Como bien hubiese dicho el Barney Stinson de “Como conocí a vuestra madre”, la noche prometía ser le-gen-daria a juzgar por las grandes dotes de showman del actor que lo interpreta,Neil Patrick Harris, ya demostradas en cuatro ceremonias de entrega de Premios Tony y dos de Premios Emmy y que parecían garantizar el éxito también en la gala de los Oscar. Y lo cierto es que el actor empezó poniendo toda la carne en el asador, gracias a un número musical escrito por Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez, creadores del famoso “Let it go” de “Frozen” y que unió a Patrick Harris con Anna Kendrick y Jack Black en el escenario, además de haber insertado al actor y presentador previamente en un montaje de secuencias gloriosas del séptimo arte. El tema en cuestión se llamaba “Moving Pictures” y con él, la 87 ceremonia de los Oscar empezaba de la mejor manera que conocen estos premios, siendo un espectáculo a medio camino entre el tributo al arte de hacer películas, la magia de disfrutarlas y la celebración de un año de buen cine.
Lástima que, a excepción de la parodia del Michael Keaton en calzoncillos de “Birdman” y un par de acertados chistes sobre John Travolta, Patrick Harris no volviese a lucir tan bien como en el arranque de la gala, algo motivado, principalmente, por la abundante cantidad de cortes publicitarios y un ritmo de ceremonia demasiado espeso y monótono.
La entrega de premios Oscar comenzó con uno de los más esperados de la noche, el de Mejor Actor Secundario para J.K.Simmons, el aterrador profesor de conservatorio de “Whiplash”, una película que salió reforzada de esta 87ª edición de los Oscar, ganando tres de los cinco Oscar a los que optaba. El de Simmons, incuestionable. El de montaje y mezcla de sonido, también fueron justos premios si nos atenemos al excelente ritmo y armonía musical que atesoran las imágenes de “Whiplash”, si bien, pocos esperábamos que la Academia tuviese la valentía de reconocerlos, más cuando en categorías como Mejor Montaje, títulos favoritos como “Boyhood” tenían todas las de ganar. Por fortuna, la cinta del joven Damien Chazelle encontró el respaldo en estos apartados. Premios que, por un momento, pudieron hacer pensar de un triunfo mayor de la cinta del apasionado bateria del jazz, algo que se esfumó rápidamente cuando Chazelle perdía en la categoría de Mejor Guión Adaptado frente a “The Imitation Game”.
Otra de las grandes nominadas de la noche, “El Gran Hotel Budapest” comenzó pronto a acumular Oscars. El extraordinario aspecto plástico y visual de la película de Wes Anderson, que llevaba al extremo su gusto por los colores pastel y la simetría de los planos, le reportó dos galardones consecutivos; Mejor Vestuario, para la veterana Milena Canonero que recibía el cuarto Oscar de su carrera tras los obtenidos por “Barry Lyndon”, “Carros de fuego” y “Maria Antonieta” y Mejor Maquillaje y Peluquería.
Al igual que “Whiplash”, el arrasador inicio de “El Gran Hotel Budapest” pudo darnos, a los que adoramos el cine de Wes Anderson, esperanzas de que ella fuese la ganadora de esta edición de los Oscar, más cuando recibía más adelante las estatuillas a Mejor Diseño de Producción y Mejor Banda Sonora para Alexandre Desplat. Pero solo fue un ligero espejismo y se repitió el mismo caso que con la cinta de Damien Chazelle. El premio Oscar a Mejor Guión Original, en el cual tenía muchas posibilidades Wes Anderson, fue a parar a manos del acaparador Alejandro González Iñarritu despejando el camino para el triunfo de “Birdman”.
Entre tanto, dos actuaciones musicales, una correcta y difícil interpretación del tema “Lost Stars” de la película “Begin Again” por parte de Adam Levine y un espectáculo más propio de una ceremonia de premios MTV, el de el tema destroza tímpanos, “Everything is awesome” de Tegan y Sarah y The Loney Island, que alborotó el patio de butacas al repartir réplicas de premios Oscar hechas con piezas de Lego.
La polaca “Ida” certificaba su condición de favorita en la categoría de Mejor Película de Habla no inglesa, anulando las opciones de la rusa “Leviatán” o la argentina “Relatos Salvajes”. A un entusiasmado Pawel Pawlikoski tuvieron que subirle los decibelios de la música para que abandonase el escenario. “Crisis Hotline: Veterans Press 1” corto documental producido por la HBO sobre los veteranos de guerra y “The Phone Call” corto sobre el teléfono de la esperanza protagonizado por Sally Hawkins conseguian los premios a Mejor Cortometraje Documental y de Acción Real, respectivamente. El animado “Feast. Buenas migas” de la compañía Disney, completaría más tarde el trio de cortometrajes ganadores.
Hasta ese momento, solo cuatro Oscar entregados en más de una hora de ceremonia auguraban una noche larga, como finalmente sería. Más de 3 horas y 40 minutos totales de gala que ni siquiera la emoción de algunos (pocos) premios pudieron rescatar del tedio.
En la parte central de la gala, la Academia se dedicó a repartir su pastel para que todos estuvieran, más o menos, satisfechos. La película más taquilleras de todas cuantas estaban nominadas a Mejor Película, “El Francotirador” de Clint Eastwood, logró el Oscar a Mejor Montaje de Sonido, en su único galardón de la noche que desarmó las teorías de aquellos que pensaban que por la repercusión de su taquilla justo en plena fase de votación a los Oscar, se incrementarián sus opciones de victoria.
Del mismo modo, Patricia Arquette lograba otro de los premios más esperados de la velada, el de Mejor Actriz Secundaria por “Boyhood”. Lo que nadie esperaba, ni siquiera el propio Richard Linklater es que su película, tan aplaudida y elevada por la crítica a la categoría de clásico moderno, fuese solamente a poder presumir del Oscar de Arquette en su balance final.
Arquette, agradeció el premio y reinvindó la igualdad laboral y salarial de las mujeres. Algo que casi levanta de su butaca de primera fila a Meryl Streep y de rebote, a Jennifer López.
Continuando con el reparto equitativo, una película que merecía mayor repercusión en esta edición, “Interstellar” de Christopher Nolan, lograba el Oscar a Mejores Efectos Especiales, y “Big Hero 6” volvía a llevar a los estudios Disney la estatuilla de Mejor Película Animada que también consiguiese el año pasado por “Frozen”.
Emmanuel Lubezki, “chivo” para los amigos, se unió a la lista de grandes directores de fotografía del séptimo arte al lograr el segundo y consecutivo Oscar de su carrera por “Birdman”. El mexicano, ganador por “Gravity” entra en este selecto grupo de fotogratos con más de un Oscar en el que están gente de la talla de Robert Richardson, John Toll, Vitorio Storaro o Conrad L.Hall.
Era el primer Oscar de la noche para “Birdman” y, a diferencia de “Boyhood”, no sería el último.
Varios momentos aportaron algo de emoción a una rutinaria ceremonia. El siempre sensible “In Memoriam” con el recuerdo a figuras importantes como Robin Williams, Lauren Bacall, Gordon Willis o Richard Attenborough a través de una serie de preciosos retratos en pantalla y la interpretación en directo de John Legend y Common del tema “Glory”, nominado por la película “Selma”, que volvió a recordar en el escenario la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos e hizo derramar las lagrimas de Chris Pine y David Oyelowo, en pie como todo el público, para aplaudir la intensidad y puesta en escena de la interpretación. Como no, el tema acabaría ganando el Oscar a Mejor Canción Original, dandole a “Selma” el único de los dos Oscar a los que optaba y repartiendo aún más el palmarés de esta edición.
Después del premio a “CitizenFour”, documental sobre la figura de Edward Snowden como Mejor Documental, y a “Whiplash” como Mejor Montaje, en un premio que ajusticiaría definitivamente las opciones de triunfo de “Boyhood”, pero antes de ver por fin ganar un Oscar al trabajador y siempre acertado, Alexandre Desplat por su banda sonora para “El Gran Hotel Budapest”, contemplamos la interpretación vocal de Lady Gaga de la música de “Sonrisas y Lagrimas” y a John Travolta con pinta de robot que puso algo de humor a la gala al reírse de su lapsus en la edición pasada de los Oscar al nombrar a la cantante Idina Menzel como Adele Dazeem. Menzel se vengó, llamando a Travolta, Glom Glazingo y este le acarició la cara numerosas veces como agradecimiento.
Eran las 5:30 h en España y tras tres largas horas de gala, todavía quedaban seis Oscar por entregar. Precisamente aquellos que dilucidarian quién sería la vencedora de la 87 edición de los Oscar.
Un Eddie Murphy que parece haber hecho un pacto con el diablo fue el responsable de nombras a los dueños del Oscar a Mejor Guión Original y Mejor Guión Adaptado, posiblemente los dos premios menos oportunos de esta edición. Mejor Guión Original fue a parar a “Birdman”. Premiar aquí a Iñarritu y no en Mejor Dirección o Película hubiese sido más comprensible que hacerlo en las tres categorías. Más, si eso significaba dejar sin reconocimiento a Wes Anderson y Richard Linklater, competidores de Iñárritu en esta categoria y cuyos trabajos merecian, al menos, un Oscar compensatorio. Guión Original era una categoría perfecta para ellos, pero la Academia decidió mirar hacía otro lado.
Misma situación para la categoría de Mejor Guión Adaptado. Si “Whiplash” ha sido un éxito es por el trabajo de su joven director y guionista, Damien Chazelle. Bien habría estado otorgarle este premio, pero en su afán por dejar a todos contentos, y en su temor por no complacer de algún modo el poder de Harvey Weinstein, la Academia decidió nombrar a Graham Moore por “The Imitation Game” como Mejor Guión Adaptado.
Al menos, el bueno de Moore dejó el discurso más sincero e inesperado de la noche, su confesión de intento de suicidio a los 16 años y sus palabras de ánimo a todos aquellos que se sienten diferentes al resto del mundo.
El galardón a Mejor Director no fue, en esta ocasión, el que precedió al de Mejor Película. Se entregó antes que el de los dos actores principales y de nuevo hizo que el mexicano Iñárritu subiese a escena. Segunda de las tres veces que el director de “Birdman” recogería premio, convirtiendose así en el sexto director que consigue en una misma noche ganar tres Oscar por una misma película (guión, director y como productor). Antes sólo lo habían logrado Billy Wilder, James L. Brooks, Francis Ford Coppola, James Cameron y Peter Jackson. Un logro extraordinario pero quizá, algo excesivo.
El Oscar intepretativo principal masculino completó la felicidad de los ocho títulos nominados a Mejor Película. Todos recibieron, al menos un Oscar. También lo hacía “La teoría del todo” por la cual Eddie Redmayne ganaba el Oscar por interpretar al astrofísico Stephen Hawking arrebatando así una excelente oportunidad de premio para Michael Keaton, gran artífice del resultado final de “Birdman”, película de, sobre y (incluso) para actores que paradojicamente no conseguía hacerse con Oscar para sus interpretes. Algo ciertamente incoherente.
En su quinta nominación al Oscar, Hollywood por fin proclamó como vencedora a una de sus actrices más fiables en décadas, Julianne Moore. La pelirroja ganaba el premio a Mejor Actriz tras haberlo tenido cerca por “Boogie Nights”, “El fin del romance”, “Lejos del cielo” y “Las Horas”.
Aunque Neil Patrick Harris decía ser el único en saber quien era el ganador del Oscar, habiendo guardado su secreto en un maletín encerrado bajo llave, lo cierto es que, prácticamente todos, sabíamos que “Birdman” y no otra, iba a ser la ganadora final de la 87 edición de los Oscar. El ninguneo a "Boyhood” resumido en la cara de disgusto de su joven protagonista, Ellar Coltrane, y la escasa afición de estos premios por los giros de guión inesperados, hicieron que Sean Penn, quien trabajó con Iñárritu en “21 gramos”, dijese eso “de quien les ha dado a estos hijos de puta el visado” antes de nombrar a la película del actor de Broadway que busca recuperar el prestigio perdido, como gran vencedora de estos Oscar.
Cuatro Oscar totales para “Birdman, o la inesperada virtud de la ignorancia”, que confirman a Alejandro González Iñárritu como un director valorado por la industria y que demuestran que no es tan importante ser aclamada por la crítica sino ganarte el favor de la industria en plena recta final de la carrera hacía el Oscar.
Una edición plagada de cine de autor, con ciertas concesiones al biopic academicista y sin grandes nombres del primer nivel del cine norteamericano más allá de un Eastwood impreciso como el de “El Francotirador”, del cual Alejandro González Iñarritu ha sabido sacar el mejor partido para volar y abrazar el prestigio.
buen resumen, demasiado para una gala sosa y sin fuste! y eso que el comienzo de la gala prometía... a mi me encantó!