19 de diciembre de 2005

Cuando en 1933, Merian C. Cooper, Edgar Wallace y Ernest B. Schoedsack crearon la historia de un gigantesco simio de nombre King Kong, lo hicieron buscando una de las finalidades principales y más antiguas del séptimo arte; la sorpresa, lograr el entusiasmo de la gente, ofrecerles lo nunca visto para alimentar sus sueños.

El ilusionismo y el cine, fueron de la mano desde los primeros dias de este arte. La sociedad de aquel entonces vivia unos días propensos a conflictos bélicos de alta magnitud, represiones, depresiones y todo tipo de condiciones precarias. El cine era una evasión donde la magia, lo insospechado e increible devolvia la vida y la ilusión a esta sociedad.

Eran películas como "King Kong", las que gozaban de un mayor beneplacito del público, precisamente por esa absoluta e increible novedad que suponia, a ojos del espectador, la historia de un mono enorme enamorado de una actriz rubia que era capaz de llegar, por amor, a lo más alto de la ciudad de Nueva York, el Empire State Building.

Casi 73 años después vivimos en una sociedad donde ya no funciona ese factor sorpresa del primer "King Kong", en la que se cree todo visto y oido, y más la historia de este simio conocido por todos. Peter Jackson se embarcaba en una tarea harto complicada, por tamaño, por basarse en una película de gran popularidad, por tocar uno de los iconos de la historia del cine, porque el listón de "El señor de los anillos" estaba muy alto y también muy reciente. Por muchas razones. Sin embargo no dudó en llevar a cabo su versión de "King Kong", esa que, según él, llevaba deseando hacer desde los 8 años.

Francamente hay que aplaudir a este creador de fantasias de la gran pantalla, a un nuevo ilusionista del cine, que maneja con pericia lo digital para conseguir que esa capacidad de sorpresa, soterrada en el espectador desde hace tiempo, salga a la luz de un modo sincero y agradecido. Estamos ante un mago de los fondos de color verde, un mago del cine del siglo XXI que al mismo tiempo tiene un alto respeto por la narración clásica, los sentimientos humanos en una sala de cine y los grandes iconos de la cultura bien sean creados por Tolkien o tengan forma de enorme simio.

"King Kong"
es una preciosa película; apabullante, aventurera, entretenidisima, gigantesca y titánica. Y eso que un remake de esta película era una empresa dificil, de la que Jackson podía haber salido mal parado con el más mínimo error. No hay más que echar un vistazo a lo fallidisima y pésima que fue la versión del 76.
Pero este hombre maneja como nadie la nueva técnica cinematográfica, que afortunadamente para muchos y desgraciadamente para todos, marcará el devenir del cine del futuro. Y sabe jugar con ella para crear buen cine, realista, elegante.
Kong dura poco más de tres horas, una duración excesivamente larga en relación a la historia original y sus posteriores versiones.

Jackson la divide, de manera que nunca pestañeemos, utilizando una narración clásica.
Primeramente nos situa en el Nueva York de los años 30, esplendidamente recreado, presentandonos a sus personajes con sus intenciones y sus problemas en aquellos revueltos días.
Rapidamente y sin apenas darnos cuenta, ya estamos dentro del barco que va rumbo a la famosa "Skull Island" o "Isla de la Calavera" acompañados por Jack Black, tremendo en su papel (siempre me ha parecido un tipo con personalidad, incluso en sus comedias bobas), Naomi Watts, que sabe dotar a su personaje de ternura y torpeza interpretativa (es una actriza de vodevil) y Adrien Brody, que a mi me recordó al tipico galán de la epoca, no excesivamente guapo y buena persona (como pudiese ser James Stewart), además de toda la tripulación cuanto menos variopinta.

No tardarán en empezar las aventuras, con secuencias a cada cual más atractivas; la llegada a la isla calavera, la aparición de la tribu, la huida de los dinosaurios. Todas llenas de viveza, de realismo, cargadas de un ritmo trepidante, con sus debidas pausas para descargar la tensión en el espectador. Una montaña rusa de cine de acción y aventuras, de mundos sorprendentes, dirigidas con mano maestra por Jackson, que se encarga además de dejar bien claras sus fuentes; el Joseph Conrad de "El corazón de las tinieblas", el Spielberg de "Indiana Jones y el templo maldito" y "Parque Jurasico". Está tan en su salsa, que hasta a Jaime Bell (el niño de "Billy Elliot") le brinda una escena de baile.

La aparición simiesca, no ha llegado hasta la hora y media de metraje. Yo no lo había echado de menos hasta entonces. Con él, llega la ternura, la lucha, el romance, el juego de miradas entre Watts y Kong. Un Kong tremendamente creible, expresivo, humano.
La pelea de Kong con los dinosaurios es digna de pasar a la historia del cine como demostración de una utilización completa y perfecta de lo digital dentro del cine. Al igual que la escena de las arañas.
Jackson ofrece escenas de alto romanticismo entre el gorila y la bella actriz, hasta el punto de que esta pueda llegar a encariñarse del gorila. Llegados a este punto mi reloj seguia sin ser consultado por sintomas de cansancio. Todo lo contrario,mi atención estaba plenamente puesta en la historia, sin quitar ojo.

El tramo de Kong en Nueva York es igual de genial que el resto de cinta. Hemos llegado a tener tal grado de cariño con el simio, que el ser humano se convierte en el villano de la historia. Y es que ni la gran cantidad de efectos especiales ha hecho que la esencia del "King Kong" clásico se pierda. Hay algunas de las mejores escenas romanticas vistas en mucho tiempo en cine, en esta película. El baile en el hielo de Central Park es el momento intimo para este amor imposible, para esta historia de la bella y la bestia.

Las consecuencias tragicas son inevitables, el bonito final de la cinta, sabido por todos, esta por llegar y es que... "la bestia contemplo el rostro de la bella y su mano no mató. Y desde aquel día fue como si hubiera muerto".

El "King Kong" de Peter Jackson acaba dejando una sensación altamente grata en el espectador. Demostrando que aun queda cine si los efectos especiales son tratados de una manera tan inteligente y sabia. Habiendo sorprendido a todo aquel que jamas pensaba que iba a ser sorprendido. Demostrando que estamos ante uno de los grandes directores de este siglo. Un ambicioso creador de ilusiones, capaz de levantar cualquier proyecto, por enorme que sea y lograr que el cine siga siendo lo que siempre fue, dos o tres horas de complicidad, evasión y disfrute entre el espectador y unas imagenes en movimiento.

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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

6 comentarios

  1. Si ya tenía ganas de verla no has hecho más que acrecentarlas. Una crítica muy interesante!

  2. Robgordon donde está tu dirección de email? no la veo.

  3. Amigo Red, ya tienes mi direccion de correo disponible en mi perfil.
    Era un campo que no tenía activado.
    Saludos!

  4. Anónimo says:

    Me ha encantado tu manera de describir la película, ha sido como volver a verla de nuevo!

  5. Anónimo says:

    He visto la pelicula y esta muy bien, muy espectacular y respeta el clasico, la única pega que tiene es su larguísima duración. Cine para toda la familia.

  6. Kike says:

    A mi esta peli me pareció cojonuda y la habré visto 5 veces. Lo que no entiendo es como hay TANTOS detractores sueltos por el mundo.