A Hollywood le gusta mucho oriente. Ya sea para hacer remakes de sus cintas de terror ("The Ring", "Dark Water", "El Grito") , para premiar a su cine más aventurero y épico ("Tigre y Dragon", "Hero") o para hacer un ejercicio de auto-orientalización en películas como "El último Samurai", lo que les permite crear films de impecable factura donde lo que importa es la bella recreación de una cultura exótica.
Por esta última razón, "Memorias de una Geisha" de Arthur Golden (best seller leido por medio planeta), era la novela perfecta para la meca del cine. De ahí que Steven Spielberg estuviese empeñado en dirigirla, aunque finalmente solo haya quedado en labores de producción, para ser Rob Marshall el encargado.
En "El último samurai", el lucimiento venia de la mano de la descripción del mundo samurai, con sus artes guerreras, sus armaduras, sus misticismos. Ahí era donde Edward Zwick, su director sacó el máximo partido y por lo cual, "El último samurai" quedó en la retina de muchos, independientemente de su historia o el protagonismo absoluto de Tom Cruise.
"Memorias de una geisha" ofrecía la misma posibilidad cinematográfica que "El último samurai", pero en esta ocasión en un universo de delicadas y sumisas geishas en lugar de valientes guerreros.
Y eso es lo mejor de "Memorias de una geisha", ese magnifico vestuario, su recreación de todo el mundo oriental, una fotográfia de Dion Beebe francamente buena y una música de John Williams, que si no esta entre sus obras maestras, le falta poco para estarlo.
Otro tema bien distinto es que se haya conseguido plasmar con acierto las intenciones literarias de Golden. Ahí es donde falla "Memorias de una Geisha" y donde echamos de menos que no haya sido Spielberg su artifice detrás de las cámaras.
"Memorias de una Geisha" nos cuenta la historia de Chiyo-Sayuri, desde su más tierna y dura infancia hasta su conversión en geisha. Es su personaje el que da título a la película, son sus memorias, sus vivencias las que guian todo el film.
El primer error de Rob Marshall lo encontramos en su retrato de la Chiyo infantil. Uno no puede sentir las vivencias del personaje protagonista, si no ha tenido la mínima oportunidad de encariñarse con el personaje. Marshall no prepara el terreno, no nos permite sentir pena, tristeza, cariño o compasión por Chiyo. La adentra en un carrusel de situaciones tan rapidas como frias, sin tiempo para reconocernos en la pequeña niña de ojos rasgados.
Y aquí me vino a la mente al joven William Wallace de "Braveheart". Solo la escena en la que el Wallace infantil descubre ante sus ojos la matanza realizada a su gente querida ya identifica al espectador con la tristeza del niño y justifica sus posteriores actos e intenciones.
Marshall no dedica tiempo a esa faceta y eso marcará de manera negativa el devenir del resto de la película.
"Memorias de una Geisha" es una narración clásica de buenos muy buenos y malos muy malos. Y lo son "porque sí". Segundo gran error de Marshall y falta de mano maestra por su parte. Y aquí me viene a la mente la reciente "Oliver Twist" de Polanski, en la cual, a pesar de no ser una de las mejores versiones de la novela de Dickens, la mano del director polaco se notaba en la profunda rabia que sentiamos cuando Oliver era arrebatado de la casa del ricachon que lo acogia. Ese ricachon nos había caido fenomenal y Fagins y sus secuaces todo lo contrario. De ahi que los hechos ocurridos atraigan nuestra atención.
Conforme va transcurriendo "Memorias de una Geisha" caemos en la cuenta de que la cinta adolece de alma, de personalidad, de caracter. Es cierto que tiene buenos momentos, como la formación de Sayuri como Geisha, pero estos, están contados con los dedos de una sola mano.
Y ese esfuerzo plástico, músico, decorativo, maravilloso en definitiva que tiene "Memorias de una Geisha" se desaprovecha con las carencias en la dirección, a la que tampoco ayuda un guión sumamente convencional, sin apenas alardes, que se limita a copiar con total literalidad pasajes de la novela y a quitar de golpe y porrazo otros.
"Memorias de una geisha" es una película preciosista, con buenas actuaciones (en especial de Zhiyi Zang y Michelle Yeoh) , bonitos paisajes, bellisima música. Un drama tan clásico como plano y carente de alma en buena parte del metraje. Se ve con agrado pero nunca entusiasmará.
Habrá que esperar a la tercera película de Marshall, para conocer si las buenas maneras apuntadas con la oscarizada "Chicago" fueron solo un espejismo.
De momento con esta, su segunda película, no ha hecho más que engrosar la nómina de bonitas películas orientales made in America.
Guau!!
Vi a Memorias..., Oliver..., El ultimo..... Chicago, y tienes la misma percepción que me quedo, no me llenó para nada Memorias, y vi Transamérica y tambien cambió mi favorita al Oscar como mejor actriz.
Muy bueno y objetivo tu post.
Saludos Tequileros
He visto su blog y me ha interesado, si le interesa, podemos enlazarnos, a mí también me gusta mucho el cine, y fíjate el sabado llegué del cine de ver esta misma película, y ahora hace poco hice la crítica, quizá te interese pasar a leerla, aunque la última publicada es una sobre Drácula.
Un saludo.
A mi me encanta esta película; pero si, por ser visualmente exquisita. Clasicismo que se nutre a la perfección de lo que los nuevos tiempos en cuanto a realización ofrecen al cineasta de hoy. Realmente disfrute de ella.