3 de octubre de 2006

Desde el año 1995 no se ponía Manuel Huerga tras la cámara. Fue con “Antartida”, protagonizada por Ariadna Gil, película que le valió una nominación al Goya como Mejor Director Novel. A pesar de la buena crítica y el reconocimiento para su film de debút, Huerga ha dejado que transcurriesen once años para volver a dirigir. Y lo ha hecho con “Salvador Puig Antich”, en la que Huerga demuestra haber evolucionado de acorde con los tiempos que corren, a pesar de su escasa presencia en el mundo del largometraje.

“Salvador” es una película que está claramente influenciada por la estética y narrativa del cine americano. Algo (el tratar de parecerse al cine yankee) que el cine español siempre ha intentado con una suerte desigual y de lo que ahora, Huerga y su “Salvador” salen más que airosos.
Se podría afirmar que “Salvador” es cinta sucesora del “Lobo” de Miguel Courtois y la primera heredera del “Munich” de Spielberg, a la cual pretende parecerse en todo momento.

La historia de este mártir de los últimos coletazos del franquismo era un material con muchas posibilidades para el cine. Y tomando la vida de Puig Antich, relatada en “Cuenta atrás. La historia de Salvador Puig Antich» de Francesc Escribano, Huerga ha compuesto un thriller y al mismo tiempo una película carcelaria, asi como también, un retrato de aquella convulsa época y un drama familiar con propensión a la lágrima fácil.

Durante la primera mitad de “Salvador” asistimos a la juventud del futuro militante del “M.I.L” (Movimiento Ibérico de Liberación), interpretado por un entregado Daniel Bruhl, en la cual conocemos sus amores, su familia y sus amistades, así como su entrada al grupo anarquista y sus posteriores actos.
Todo ello, esta narrado con un buen ritmo, una perfecta ambientación setentera, y una adecuada fotografía.
Y es que en este tramo de cinta, la buena utilización de los medios visuales, montaje y puesta en escena de “Salvador”, superan a gran parte de las producciones nacionales.

Es también esta primera hora de cinta en la que se expone el nacimiento de la personalidad y creencias de Salvador, que le llevaron a luchar contra la, todavía existente, dictadura franquista. Huerga opta por un tono de homenaje hacía el personaje, sin entrar en un fuerte maniqueísmo, algo que lo aleja de convertirse en un film político. Se nota que el interés de su director es otro. Huye del tono documental, introduce una voz en off y narra a través de flashbacks, lo que hace de “Salvador” un biopic muy del gusto de Hollywood y atípico en nuestro país. Algo que ha traído las quejas de algunos sectores, que han visto utilizada la figura de Puig Antich con fines comerciales, y que en cambio, ha sido del agrado del gran público.

“Salvador” funciona además, como documento histórico de los últimos años del franquismo, insertando acontecimientos, situaciones y represiones, sacadas de aquel contexto y perfectamente ensambladas en el engranaje cinematográfico, algo que le da un gran resultado a Huerga.

Ya en su segunda mitad, “Salvador” se convierte en una cinta carcelaria, y con ella la aparición de Leonardo Sbaraglia como uno de los carceleros. La relación que se establecerá entre Bruhl y el actor argentino, es de lo mejor de la película. Un duelo interpretativo de altos vuelos, en el que una vez más, Sbaraglia compone un buen personaje, que resulta entrañable y emotivo en la evolución del trato con Puig Antich.
Lastima que este sea el único acierto de esta parte final de “Salvador”, la cual se echa a perder completamente en su última media hora.

La búsqueda constante de la lágrima del espectador por parte del director, alarga la película y la hace insufrible. Huerga se empeña en prolongar el metraje innecesariamente, con largas secuencias de las hermanas de Puig Antich, apariciones recurrentes de su abogado (otra buena interpretación, en este caso de Tristan Ulloa) y alardes visuales (como la lluvia y las rosas mojadas en el cementerio), que no hacen más que estropear el buen trabajo llevado a cabo durante toda la cinta, dotándola de un forzado tono pasteloso.

En todo caso, y a pesar de este error final, “Salvador” contiene grandes virtudes que la convierten en uno de los films nacionales más destacados de este año, así como una buena demostración de que en España es posible hacer un cine que no tenga nada que envidiar, en cuanto a su factura, al cine yankee. Una cinta recomendable y en cierto modo, un pequeño pero apreciable, paso adelante para el cine español.

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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

5 comentarios

  1. Unknown says:

    La tengo entre las pendientes y ya se echaba de menos el regreso de Huerga. De el trailer se desprende lo que tan bien describes y lo contrastaré.

    Un saludo

  2. pues tengo ganas de verla. Que bueno que mandaron a VOLVER!!!

  3. Rosenrod says:

    Casi totalmente de acuerdo... y el "casi" es porque, aún reconociendo la buena labor de Sbaraglia, creo que la evolución de su personaje está un poco forzada (sobre todo su explosión final, bastante inconcebible en un funcionario de prisiones franquista, por muy en desacuerdo que estuviese).

    Un saludo!

  4. Bueno, es que esa escena clama al cielo, como toda la última media hora, que es flojisima y manipuladora.
    Sin embargo de toda la estancia en la carcel, creo que Sbaraglia y Bruhl tienen buenos momentos y es lo mejor de ese tramo.

    Ese dialogo en el que dice que su hijo es zurdo y que quieren volverlo diestro es muy bueno.

    Saludos septimocieleros a todos!

  5. Anónimo says:

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