21 de junio de 2013


SUPERMAN 1978. LA PIONERA

You´ll believe man can fly. “Superman” de 1978, no solo es la primera versión capaz de hacernos creer de la existencia en carne y hueso del hombre de acero sino que también se convirtió en una pionera del género de superhéroes tal y como lo conocemos. Su existencia se la debemos a la familia Salkind, Alexander e Ilya, que contra las intenciones de Warner Bros. se empeñaron en elaborar una gran producción a la altura de Superman sin escatimar gastos ni nombres en su reparto. En su empeño firmaron a dos pesos pesados de Hollywood, Marlon Brando (rompiendo el mercado salarial de la industria) y Gene Hackman, cuyos nombres aparecen en primer lugar en los créditos ascendentes iniciales, y consiguieron a un director como Richard Donner, que venía de triunfar con “La Profecía” y que encontraba con “Superman” la oportunidad de coronarse con director dotado para grandes cometidos.

Aunque Robert Redford, Paul Newman o incluso Clint Eastwood fueron opciones para encarnar a Superman, Richard Donner y su intención de dotar de verosimilitud al proyecto hicieron que el elegido fuese un actor semidesconocido que a la postre se convertiría en una fabulosa elección de casting que se mimetizaría a la perfección con el personaje a ojos del espectador. Christopher Reeve, luminoso, hercúleo, seductor como Superman, torpe y encantador emulando a Cary Grant tras las gafas de Clark Kent condensó en su figura todos los atributos del superhombre creado por Siegel y Shuster y sobre sus hombros recayó todo el peso y el éxito de esta película ejemplar, rodada conjuntamente con su segunda entrega y plagada de excelentes elecciones de guión, por mucho que diferentes manos como las de Mario Puzo, Tom Mankiewicz, Robert Benton y David y Leslie Newman escribieran y reescribieran la traslación de los comics a la gran pantalla.

“Superman” son muchas películas en una sola. Un híbrido en el que se reunían ciencia-ficción de bajo presupuesto, serial radiofónico, screwball comedy, slapstick, cine teen, drama fordiano (esos planos en la casa de los Kent) y por supuesto romance y acción. Y en todas ellas secuencias imborrables para el recuerdo del espectador, desde la primera aparición de Superman con el rescate del helicóptero hasta el bucólico paseo aéreo de Superman y Lois Lane con las magistrales notas de John Williams sonando de fondo.
La película está dedicada al director de fotografía Geoffrey Unsworth, fallecido al termino del rodaje. Su labor dotó de entidad y luz al superhéroe y como tal lo comprendimos para siempre. Gracias a él, al diseño de producción de John Barry, la música de Williams o el vestuario de Yvonne Blake, Superman siempre tendrá colores llamativos, fanfarrias incansables, una Metrópolis resplandeciente y una luz irrepetible.




SUPERMAN II (1980). LOS SALKIND MANDAN

Sabido es que Donner rodó “Superman” y “Superman II” paralelamente. Incluso contaba con más cantidad de material rodado de la segunda entrega que de la primera cuando los Salkind ordenaron a Donner centrarse en acabar la primera y detener la parte restante del metraje de la secuela. Por una parte era algo lógico. A ojos de los productores, sin todavía conocer el éxito en taquilla de la primera parte era una tarea arriesgada seguir derrochando presupuesto en la segunda y dilatando los plazos de rodaje de la primera. Solo Donner parecía seguro del futuro triunfo, pero la última palabra fue de los Salkind.
Tanto es así que cuando “Superman” confirmó con su más de 300 millones de dólares de recaudación que era una de las películas más taquilleras de la historia, los Salkind, hartos del perfeccionismo de Donner, prescindieron de él para acabar de rodar el aproximadamente 30 % de metraje restante.

Con la llegada de Richard Lester, el director de las películas sesenteras de “Los Beatles” y amigo de los Salkind desde el rodaje de “Los mosqueteros”, “Superman II” cambió de tono. De una entrega continuista con la primera pasó a ser un film más enfocado a la comedia, con numerosos cambios de guión que eliminaron partes ya rodadas por Donner (la razón de la liberación de Zod y compañía de la Zona Fantasma, el descubrimiento de la identidad de Superman por parte de Lois) y rodaron en nuevos escenarios (la torre eiffel, las cataratas del niágara).

A pesar de los problemas argumentales que pudo provocar la ausencia de Donner (Hackman se negó a rodar si no estaba Donner) y su posterior reescritura,  “Superman II” mantiene la dignidad de la franquicia que progresivamente fueron perdiendo las siguientes entregas. Contiene la magnética presencia de Terence Stamp, la coherencia con la primera entrega y un climax a la altura. Y aunque Superman actuase inconscientemente dando todos sus poderes por el amor de Lois, nada como volver para vengarte de ese chulo de bar que te increpó para que el espectador entienda justificado el arranque de amorío del superhombre.






SUPERMAN III (1983) LESTER EN SU SALSA

No hay más que ver sus minutos iniciales, más propios de una película de Blake Edwards que de una cinta de superhéroes para entender el poder absoluto de Richard Lester a los mandos. La franquicia viró hacía la ligereza con esta tercera entrega en la que se confirmaba la ruptura de muchos de los elementos de las dos primeras entregas (Luthor, Lois, el Daily Planet), y pasaba a ser una película que otorgaba más minutos en pantalla a Superman (volviamos a Smallville, encontrabamos a Lana Lang) y a Richard Pryor, cómico de moda en la stand-up comedy de entonces en los EEUU y que aquí se unía a un clan de villanos espantoso, liderado por Robert Vaughn.

A pesar de cambiar claramente su rumbo, “Superman III” no deja de ser un simpático producto sin pretensiones, menos ambicioso y más cercano al film de bajo presupuesto en el que gozaremos al ver a nuestro hombre de acero luchar contra si mismo, enderezar la torre de Pisa o destrozar el mobiliario de un bar con cacahuetes. Superman encontraba su lado oscuro por culpa de la kryptonita empobrecida, algo que a la postre, no impediría derrotar al delirante y kitsch plan de construir una computadora gigante capaz de convertir a uno en un robot por arte de magia.




SUPERMAN IV, EN BUSCA DE LA PAZ (1987). HOMBRE DE ACERO VS HOMBRE NUCLEAR

Ya no están los Salkind, la ochentera compañía Cannon Group ha comprado los derechos, Christopher Reeve escribe el desarrollo de la historia, pide ser director de la segunda unidad y se garantiza un futuro empeño, el de rodar “El reportero de la calle 42”. Como los productores de origen húngaro ya no tienen nada que ver, Gene Hackman y Margot Kidder aceptan volver al reparto. Parece que todo se ha vuelto a encauzar, pero no.

Y lo cierto es que “Superman IV” empieza mostrandose como una película esmerada, aplicada, con Clark volviendo a Smallville a vender la casa de los Kent, colaborando con los EEUU en la lucha nuclear y con la redacción del Daily Planet volviendo a gozar de protagonismo con la presencia de los nuevos dueños (Mariel Hemingway). Pero lo que parecía un loable intento de continuar la saga se va directamente al garete cuando Luthor y su querido sobrino (un joven Jon Cryer, el de “Dos hombres y medio”) urden un plan del que nace el pero villano jamás creado, “El hombre nuclear”, encarnado por un actor rubio oxigenado y tanorexico que lo mismo se enfrenta a Superman en la muralla china que en mitad del espacio. Entre tanto hay unos apuntes del envejecimiento de Superman que aparecen y desaparecen del metraje dando mayores dosis incongruencia a la película y lo que parecía una entrega más centrada y menos humorística, acaba siendo un caos de proporciones espaciales. Y hablando del espacio, el hombre nuclear rapta y se lleva a Mariel Hemingway más allá de la Tierra, desafiando todas las leyes universales que impiden que el ser humano cabalgue a sus anchas por el espacio. Suerte que Superman provoca un eclipse para acabar con semejante desaguisado.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

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