Lejos de limitarse a ser tan solo el nombre que figure en la realización de la secuela de “28 días después” como una especie de sosias de Danny Boyle, el canario Juan Carlos Fresnadillo, ha tirado de oficio y de talento hasta conseguir que su nombre y apellidos trasciendan como uno de los grandes aciertos de “28 semanas después”. Y nosotros, los españoles, estamos si cabe más sorprendidos y orgullosos de Fresnadillo, por demostrarnos que un director del panorama nacional (ese que está tan de capa caída últimamente) se defiende tan por encima del presupuesto y la propuesta visual que requería esta secuela.Y eso, a pesar de que nosotros, fuésemos testigos de su estupenda puesta de largo en el largometraje como fue “Intacto”, que ya dejaba entrever las inquietudes y el buen hacer del canario.
En “28 semanas después”, Fresnadillo se muestra tan vivo, visceral y contundente como se mostraba Boyle en esa primera entrega que fue capaz de resucitar el cine de zombies. Con una secuela muy bien planteada desde su creación (el guión es del propio Fresnadillo junto a Jesús Olmo, Enrique López Lavigne y asesorados por Rowan Joffe), esta continuación contiene un inteligente enlace con su film predecesor que permite el desarrollo de una nueva historia provista de interés y que además se permite el lujo de abrir nuevas vías para sucesivas entregas. “28 semanas después” es, por tanto, una secuela bien proyectada y ejecutada, y un buen ejemplo de cómo construir una secuela que funcione con y sin su film original, sin fracasar en el intento.
Con un arranque tremendamente agresivo, Fresnadillo atrae rápidamente la atención del espectador y entronca sabiamente ambas partes. La presentación de una familia que es devorada por los portadores del letal virus y el dilema de un padre (Robert Carlyle) que entre salvar a su esposa o escapar, elegirá la segunda opción, abre una vía familiar, vengativa y trágica de propagación del virus. 6 meses después de ese hecho, uno de los tantos sufridos en Inglaterra por esa infección, la cuarentena se ha implanta en la sociedad y un código rojo de aniquilación indiscriminada sobrevolará Londres ante el temor de una nueva plaga.
“28 semanas después” no se distrae y va al grano en todo momento. Es tan brutal y despiadada como lo era “28 días después”. Su cámara es epiléptica para la tensión y reposada en todo lo demás. Es tan entretenida o más que la cinta de Boyle y contiene todos los elementos y situaciones del cine de zombies (aunque en este caso no sean muertos vivientes al uso). La presencia militar, que en “28 días después” cambió, la historia, de tercio desafortunadamente, es aquí utilizada como posibilidad de escape para los protagonistas y leve y soterradamente como denuncia política a la presencia de Bush y compañía en Irak.
La dirección de Fresnadillo instala el terror y el nerviosismo en la sala de cine. La introducción en la historia de esa familia machacada por el virus, da pie a Fresnadillo a utilizar al dolor, la tragedia, la perdida, como vehículos de su narración, aunque siempre interrumpidos por la acción, por la mortal persecución del humano infectado al que no lo es, evitando así que el espectador tenga respiro alguno y que permanezca en tensión constante.
Visto lo visto, parece que con Fresnadillo tenemos a un director de género para rato. El siguiente paso sería el de continuar en la industria internacional, pero con una obra de autoría propia, con la que confirme los buenísimos augurios dejados con “28 semanas después”, una cinta francamente entretenida y a la altura del original.
(P.D; De nuevo "chapeau" para la utilización de la música de John Murphy y también a esa camiseta del Real Madrid que viste el hijo de Robert Carlyle durante unas cuantas secuencias)
En “28 semanas después”, Fresnadillo se muestra tan vivo, visceral y contundente como se mostraba Boyle en esa primera entrega que fue capaz de resucitar el cine de zombies. Con una secuela muy bien planteada desde su creación (el guión es del propio Fresnadillo junto a Jesús Olmo, Enrique López Lavigne y asesorados por Rowan Joffe), esta continuación contiene un inteligente enlace con su film predecesor que permite el desarrollo de una nueva historia provista de interés y que además se permite el lujo de abrir nuevas vías para sucesivas entregas. “28 semanas después” es, por tanto, una secuela bien proyectada y ejecutada, y un buen ejemplo de cómo construir una secuela que funcione con y sin su film original, sin fracasar en el intento.
Con un arranque tremendamente agresivo, Fresnadillo atrae rápidamente la atención del espectador y entronca sabiamente ambas partes. La presentación de una familia que es devorada por los portadores del letal virus y el dilema de un padre (Robert Carlyle) que entre salvar a su esposa o escapar, elegirá la segunda opción, abre una vía familiar, vengativa y trágica de propagación del virus. 6 meses después de ese hecho, uno de los tantos sufridos en Inglaterra por esa infección, la cuarentena se ha implanta en la sociedad y un código rojo de aniquilación indiscriminada sobrevolará Londres ante el temor de una nueva plaga.
“28 semanas después” no se distrae y va al grano en todo momento. Es tan brutal y despiadada como lo era “28 días después”. Su cámara es epiléptica para la tensión y reposada en todo lo demás. Es tan entretenida o más que la cinta de Boyle y contiene todos los elementos y situaciones del cine de zombies (aunque en este caso no sean muertos vivientes al uso). La presencia militar, que en “28 días después” cambió, la historia, de tercio desafortunadamente, es aquí utilizada como posibilidad de escape para los protagonistas y leve y soterradamente como denuncia política a la presencia de Bush y compañía en Irak.
La dirección de Fresnadillo instala el terror y el nerviosismo en la sala de cine. La introducción en la historia de esa familia machacada por el virus, da pie a Fresnadillo a utilizar al dolor, la tragedia, la perdida, como vehículos de su narración, aunque siempre interrumpidos por la acción, por la mortal persecución del humano infectado al que no lo es, evitando así que el espectador tenga respiro alguno y que permanezca en tensión constante.
Visto lo visto, parece que con Fresnadillo tenemos a un director de género para rato. El siguiente paso sería el de continuar en la industria internacional, pero con una obra de autoría propia, con la que confirme los buenísimos augurios dejados con “28 semanas después”, una cinta francamente entretenida y a la altura del original.
(P.D; De nuevo "chapeau" para la utilización de la música de John Murphy y también a esa camiseta del Real Madrid que viste el hijo de Robert Carlyle durante unas cuantas secuencias)
Tengo mucho interés en ver esta película. Apenas aparezca por mi tierra, voy corriendo cual zombie al cine.
Saludos,
Parece que esta segunda parte es más que interesante y deja, con un gran trabajo del director, bien parada a la saga. Saludos!
Marinero (Alberto Q.)
www.lacoctelera.com/traslaspuertas
Tengo ganas de verla. Confío mucho en Fresnadillo...
Saludos
Efectivamente, Fresnadillo ha sabido hacer suya la película, imprimiendo un estilo personal (aunque mantenga las escenas frenéticas y dañinas para la vista en lo referente a los ataques de los infectados, que ya hacían presencia en 28 días después) y consiguiendo que la película se vea como una sola, y no como parte de una saga o simplemente una secuela. Un encargo realizado con carácter de autor, como ya sucede, por ejemplo, a lo largo de la saga Alien. Bien por Fresnadillo, y a ver si de ahora en adelante sigue imprimiendo ese carácter a su cine, que se preve prometedor.
Me gustó bastante la peli.
No había visto 28 días después, pero entendí apenas comenzó la película que poco importaba.
Lo que más rescato es la increíble secuencia inicial (el ataque a la cabaña), la escena con la cámara infrarroja en la oscuridad y el uso que por momentos hace el director del video digital (y que dan a la imagen una textura muy particular).
Saludos.