24 de mayo de 2010

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Ridley Scott se ha abonado a la monotonía. El que fuera director de “Blade Runner” acumula ya una serie de títulos que mantienen su estatus dentro de la industria gracias al gran empaque de cada nueva producción, pero en los que el realizador inglés demuestra constantemente que tiene poco o nada que contar.

Robin Hood es, al igual que “El Reino de los cielos” o “Un buen año” (y si me apuran, "American Gangster"), un producto cuya impecable magnificencia esconde una alarmante reiteración de ideas, escasez de emociones y realización insípida. Si cabe, esta adaptación del justiciero de los bosques es todavía más delictiva dentro de la carrera reciente del director de “Alien”, al entregarse este definitivamente a la tendencia irrespetuosa en la que Hollywood está instalada y en la que no existe desaprobación alguna a la hora de tomar grandes personajes cinematográficos y literarios como reclamo, traicionando posteriormente su esencia en favor de una taquilla inicial más que estimable y una probable franquicia a explotar.

El Robin de Ridley Scott, como la Alicia de Tim Burton es totalmente desconocido para el espectador. Ni roba a los ricos, ni se esconde en los bosques de Sherwood, ni se enfrenta al pertinaz Sheriff de Nottingham. Tras esta adaptación se esconde una inesperada precuela, una especie de “Robin Hood; Episodio 1”, donde guionista (Brian Helgeland) y director elaboran bajo un modelo manido las conspiraciones, relaciones y disputas épicas, nobles y medievales, confeccionando así un “Gladiator” de otra época y lugar.

No hay un ápice de riesgo en esta libre versión que basa todo su éxito en las interpretaciones de un casting trillado (Russell Crowe haciendo de Maximus Decimus Meridius con mallas, Cate Blanchett como Lady Maryan y Mark Strong en su enésimo papel de villano) y una dirección repleta de los lugares comunes con la Scott se ha asegura no fracasar. Sólo contemplar la madurez en pantalla de un actor como William Hurt al que hace años se le acusaba, precisamente, de falta de presencia en pantalla, y la vigencia de un veterano como Max Von Sydow compensan el costoso recorrido del espectador por estas dos horas y cuarto de épica descafeinada y anémica de emociones.

Llegados a este punto, es momento de darse por vencidos. Dejemos de buscar el talento del director de "Los duelistas", "Blade Runner" y "Alien", en sus nuevos trabajos, Ridley Scott está acomodado en el oficio y ya ni siquiera es capaz de hacernos vibrar con un personaje cuyas flechas por si solas siempre han sido sinónimo de aventuras y diversión.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

2 comentarios

  1. Mary Poppins says:

    Un plomo de peli... una pérdida de tiempo y de dinero...

  2. Dr. Ender says:

    No creo que sea una película mala. La vi ayer y la idea con la que salí del cine fue que Sir Ridley Scott había perdido personalidad, pero no creo que haya perdido su buen hacer sino que incluso lo ha mejorado.

    No podemos comparar Red de Mentiras, El reino de los cielos o este Robin Hood, con Alien, Blade Runner o Gladiator (si, la incluyo aquí), pero no por que sean malas películas sino por la falta de personalidad de la que adolecen. A pesar de esto, Scott es un muy buen director digamos "técnico", sabe donde poner la cámara en cada momento, sabe que pedirle a sus actores, y sabe que tiene que hacer y como hacerlo en cada momento para terminar su película.

    Es probablemente uno de los mejores directores de cintas épicas en la actualidad, y aunque es cierto que la marcada identidad y que tenían sus anteriores películas la ha perdido, sigue siendo un gran director y Robin Hood es la prueba de ello.