Sorpresiva y contundente. Así ha sido la decisión tomada por la Academia norteamericana de Cine y hecha pública el pasado Miércoles día 24 de Junio.
A partir de 2010, es decir, en la más inmediata edición de los premios Oscar, estos galardones contarán con diez films nominados en su categoría estrella, la de Mejor Película, en lugar de los cinco que han venido compitiendo tradicionalmente desde que este sistema se puso en marcha en los años 40.
No sería la primera vez que tantas películas opten por la máxima estatuilla, en los años 30 y 40, diez películas o más podían ser candidatas, pero eran otros tiempos y Hollywood se regía bajo un sistema diferente.
Ahora este cambio responde principalmente a cuestiones económicas y de marketing, donde la crisis tiene su parte de culpa, pero también a las cada vez más frecuentes y poderosas protestas de cinéfilos y seguidores ante la ausencia de determinados títulos entre las nominadas.
Está claro que diez películas con la vitola de “nominada al Oscar” recaudan más que cinco, y que eso, en tiempos difíciles, viene de perlas a la gran industria del cine de cara a las cifras de taquilla. La audiencia televisiva juega igualmente un importante papel. La retransmisión de la ceremonia más glamourosa y atractiva del año había perdido un alto número de adeptos en sus últimas ediciones, por lo que este aumento en las películas nominadas se puede considerar como la enésima (¿y definitiva?) táctica de la Academia para conseguir atraer a las pantallas a un mayor número de espectadores.
Temas económicos aparte, con esta decisión la Academia beneficiará a su propia imagen. Considerada rancia y poco propensa a los cambios que la industria del cine demanda, el doblar el número de películas con opción a premios permitirá a la Academia hacer esos amigos a los que antes hubiese dado la espalda. El alto nivel de calidad del cine de animación y en concreto de la factoría Pixar, el cada vez mayor número de cintas independientes potencialmente nominables, los blockbusters serios, de éxito y con legiones de incondicionales fans tras ellos, el siempre denostado género de la comedia, o las películas extranjeras multipremiadas en festivales han puesto en aprietos una y otra vez a la acomodada Academia, reacia a admitir a estos grupos en sus gustos.
Los casos de la elección de “The Reader” en lugar de “El caballero oscuro” o la ausencia en años anteriores de películas popularmente consideradas como “Wall-E” o “Hijos de los hombres” no ocurrirían con este nuevo modelo, aunque la calidad de la producción cinematográfica de cada año pueda provocar inmerecidas presencias (algo que en ocasiones ocurre en los Globos de Oro, los cuales distinguen cinco películas dramáticas y cinco comedias o musicales) que jamás habrían cabido bajo otras circunstancias.
Con este giro inesperado e histórico habrá que mirar con atención a otra categoría que permanece inamovible pero que será la que haga la criba de las favoritas. La candidatura a Mejor Director será desde ahora la categoría de mayor peso y la que diga que películas son serias opciones de premio, cuales quedarán en terreno de nadie o cuales son un simple relleno.
25 de junio de 2009
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La verdad es que muchos años ya es muy dificil encontrar un quintento decente así es que entrará de todo. A mí me parece sencillamente abaratar el Oscar. Es lógico, llevan tres años premiando películas digamos "artísticas" (Infiltrados, No country.. y Slumdog ) que ahora quieren hacerse los modernos. En fin, ya veremos, pero a mí en principio, no me hace mucha gracia. O quizá soy yo la que sobrevalora un Oscar.
Se colarán películas de medio pelo... con 10 candidatas hubiese entrado en su día "Mi gran boda griega"...eso, a mi, me da pavor, escalofrios e instintos suicidas...