26 de enero de 2009

Cuando uno ve “En busca de la felicidad” entiende que está ante un producto para el lucimiento de un actor. Will Smith ocupaba en aquella película el 99,9% de los planos y sometía a su gesto interpretativo al drama, con algún retazo de comedia amable. No hay duda que aquella película, que suponía la primera colaboración entre el actor afroamericano y el director italiano, Gabrielle Muccino, tenía, además, la clara intención de llegar a la fibra sensible del espectador aunque lo hacía desde la honestidad y el resultado era óptimo.

Siete Almas” es un paso más allá en lo que a la provocación de sentimientos en el espectador se refiere y sus intenciones son tan lacrimógenas y descaradamente evidentes que este segundo trabajo de Muccino y Smith necesita plantear su historia como un rompecabezas lleno de flashbacks para enmascarar de algún modo tan obvia pretensión.

Si eliminamos esa narración desordenada, recurso cada vez más empleado y que en ocasiones solo sirve para crear unas expectativas banales, “Siete Almas” contiene una historia convencional, nada original y muy propia de un drama de film televisivo.

En una sociedad sin apenas tiempo para detenerse a llorar, “Siete Almas” busca, rebusca y encuentra las emociones del espectador al que incita e invita a soltar la lagrimilla con la historia de un buen samaritano llamado Ben Thomas, capaz de ofrecer todo lo que tiene y más.

La baza de Will Smith, el actor y el tipo más simpático del panorama cinematográfico, explotando su cara de buena persona en un dramón sobre el amor, la vida y la muerte (la otra baza con la que cuenta la película) motivan el carrusel de kleenex por la vía rápida. Con estas condiciones cualquiera podría hacerlo. “Siete Almas” tiene, por tanto, un merito menor.

La realización de Muccino se supedita en exceso a su deconstruido guión, el cual marca de principio a fin el desarrollo de la cinta, demasiado larga y por momentos, plomiza. Los secundarios aparecen y desaparecen (Woody Harrelson, Barry Pepper) y pese a tener un protagonismo necesario para la historia, ceden sus minutos en pantalla al omnipresente Will Smith, verdadera alma de una cinta que recurre continuamente a la tragedia y al romance imposible.

Un romance que en sus minutos de presencia se consolidan como lo mejor de la película, gracias a la buena química entre Rosario Dawson y Will Smith, que con la ayuda de una maquina de prensar y de la música de Charles Aznavour, hacen buenos esos momentos de amor dificil de concluir.

Siete Almas” es de esas películas del gusto popular que contienen un riesgo; el que lleva confundir el llanto con la calidad. Hagan un montaje lineal y verán lo que se encuentran.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

4 comentarios

  1. Ferkurt says:

    Vamos, que es un telefilm de lacrimal en el que sale el puto pesao este dando el coñazo en todos y cada uno de los planos...anda y que le den. A mí ni siquiera me gustó En busca de la felicidad, aunque reconozco que no está mal del todo...

    Y sí, tb estoy un poco harto de la manía de contar las historias con un montaje desordenado, como si eso fuera sinónimo de calidad, cuando en ocasiones lo único que consigue es hacerlo todo mucho más confuso...Me parece un recurso bien empleado en Memento, por ejemplo, indispensable diría yo...Pero en muchos otros films SOBRA.

  2. Anónimo says:

    Por favor, Robert. Sabes cuando se estrena en España "Gran Torino" que para llorar solo tengo que fragelarme los testiculos...

  3. Pues se estrenaba el 20 de Febrero, pero hoy mismo, Warner ha mandado una nota de prensa informando del cambio de fecha...tendremos que esperar hasta el Viernes 6 de Marzo...
    Larga va a ser la espera.

    Saludos y cuida tus testículos!

  4. Anónimo says:

    Eh, soy el de antes:

    despues de ver 7 almas, ya solo me queda un testículo. No se si llegaré al 6 de marzo.

    Aunque no te preocupes, luego empiezo con mi ovarios