28 de febrero de 2011

El rey volvió a coronarse. Desde “Shakespeare in Love” en 1999, la Academia de Hollywood no había vuelto a rendirse a los encantos de la flema británica. Curiosamente, aquella edición supuso el descubrimiento de las infalibles estrategias del orondo productor Harvey Weinstein cuyas artes eran capaces de impedir que directores tales como Spielberg ganasen el Oscar en favor de comedias ligeras rodadas en las islas de la reina madre.

Weinstein reinventó los Oscar tal y como se conocen hoy, inventó la agresividad en las campañas de promoción de cara al premio y demostró que poderoso caballero es don dinero cuando de lo que se trata es de arrebatarle la ansiada estatuilla a tu rival. Este año Weinstein lo ha vuelto a hacer.

Cuando todo el mundo daba por sobrada campeona a la muy lúcida red social de Fincher y Sorkin, apareció un rey tartamudo metido en una película pequeña, correcta y sobria titulada “El discurso del rey”, la típica producción británica habituada a figurar entre las nominadas pero cuyo academicismo exacerbado y su extrema moderación siempre le impedían un logro mayor que el de algún premio interpretativo aislado.

El discurso del rey”, contra pronóstico, recopiló todos los premios de los Gremios Cinematográficos que marcan el devenir de los Oscar y desde ese momento nadie le discutió un premio que hasta entonces Fincher tenía en el bolsillo.

Es cierto que sería injusto señalar a Weinstein como el único responsable del Oscar conseguido por la historia del rey Jorge VI y un error olvidar las virtudes (que son muchas) de la película de Tom Hooper, sin embargo el tiempo dirá que obra del 2010 tenía más “hechuras” de clásico, si un emocionante pero contenido film de aire british, o un ágil y actual relato de un Foster Kane moderno llamado Mark Zuckerberg.

Por otra parte, poco se puede reprochar al reparto de premios de esta edición. Técnicamente “Origen” era la mejor cinta del año y así lo reconocieron sus estatuillas en efectos visuales, sonido o fotografía. “Toy Story 3” recogía no uno, sino dos galardones a acumular en la gigantesca estantería de la compañía Pixar, Natalie Portman con su física y entregada interpretación en “Cisne Negro” merecía un Oscar que ha servido además como reconocimiento a una carrera excelentemente encauzada desde su infancia, Christian Bale celebraba el premio por una nueva demostración de “camaleonismo” y Colin Firth personificaba la entereza y elegancia que siempre ha tenido la interpretación inglesa. Melissa Leo, a su vez, demostraba que la autopromoción también puede proporcionar un Oscar.

Únicamente el poco protagonismo de directores Fincher, Aronofsky o Nolan en los premios puede empañar el muy repartido y calibrado reparto de galardones de este año. A buen seguro tendrán más oportunidades en el futuro, siempre y cuando poderosos productores no se entrometan en el reconocimiento por parte de una industria que ellos mismos se están encargando de renovar y enriquecer.
Lista de ganadores aquí
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

1 comentarios

  1. inquiline says:

    Justamente citas dos años en los que la película que ganó era casi la que menos lo merecía de todas las nominadas. Anoche triunfó la mediocridad, salvo por sus actuaciones, una película del montón.