Aquella cinta se convirtió en un éxito inesperado, no tanto en taquilla como en crítica, que hizo de ella una de las películas del 2007, llegando a conseguir 7 nominaciones al Oscar. Con algún momento para el recuerdo, especialmente aquellos duelos que compartían sus protagonistas, George Clooney, Tom Wilkinson y Tilda Swinton, “Michael Clayton” era la película perfecta para los seguidores del subgénero a la vez que una cinta fría y particularmente anodina para el espectador medio.
Con su segundo film tras las cámaras, “Duplicity”, Gilroy sustituye a un galán (Clooney) por otro (Clive Owen) e intenta aumentar el humor y reducir el tono de importancia, mucho más en la línea de los films de Soderbergh para la saga “Ocean´s Eleven” que de los films de espionaje setenteros. Lejos de conseguirlo, Gilroy sucumbe en su intento logrando una cinta sin la chispa y el nervio necesarios que solo se levanta en algunos de los encuentros románticos entre su pareja protagonista; Clive Owen y una madura Julia Roberts (que ya compartieron pantalla en “Closer”), y en aquellas secuencias (que son escasas) donde estos agentes de contraespionaje pasan a la acción.
La industria cosmética es en “Duplicity” el fondo del asunto. Los tiras y aflojas entre dos magnates del sector (Paul Giamatti y Tom Wilkinson, que repite con el director) y sus argucias por copiar las fórmulas e investigaciones del otro, donde está presente no solo por orgullo profesional sino también el personal (la pelea a cámara lenta entre los dos trajeados empresarios es lo mejor de la película) da pie a este juego de espías, cargado de giros argumentales, y encuentros sexuales furtivos.
Ni aún con un score divertidísimo de James Newton Howard, con el ágil uso del montaje y la pantalla fraccionada, y la elegancia y solvencia de sus actores protagonistas y secundarios logra Gilroy el interés del espectador, que decae en repetidas ocasiones a lo largo de un metraje que no debía pasar de las 2 horas. Y es que “Duplicity” cuenta con un guión repleto de altibajos y de nula fuerza, que no supone sorpresa alguna dentro del género y que convierte al film en una olvidable experiencia.
Con semejantes credenciales, es una lástima que “Duplicity” nunca despegue y esté llamada a caer en el olvido con tanta rapidez. Una película elegante pero fallida que además no hará precisamente un favor a otro inminente estreno de gran parecido en reparto e intenciones, “The International”, dirigida esta vez, por el alemán Tom Tykwer (“El Perfume”).
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