LOS CRIMENES DE ALEX

1. Haber abandonado su mala leche y su humor negro para dirigir una película en la cual renuncia a su propio estilo, para ejercer de un artesano cualquiera. La jugada le sale, no solo impersonal, sino también altamente desafortunada.

2. Olvidarse de su galeria de freaks a los que ridiculizar. En "Los Crimenes de Oxford" hay algunos, pero están timidamente colocados.

3. Emplear su lenguaje matemático y/o filosófico y trascendental de un modo excesivo, lo que consigue sacarte de la película y frenar el avance de la misma. "Los Crímenes de Oxford" está repleta de diálogos imposibles y otros que son tópicos, en un guión que hace aguas.

4. La pasmosa rapidez con que los personajes pasan de conocerse a soltarse largas conversaciones, enamorarse, hacer deporte juntos o besarse.

5. Elijah Wood y John Hurt sacan adelante sus papeles con gran oficio, en cambio, Leonor Watling, hace aquí, una de las peores interpretaciones que un servidor le ha visto. Su papel no le ayuda demasiado. Es plano, de chica pegote, y además tiene que protagonizar una ridícula secuencia con spaghettis.

6. La abusiva cantidad de primeros planos. Incontables y molestos.

7. La abusiva cantidad de peatones/extras que se cruzan por los planos para rellenar, como si esto fuese una serie española de Telecinco.

8. La secuencia del concierto y los disfraces, pesimamente planteada y dirigida. Impropia de Alex de la Iglesia.

9. Podorov, el compañero de habitación ruso de Elijah Wood. Un personaje inutil en todos los sentidos.

10. Su resolución final. Y la sensación de que Alex de la Iglesia ha sido incapaz de encontrar, durante toda la película, el punto exacto de suspense, el cual brilla por su ausencia, en una cinta de género indefinido, que no supera ni en interés ni en entretenimiento a cualquier pequeña película con crimenes a resolver.