HGW X/77; UN BUEN HOMBRE

La alemana “La vida de los otros” es un film majestuoso. Recientemente galardonado con el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, la cinta de este director treintañero de interminable nombre, Florian Henckel von Donnersmarck, es un solidísimo producto al más puro estilo germano, que funciona con sobriedad como una obra de emociones, como tenso film de espionaje, como eficaz relato de un periodo histórico, como denuncia de represiones y dictaduras, o simplemente como homenaje a las buenas personas.

En la Alemania de 1984, un oficial de la Stasi (el servicio secreto comunista de la RDA) Gerd Wiesler, recibe la misión de vigilar y espiar al escritor Georg Dreyman, el cual, aún siendo afín al Régimen, levanta ciertas sospechas en los más altos mandos. La dureza implacable del oficial Wiesler al servicio del comunismo, no será tal cuando entre en las vidas del escritor y su mujer, la actriz Christa Maria Sieland.

“La vida de los otros” es ya un film clave para entender la liberación que supuso la caída del muro de Berlín, para conocer el agobiante nivel de supervisión que sufrían los ciudadanos de la Alemania Oriental y la alienación humana que conllevaba y para una vez más, despreciar los sistemas totalitarios que ejercen la privación de la libertad del ser.

A través de una puesta en escena austera, gris y asfixiante, que hace de Alemania, un lugar hostil e incomodo, el debut de Henckel actúa como una suerte de Gran Hermano Orweliano que juega con el sentido ético y moral del espionaje de vidas ajenas. El personaje del oficial Wiesler, a priori un trabajador de los más eficientes y rectos con respecto al Régimen, será el que sufra este conflicto entre lo correcto y lo incorrecto de su labor. La fascinante evolución de su personaje, marcará el devenir de la historia y con ella reconoceremos en “La vida de los otros” un canto hacia la bondad del hombre. La soberbia interpretación de Ulrich Mühe, contenida y repleta de miradas imprescindibles, con su cara despiadada en un primer momento y su paulatina conversión debido a las dudas morales que le va planteando el sistema, es el punto fuerte de esta cinta, junto con un cuidadoso guión, también obra del propio Henckel.

“La vida de los otros” es, del mismo modo, un inteligente thriller de espionaje que se sustenta en el desarrollo de unos personajes condicionados en sus vidas por la RDA. Un escritor teatral de éxito (Sebastian Koch, visto recientemente en el film de Verhoeven “El libro negro”), que disfruta de la literatura y de la vida con su mujer, una actriz (Martina Gedeck, la Martha de “Deliciosa Martha”) a la que la presión a la que está sometida le crea desconfianza hacía su talento interpretativo. Ambos representan a esa cultura que siempre ha sido perjudicada por los totalitarismos. Representan a la libertad de expresión en contra de la censura.

Del mismo modo, personajes del lado opuesto como un Ministro, que aprovecha su poder para obtener favores sexuales, o el Teniente Coronel Antón Grubitz, el más claro ejemplo de la persona sometida incondicionalmente a la persecución de cualquier alemán sospechoso de coquetear con Occidente.

Es mediante todos estos personajes, sus encuentros y desencuentros, y sobre todo en esa relación, no física (apenas comparten planos), pero si humana, entre nuestro espía protagonista y la pareja perseguida, donde radica la grandeza de “La vida de los otros”, y en donde Henckel construye un apasionante relato “in crescendo” que nos atrapa y no nos abandona en ningún momento de su metraje.

Su final, conmovedor, no hace más que redondear una película que se sitúa entre lo mejor que se ha hecho en cine europeo en los últimos tiempos, y que completa uno de los debuts más prometedores del cine del viejo continente. Merecidísimo Oscar por tanto, que premia a una película que desprende calidad por todos sus poros y que dejará entusiasmado y pegado a la butaca del cine a más de un espectador.