7 de abril de 2015

Repasemos la carrera reciente de Will Smith. Además de acudir como invitado a “El Homiguero” en cuanto surge la ocasión, el que fuera príncipe de Bel-Air, Muhammed Ali o tipo duro que acababa con invasiones alienígenas, procura, desde algo más de un lustro, volver a ser esa estrella capaz de alternar productos que superaban con suma facilidad los 100 millones de dólares en taquilla, con otros que le reportaban nominaciones al Oscar a Mejor Actor.

Desde “Hancock” y “Soy leyenda”, que en 2007 recaudaron más de 200 millones de dólares, Smith no ha levantado cabeza. Tampoco es que se haya prodigado demasiado en pantalla. Sin contar sus dos cameos en “Anchorman 2” y en la desastrosa “Cuento de invierno”, sus papeles protagonistas se reducen a un intento frustrado de ser nominado al Oscar, “Siete Almas”, una reaparición descafeinada en la saga cinematográfica que le dio la gloria, “Men In Black 3”, y especialmente, “After Earth”, esa aventura familiar donde Will Smith pensaba más en la carrera de su hijo Jaden que en la suya propia, tachada de apología de la cienciología y surgida en el peor momento crítico de su director, M.Night Shyamalan. No es que “After Earth” sea la peor película en la filmografía de Will Smith (acordémonos de “Hitch, especialista en ligues”), pero sí la que reunía un cúmulo de factores más dañinos para el maltrecho status de estrella del actor en aquel instante.

Recordemos ahora lo resultonas que son las películas de trileros, estafadores, truhanes, chantajistas, timadores. Por norma general, son cintas que suelen salvar sus carencias de guión recurriendo a las artimañas insólitas de sus astutos protagonistas, jugando esta baza casi siempre en su parte final acompañada de un redoble de tambores y un golpe de platillos. El espectador más impresionable puede entender el asombro de una estratagema bien ejecutada en pantalla como sinónimo de película admirable. Vamos, películas de truco que tienen truco. Ejemplos reciente hay a puñados; “Ahora me ves” llevaba las trampas al extremo, “Trance” de Danny Boyle asociaba el engaño a la manipulación psicológica o “La gran estafa americana” disfrazaba el timo hasta reducirlo a la mayor ordinariez narrativa.

Quizás por eso, a la espera de encontrar un proyecto mayor con el que ser la estrella taquillera que fue (¿será “El Escuadrón Suicida” de DC Comics?), Will Smith ha elegido con “Focus” (dirigida por Glen Ficarra y John Requa), cinta de timadores de altos vuelos, una opción de seguridad. Fiable. Sin un ápice de riesgo. Con la que agradar y evitar un nuevo fracaso.

Focus” es, precisamente, una evasión nada atrevida. Intrascendente y de naturaleza efímera. Con una construcción de personajes escasa, pero una capa de lujo y opulencia en forma de coches deportivos, ropa de marca, localizaciones soleadas y prósperas, torsos musculados desnudos y universos como el circo de la Fórmula 1 que llaman a dinero. Abundancia y esplendor con el fin de aparentar ser un producto superior a lo que realmente es; una simple historia romántica aderezada con secuencias de trucos ingeniosos llevados a cabo por estafadores estilosos como gancho fácil para el que está mirando. Con unos cuantos flashbacks que te explican lo que ha pasado pero no el momento en el que te han colado la trampa. Lo que se dice, "vender el oropel".

También hay chicas guapas y estilizadas, claro está. Y en esto último está el factor incontrolable que Will Smith no ha visto venir. Se llama Margot Robbie y nos la presentó Martin Scorsese. Ya le jugó de tú a tú al mismísimo Leonardo Di Caprio haciendo las veces de esposa del mismísimo Jordan Belford en “El lobo de Wall Street”, y ahora luce radiante como rubia arrebatadora y ladrona, robando planos, atrayendo miradas y demostrando que tiene un tremendo magnetismo para la pantalla. Similar a cuando Grace Kelly desviaba la atención de Cary Grant en “Atrapa a un ladrón”. Parecido a cuando Michelle Pfeiffer deslumbraba bajándole los humos al Tony Montana encarnado por Al Pacino en "Scarface".

Lo que menos necesitaba la carrera de Will Smith era una actriz incipiente frente a su leve aunque evidente estado actual de declive. Margot Robbie fija la atención de "Focus" y, como la ladrona a la que interpreta, se la roba a Will Smith, que ante ella, poco más puede hacer que un desfilar de gestos interpretativos torpes y huecos. Un imprevisto del cual, a Smith, le conviene aprender, no vaya a ser que en la megaproducción citada de DC. Comics, donde vuelve a compartir planos con Margot Robbie, esta se adueñe de nuevo de la pantalla, y deje la carrera del bueno del principe de Bel-Air sin soluciones.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

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