3 de abril de 2009

Tony Gilroy se ha convertido por meritos propios en el máximo responsable del cine actual en intrincadas tramas de espionaje. Tras hacer un cursillo acelerado en conspiraciones, persecuciones y agentes dobles con las adaptaciones de Robert Ludlum en la saga de Jason Bourne (“El caso Bourne”, “El mito de Bourne”, “El ultimátum de Bourne”), Gilroy dio el salto desde el guión hasta la dirección con “Michael Clayton”, película que repasaba el lado menos amable de las altas corporaciones y los grandes bufetes de abogados.

Aquella cinta se convirtió en un éxito inesperado, no tanto en taquilla como en crítica, que hizo de ella una de las películas del 2007, llegando a conseguir 7 nominaciones al Oscar. Con algún momento para el recuerdo, especialmente aquellos duelos que compartían sus protagonistas, George Clooney, Tom Wilkinson y Tilda Swinton, “Michael Clayton” era la película perfecta para los seguidores del subgénero a la vez que una cinta fría y particularmente anodina para el espectador medio.

Con su segundo film tras las cámaras, “Duplicity”, Gilroy sustituye a un galán (Clooney) por otro (Clive Owen) e intenta aumentar el humor y reducir el tono de importancia, mucho más en la línea de los films de Soderbergh para la saga “Ocean´s Eleven” que de los films de espionaje setenteros. Lejos de conseguirlo, Gilroy sucumbe en su intento logrando una cinta sin la chispa y el nervio necesarios que solo se levanta en algunos de los encuentros románticos entre su pareja protagonista; Clive Owen y una madura Julia Roberts (que ya compartieron pantalla en “Closer”), y en aquellas secuencias (que son escasas) donde estos agentes de contraespionaje pasan a la acción.

La industria cosmética es en “Duplicity” el fondo del asunto. Los tiras y aflojas entre dos magnates del sector (Paul Giamatti y Tom Wilkinson, que repite con el director) y sus argucias por copiar las fórmulas e investigaciones del otro, donde está presente no solo por orgullo profesional sino también el personal (la pelea a cámara lenta entre los dos trajeados empresarios es lo mejor de la película) da pie a este juego de espías, cargado de giros argumentales, y encuentros sexuales furtivos.

Ni aún con un score divertidísimo de James Newton Howard, con el ágil uso del montaje y la pantalla fraccionada, y la elegancia y solvencia de sus actores protagonistas y secundarios logra Gilroy el interés del espectador, que decae en repetidas ocasiones a lo largo de un metraje que no debía pasar de las 2 horas. Y es que “Duplicity” cuenta con un guión repleto de altibajos y de nula fuerza, que no supone sorpresa alguna dentro del género y que convierte al film en una olvidable experiencia.

Con semejantes credenciales, es una lástima que “Duplicity” nunca despegue y esté llamada a caer en el olvido con tanta rapidez. Una película elegante pero fallida que además no hará precisamente un favor a otro inminente estreno de gran parecido en reparto e intenciones, “The International”, dirigida esta vez, por el alemán Tom Tykwer (“El Perfume”).
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

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