30 de abril de 2009

Sería conveniente apreciar como merece el momento en que se encuentra el cine de animación. Una época en que conviven en perfecta sintonía la evolución técnica de Pixar con la tradición de Ghibli Estudios, el cine trepidante, sutil y lleno de matices adultos de Brad Bird contra el toque infantil, artesanal y encantador del maestro Miyazaki. Un momento que nos permite disfrutar de igual manera de proyectos tan diferentes como “Wall-E” o “El Castillo Ambulante”.

Ponyo en el acantilado” es la más reciente maravilla del japonés Hayao Miyazaki. Una obra perfectamente enmarcable dentro del cine de este animador, donde el compromiso con la naturaleza, el ingenio en los universos recreados y el tono deliberadamente naif vuelven a ser las señas de identidad.

Versión muy libre de “La Sirenita” de Hans Christian Andersen, “Ponyo en el acantilado” narra la historia de una niña pez que entabla amistad con un niño que la recoge del mar. Esta sencilla trama argumental es suficiente para que Miyazaki desarrolle una aventura con mensaje ecológico implícito, tal y como ya hiciese en “La princesa Mononoke” o en “El viaje de Chihiro”, por citar tan solo dos de sus mejores obras. Miyazaki busca inculcar su idea de entendimiento entre el ser humano y la Tierra (en este caso la coexistencia con el mar) del responsable uso de los recursos naturales y también de la amistad, y lo consigue con el gran resultado habitual en su cine, en el que no solo los niños salen satisfechos con el mundo imaginado por el japonés, sino que también los adultos son capaces de apreciar la enorme sensibilidad y lirismo que desprenden las imágenes de este creador.

Hay un extremo tacto en cada plano de “Ponyo en el acantilado”. La delicadeza del cine de Miyazaki está en su máximo grado en este trabajo, donde su trazo, sus silencios, los personajes (los fantásticos y los reales) y la música de su compositor habitual, Joe Hisaishi destacan en particular y en conjunto. De ahí que “Ponyo en el acantilado” como “Mi vecino Totoro” o “El viaje de Chihiro” sea un cine hipnótico, mágico y sincero que debería ser considerado de obligado visionado para los pequeños de todo el mundo.

Como película gestada como un regalo a su propio nieto (Miyazaki cuenta con 70 experimentados años), “Ponyo en el acantilado” es probablemente la obra más infantil de toda su carrera cargada de inocencia y bondad (no existe un solo antagonista o villano en toda la película). Una obra necesaria, vitalista y mucho más que recomendable para los padres y sus hijos. Saldrán todos encantados.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

3 comentarios

  1. Harri says:

    me ha parecido una película increíble. qué pena que para la próxima película haya que esperar, ya que Miyazaki se va a tomar tiempo para sí mismo.

  2. Assuwa says:

    Miyazaki es todo un referente de la animación y "Ponyo" no puede más que ser un imperdible.

    Talentos como los de este realizador dan la esperanza que el 3D no tenga el monopolio absoluto del futuro. Buena reseña, considerando la invitación sincera al visionado de esta sobresaliente película de animación.

    Saludos.

  3. Anónimo says:

    Alberto Q.
    www.lacoctelera.com/traslaspuertas

    "Mi vecino Totoro" y "El viaje de Chihiro" me parecen más entrañables pero PONYO también está muy bien.

    Por cierto, yo también recomendaría PORCO ROSSO a los que no la hayan visto.

    Saludos!!!