Ambicioso y muy interesante es “También la lluvia”, el sexto trabajo de Iciar Bollaín (“Te doy mis ojos”, “Flores de otro mundo”) tras las cámaras, la cual junto a Paul Laverty, guionista habitual de Ken Loach y pareja sentimental de la directora, ha viajado a Bolivia para ofrecer una completísima película que fluye perfectamente entre los diferentes niveles que propone.
“También la lluvia” supone algo de novedad en el enclaustrado cine social español, un subgénero en sí mismo en el que Bollaín se ha movido durante toda su carrera. Es cierto que volvemos a la denuncia, a la descripción y habitual crítica de la carencia de libertades de países de menor desarrollo, pero esta vez Bollaín utiliza el metalenguaje fílmico para alcanzar ese fin, acercándose al objetivo a través de una de esas historias de "cine dentro del cine”: las vicisitudes de un equipo de rodaje en la Bolivia pre-Evo Morales para poder finalizar su película una vez que estalla la llamada “guerra del agua” que enfrenta al pueblo y al Gobierno del país indígena.
El verdadero logro de Bollaín y Laverty radica en el perfecto acoplamiento de las piezas que participan en los tres frentes que ambos manejan; el complicado rodaje en Bolivia y el levantamiento popular, así como el retrato de la América recién descubierta por Cristóbal Colón, argumento principal de la película que dentro de “También la lluvia” se lleva a cabo y que contrastada con la citada “guerra del agua” sirve para poner en evidencia las escasas diferencias de libertades y derechos en una misma población con un margen de 500 años. Del mismo modo, “También la lluvia” funciona en un tercer ámbito, como relato de los problemas de rodaje de una producción de no demasiado presupuesto en localizaciones que presentan conflictos.
Personajes como el de Daniel, el rebelde boliviano de marcado físico y Antón (un maduro Karra Elejalde que pide a gritos el Goya por este papel), el indómito actor que encarna a Cristóbal Colón en la ficticia película, son tesoros guardados por el guión de “También la lluvia”. Sus personajes reflejan el pasado, el presente y el futuro de Bolivia planteando continuos dilemas morales a sus compañeros de batallas y por ende al espectador, ubicado de una manera rápida, atractiva y bastante cinematográfica (estamos ante una película notable en lo visual y excelentemente rodada por Bollaín) en el contexto y el problema de la población boliviana. Bollaín utiliza con gran provecho las armas narrativas del cine para concienciar y hacer pensar al público y además hace de “También la lluvia” un entretenidísimo film con mayor nervio que los de su especie.
Su buen reparto- Luis Tosar, Gael García Bernal, Raúl Arévalo- se encarga de todo lo demás hasta completar el competente resultado final de una película que será la encargada de representarnos en la próxima edición de los Oscar y que aporta frescura en su forma -que no en su fondo- a la recurrencia del cine social español.
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