En diferentes entrevistas Ron
Howard ha afirmado saber tanto de Fórmula 1 como cualquier español medio antes
de que apareciese Fernando Alonso. Nada. Sin embargo, Howard, director con
picardía adquirida, típico picaflor de géneros suele apañarselas para ofrecer
películas con aparentemente sobrado conocimiento de la materia en cuestión.
“Rush”, a pesar de estar dirigida por un confeso ignorante de las carreras
automovilísticas es una película capaz de transmitir la pasión por el universo
de velocidad, exceso y lujo de la F1 resultando un título muy competente a la
hora de agradar al seguidor de este deporte como al que todavía cree que una
“chicane” es una señora de Mexico.


Porque todavía no lo hemos dicho,
“Rush” es la historia de los pilotos Niki Lauda y James Hunt. El particular enfrentamiento
con aureola de tragedia de dos seres antagónicos en el mercado de la Fórmula 1
cuando ésta era más agreste y temeraria de lo que se conoce hoy en día. Dos
personajes descritos a través de la ambición personal y la aspiracion
profesional. Dos egos opuestos pero irremediablemente necesarios entre sí presentados
como celebridades indomables y llenas de carisma que Howard eleva a la categoría
de dioses del volante. Su mutuo “tour de force”, en lo que tiene mucho que ver
los excelentes trabajos y empatía entre Daniel Brúhl y Chris Hemsworth (hay
actor más allá de Marvel) engrandece el retrato de ese circo ambulante de los
monoplazas, creando una estrecha relación entre la espectacularidad de lo
cinematográfico y lo automovilístico, entre ficción y realidad.
“Rush” es, en definitiva, un
nuevo pequeño logro para la carrera de Ron Howard, ese hábil artesano del que
nunca se debe dudar su capacidad para el entretenimiento de primera, así como
también una promoción de la Fórmula 1 tan positiva como la irrupción del piloto
asturiano que ahora lidera la escudería que una vez hizo grande el accidentado
Lauda.
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