4 de diciembre de 2006

Cuando de entre una serie de apuestos galanes morenos surgió el nombre de Daniel Craig como nuevo agente secreto al servicio de su majestad británica, la mayoría de nosotros, nos echamos las manos a la cabeza por la desafortunada elección.
Un tipo rubio, con cara de pocos amigos, acostumbrado a papeles antagónicos y desconocido para el gran público iba a ser el nuevo 007, algo insólito a la par que arriesgado, así como una polémica decisión por parte de los veteranos productores de la saga, Michael G. Wilson y Bárbara Brócoli.

Era obvio que estos querían dar un lavado de cara a Bond, incluso se llegó a rumorear que el nuevo Bond seria alguien de color. Finalmente el cambio cromático solo estuvo en el pelo, para alivio de muchos, pero fue igual de sorprendente.

Una vez visto este nuevo Bond, en la primera de las aventuras creadas por Ian Fleming, “Casino Royale” (ya llevada al cine en modo de parodia por Val Guest, John Huston, Woody Allen, David Niven, Peter Sellers y compañía), hay que reconocer, no solo la notable interpretación de Craig como Bond (a excepción de sus agotadores y artificiales morritos), sino también el rotundo acierto de los productores a la hora de dar un giro a la saga, empezando por su protagonista.

El James Bond de “Casino Royale” está más cerca de los agentes contemporáneos, Jason Bourne (“El Caso Bourne” y “El mito de Bourne”) y Ethan Hunt (las tres partes de “Misión Imposible”) que del clasicismo que impregnaba Pierce Brosnan a su espía, más parecido a Sean Connery o Roger Moore.

No solo el cambio de la saga reside en la elección de Craig como agente, también diferentes elementos habituales de estas películas han desaparecido o mutado. El humor desaparece, algo que rompía claramente el clímax en las dos últimas partes de la saga, y con ello Q y R (encarnados por Desmond Llewelyn y John Cleese en las cintas previas) y sus ingeniosos gadgets. A este Bond, le da igual como le sirvan sus martinis, sangra como cualquier humano, es capaz de enamorarse de verdad y no parece tan servicial a como estábamos acostumbrados.

A juzgar por el resultado de este Bond de nuevo cuño, lleno de acción, pero no cargado de efectos especiales, entretenido, con ritmo y también violento, hay que aplaudir la decisión de cambio de los productores. Y es que puestos a pensar, las dos últimas películas, “El mundo nunca es suficiente” y “Muere Otro día” eran productos basados en lo acomodaticio de una formula que funcionaba, y que hacía que estas cintas se convirtiesen en un cúmulo de tópicos jamesbondianos con una trama ínfima. Podrían haber seguido así unos cuantos años más, pero el cambio ha sido positivo y se ha confirmado como necesario y vital para la supervivencia de la famosa saga.

“Casino Royale” comienza de una manera contundente, con un prologo en blanco y negro y con un Bond que aún no tiene los dos ceros y el siete en su carnet. Tras esta secuencia, seca y directa, llegan los títulos iniciales, con su estilo de siempre. Sin embargo, el escuchar al ex de Soundgarden y solista de Audioslave, Chris Cornell, cantar el nuevo tema bond “You Know my name”, comenzamos a notar que algo ha cambiado.

Y es que la acción de “Casino Royale”, frenética y realista al mismo tiempo, dista mucho de aquellos 007 en los que a leguas sabías que del modo más increíble nuestro agente de smoking iba a salir bien parado y además sin que su pelo engominado se descompusiese de delirantes e imposibles ataques radioactivos y/o espaciales. Este Bond, es impulsivo, para disgusto de M, de nuevo encarnada con seriedad por Judi Dench, talentoso, pero también sufridor y humano. Y todo ello sin dejar de ser 007.

“Casino Royale” juega con la baza de una trama de espionaje no demasiado recargada para desarrollar mayores momentos de guión en el personaje protagonista, gracias a la participación de dos escritores curtidos en esto de hacer películas de 007 como son Neal Purvis y Robert Wade, y a la presencia de Paul Haggis, el guionista de “Million Dollar Baby” y director triunfador con “Crash”. Ellos se dedican a elaborar una constante descripción del nacimiento del personaje y a enmarcarla en una convincente y entretenida historia de acción muy de acorde con los tiempos que corren, sin que miremos el reloj en las dos horas y media de duración de la cinta. Conoceremos así, como Bond consigue sus señas de identidad, y seremos testigos de una historia de amor afrontada con una mayor tranquilidad y tacto que en las últimas cintas de la saga, en las que las mujeres aparecían y desaparecían fácilmente.
Eva Green se consolida aquí como una perfecta chica Bond y como una buena actriz, algo que Ridley Scott no le permitió demostrar en “El Reino de los Cielos”.

Aderezada por buenos momentos de suspense gracias a las (siempre resultonas para el cine) partidas de poker frente a Madd Mikelsen, el villano de turno, espectaculares parajes, y a una dirección de Martin Campbell, sencilla y efectiva (es un artesano de este tipo de cine que ya realizó "Goldeneye"), “Casino Royale” marca un nuevo inicio para la saga. Un Bond del Siglo XXI, modernizado pero sin olvidar su esencia. Una buena película de acción que revitaliza a Bond, James Bond, como lo revitalizó en una época ya pasada, Pierce Brosnan en “Goldeneye”. El Episodio I de un personaje que el cine nunca debe dejar morir.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

2 comentarios

  1. Anónimo says:

    Es cierto que con las entregas de Pierce Brosnan, algunas de muy estimables, los responsables de la saga Bond se habían acomodado a una fórmula (¡y esto sí que es poner el piloto automático!). especialmente en los títulos que citas.
    Y resulta curioso, casi de estudio sociológico, que hoy en día un tipo más rudo, bestia y frío como el que compone Craig pueda resultar más llamativo que un Bond elegante y sofisdicado. A mí me ha convencido por completo, y la apuesta de los Broccoli tenía su riesgo.

    Saludos!

  2. Unknown says:

    Es curioso la de varapalos que recibió Daniel Craig cuando fue elegido y el ataque indiscriminado de los fans más radicales a esta película. Al final parece que las aguas se calman y comienza una nueva etapa para Bond, que le hacía falta y vuelve a tener un futuro prometedor.

    Un saludo