra o simplemente de comedia es una obligación hablar de “El quinteto de la muerte”.
“The ladykillers”, titulo original del film, era una de esas producciones de la desaparecida productora inglesa “Ealing”. Poseedora de sus propios estudios, vendidos el mismo año en que se hizo esta película a la BBC, la productora Ealing gozaba de cierto renombre. Produjo entre 1938 y 1959, 97 películas, la mayoría de ellas comedias, destacando “Un genio anda suelto” y “El hombre vestido de blanco”, ambas con Alec Guinness de protagonista.

“El quinteto de la muerte” es la mejor película de la compañia y la ultima película producida y a la vez rodada en estudios Ealing. La faceta de producción para Ealing acabó en 1959, no así la de los estudios, donde se siguen rodando películas, como por ejemplo “Notting Hill”.

Las dosis de cinismo y humor negro de “El quinteto de la muerte” eran inusuales, además de muy adelantadas para su época, es por eso que ha soportado bien el paso del tiempo y sigue tan divertida en el 2005 como en 1955.

Son numerosas las virtudes de este film, desde su dirección, de Alexander Mackendrick, un director que representaba al director prototipo de la productora, a pesar de ser americano, su fotografía, de Otto Helm, con un magnifico uso de las sombras y del Technicolor, dotando al ambiente de la necesaria apatía y oscuridad, propia de la periferia londinense y muy propia para la historia, hasta su guión, pieza clave del éxito de la película y por el cual William Rose, su autor, obtendría una candidatura al Oscar.

Un guión que contaba una aparentemente sencilla historia, la de unos ladrones que para planear un robo se hacían pasar por músicos y que no contaban con un imprevisto, una inocente anciana que les pondria las cosas realmente complicadas.
"El quinteto de la muerte" cuenta con situaciones realmente divertidas, y con una perfecta descripción de personajes. Ahí radica el principal exito de la cinta.Es la dualidad que William Rose, da a los personajes la que hace que se produzcan esperpénticas y memorables secuencias. De esta manera nos encontramos con una ancianita dulce y amable que puede llegar a ser un incordio y con una banda de atracadores tan peligrosa como incompetente.

“El quinteto de la muerte” es también una película puramente teatral, el 80% de ella se desarrolla en espacio cerrado, en el cual multitud de personajes se dan cita en un mismo plano, como la secuencia en la cual los ladrones toman té con las amigas de la anciana.

Y que decir de las interpretaciones, Alec Guinness, el futuro y querido Obi Wan Kenobi, es el líder de la banda, el ladrón más temible gracias a su astucia y a su gran parecido con el Max Schreck de “Nosferatu”. Guinness, amante de las transformaciones físicas para sus personajes, tiene aquí una de sus mejores mutaciones. Le acompañan; Peter Sellers, otro de los grandes actores cómicos y camaleónicos del cine, interpretando a un ladrón dubitativo e inseguro, Danny Green como el tipico grandullón ingenuo, Herbert Lom, como el matón del grupo y Cecil Parker como el Mayor Courtney, el mas distinguido y elegante de la banda. Pero si hay un personaje que destacar, este es el de la anciana, Katie Johnson, autentica roba planos de la película, que es capaz de suscitar amabilidad y odio en partes iguales.

"El quinteto de la muerte" consigue, por medio de la comedia, un inesperado suspense en todo momento, que tiene su máximo en las secuencias del robo. Ademas, cuenta con uno de esos insuperables finales, que siempre perdurará en mi memoria. Sin duda, una verdadera joya, por muchas razones, por la sola presencia de Guinnes y Sellers, dos de los mas grandes actores de la historia, por contener algunas de las situaciones cómicas mas divertidas a las que yo he asistido, por su excelente retrato de los barrios perifericos londinenses y sobre todo por sus dosis de mala leche y humor negro, negrisimo.

Una película inimitable, a la que, por supuesto, Hollywood, ya intentó imitar, por medio de Tom Hanks y los hermanos Coen, con un desfortunado toque sureño y de la America profunda en "The Ladykillers", y que no consiguio otra cosa que encumbrar todavia más a la original y traernos al recuerdo este tesoro de la filmografia británica.