8 de febrero de 2015

La pasada edición del Festival de San Sebastián definió las dos películas que lucharían por triunfar en la vigesimonovena edición de los Premio Goya. “Magical Girl” de Carlos Vermut ganaba la Concha de Oro a la Mejor Película y la de Plata a Mejor Director. “La isla mínima” figuró en las quinielas hasta el último momento como posible ganadora y finalmente se hizo con los premios a Mejor Actor (Javier Gutiérrez) y Mejor Fotografía. Las posteriores nominaciones a los Goya concretaron favoritismos; 17 nominaciones para la película de Alberto Rodríguez por las 7 de “Magical Girl”, aunque todas ellas en categorías de máximo interés. A diferencia del jurado de Donostia, la Academia de cine español acabó decantando la balanza hacia el lado de la película de las marismas andaluzas, dando, a la postre, excesiva poca cancha al singular trabajo de Vermut. 

Comenzó la gala, dirigida por Juan Luis Iborra y presentada por Dani Rovira, con un sobresaliente montaje de imágenes de grandes títulos del cine español que, sin embargo, no encontró el equilibrio que merecía en las interpretaciones musicales que lo acompañaban. Juntar la voz de Ana Belén con la de Eduardo Noriega, ver en escena a Fran Perea junto a Hugo Silva o a la casi nonagenaria Asunción Balaguer intentando seguir la letra del tema fueron decisiones equivocadas que deslucieron un trabajo de edición que convendría ver aisladamente. 

En esos instantes apareció Rovira en el escenario, debutando como maestro de ceremonias. Su inicio fue vociferante, preso de los nervios, pero poco a poco fue ganando en confianza. Tuteó al ministro Wert, bromeó con la estatura de Javier Gutiérrez, comparó su carrera cinematográfica con la de José Sacristán, se permitió un guiño íntimo "Este año en las candidaturas hay una ausencia clara", aludiendo a la ausencia de su pareja, Clara Lago, en las nominaciones y acabó recitando con seguridad un frenético discurso en apenas 1 minuto de tiempo que elevó el balance final de su labor como presentador, la cual fue bastante competente cuanto más se alejó de sus habituales chistes típicos y fáciles, algo que no rehusó hacer. 

La isla mínima, victoriosa desde el comienzo

Hechas las presentaciones de rigor, el primer premio de la noche lo entregaron Jordi Molla y la que fuera Ministra de Cultura y Presidenta de la Academia de Cine, Ángeles González Sinde, que coló una mención futbolística y colchonera que sólo Enrique Cerezo, en el patio de butacas, debió aplaudir. La película polaca de Pavel Pawlikowski, “Ida” resultaba ganadora del Goya a la Mejor Película Europea en ese primer galardón del 2014. 

El reparto de premios que vino a continuación fue apresurado, como si no fuese Sábado noche y hubiese que madrugar al día siguiente. El terror gótico de “Musarañas” ganó el premio a Mejor Maquillaje mientras que “La isla mínima” ganaba los Goya a Mejor Vestuario, Montaje y Dirección Artística, así como el de Mejor Actriz Revelación para Nerea Barros, que no era más favorita que Natalia Tena (“10.000 Km”), Ingrid García-Johnsson (“Hermosa Juventud”) o Yolanda Ramos (“Carmina y amén”) pero que con su galardón venía a confirmar que la noche podía resultar un paseo militar para “La isla mínima”. Barros, muy emocionada, se permitió un respiro para llorar y poder así pronunciar su discurso de agradecimiento. 

La premura en el reparto de premios se detuvo violentamente con la irrupción en el escenario de un bailarín de claqué, que campó a sus anchas durante un par de minutos hasta que Adrian Lastra y el propio Dani Rovira decidieron acompañarlo en sus pasos de baile. Finalizado el número, Dafne Fernández salió a escena para reconocer que el número musical que protagonizó en la pasada ceremonia de los Goya fue el peor de la historia de estos premios, sin ser consciente que gracias a ese baile de claqué, acababa de producirse el relevo en ese dudoso honor. 

Dafne Fernández y Adrián Lastra fueron los que, precisamente, entregaron el premio a Mejor Sonido, que supuso el primer premio de la noche para la película de Daniel Monzón, “El Niño”, que de sus dieciséis candidaturas acabaría logrando cuatro Goyas, el citado de Mejor Sonido, Dirección de producción, Efectos especiales y Canción, “Niño sin miedo” para India Martínez. 

Un reencuentro, el de Eduardo Noriega y Ana Torrent, casi 20 años después de “Tesis” sirvió para dar paso a uno de los premios más incontestables de la noche, el de Mejor Fotografía para Alex Catalán por “La isla mínima”. Un trabajo que junto a la también, justamente, premiada música de Julio de la Rosa, es indispensable en la sobresaliente y turbadora atmósfera de “La isla mínima”, elemento clave del éxito de la película de Alberto Rodríguez. 

Aunque dimitiese de su cargo tras la pasada edición de los Goya, Enrique González Macho, volvió a figurar como candidato y a salir elegido como Presidente de la Academia el pasado mes de Mayo. En su discurso repitió manifestaciones de otros años; "Ya va siendo hora de que nos bajen el maldito IVA" y presumió de los logros recaudatorios del cine español de 2014, para finalmente encumbrar a la figura de Asunción Balaguer. El líder de la oposición, Pedro Sánchez, sentado en el Auditorio, se apresuró en ese preciso instante a hacer campaña y prometer la bajada del IVA cultural al 5%. A su vez, Dani Rovira comparó, en calzoncillos, el físico de González Macho con el de Francis Ford Coppola y Arias Cañete para cerrar el tradicional discurso, que siempre acaba dejando algún titular de carácter político. 

Dicen que no hay pena sin ley, como tampoco hay ceremonia de los Goya en la que los presentadores de un premio se den un morreo gratuito. Lo que hace unos años fuese una constante de la gala, este año estuvo protagonizado por Rossy de Palma que plantó un beso al modelo Jon Kortajarena y al director Jorge Torregrosa, antes de pasar a presentar los premios a los Cortometrajes que ganaron “Café para llevar” (Ficción), “Walls” (Documental) y “Juan y la Nube” (Animación). 
El momento Antonio Banderas

Y entonces apareció Pedro Almodovar, cuya presencia para entregar del Premio Honorífico había sido la única condición exigida por Antonio Banderas para aceptar el Goya de Honor. Almodovar saludó a los amigos de la cultura y del cine español (“Señor Wert, usted no está entre ellos”, puntualizó) y recordó la trayectoria y elogió a la figura del actor malagueño con el que ha trabajado en cinco ocasiones, fundiéndose con él en un abrazo antes de que éste pasase a pronunciar su extenso pero apasionado y sentido discurso de agradecimiento, el cual comenzó con una anécdota protagonizada por la cantante Taylor Swift y finalizó dedicando el premio entre lágrimas a su hija Stella del Carmen. Entre medias, una defensa de la profesión, un recuerdo a los inicios de su carrera, una declaración de amor a España, el agradecimiento a Hollywood y una reivindicación de su propia figura, llegando a poner en duda la conveniencia de un premio honorífico a estas alturas de su carrera: “No sé si este premio me llega cuando me tiene que llegar o si lo merezco”, “Ahora empieza la segunda parte del partido de mi vida”. Un discurso poderoso. 

Banderas comenzaría esa “segunda parte del partido de su vida” atacando, y como si hubiera interiorizado a la perfección el sermón sobre “el actor adaptándose a los nuevos tiempos que corren” que le dedica Emma Stone a Michael Keaton en “Birdman”, inauguró cuenta en Twitter apenas unos segundos después de recibir el Goya. 35.000 seguidores en sólo unas horas y varios selfies con pulso no demasiado firme presidieron su debut en las redes. 

Tras el momento de gloria para Antonio Banderas, la ceremonia volvió a coger buen ritmo en la entrega de premios. Carlos Marqués Marcet ganaba el galardón a Mejor Dirección Revelación por su película “10.000 km”, en el único Goya de la velada para ella de entre las tres candidaturas a las que optaba. A su vez, Carmen Machi ganaba el primer Goya de su carrera en la categoría de Mejor Actriz Secundaria por “Ocho apellidos vascos”, película que, a la postre, otorgaría premios a todos sus intérpretes nominados. Machi se acordó en sus palabras de agradecimiento de la recientemente fallecida Amparo Baró, con la que coincidió en muchos capítulos de la serie “7 vidas”. Karra Elejalde, a su vez, lograba el segundo Goya de su carrera tras el conseguido por “También la lluvia”, siendo más escueto en su agradecimiento del Goya recibido por la película de Iciar Bollaín. La elección de Elejalde dejó sin premio a su máximo rival en la categoría de Mejor Actor Secundario, José Sacristán por “Magical Girl”, que hubiera sido una opción más apropiada. Y es que si José Sacristan está nominado, nunca puede ganar otro actor. 

Rovira y sus motivos para la felicidad

Pero el ritmo volvió a romperse. El hombre orquesta, Alex O´Dogherty (habitual en las últimas galas) hizo uno de los números más delirantes y anticlimáticos que se han podido ver en la historia de los Goya, rematado por la presencia de El Langui, que aplaudió la actuación. Solo faltó Resines cantando el famoso Rap del patio de butacas. La razón de este show era la de preceder a los premios musicales, que como hemos indicado anteriormente fueron a parar a Julio de la Rosa por “La isla mínima” e India Martínez por “El niño”. 

“Yo me quedo la peana, y tú el cabezón” le dijo Dani Rovira a su pareja Clara Lago al recibir el Goya a Mejor Actor Revelación por “Ocho apellidos vascos” (película que de 5 nominaciones ganaría 3 premios). El actor malagueño repitió la jugada de Rosa María Sardá en 2001 y ganó un Goya siendo también presentador de la ceremonia. Noche redonda para Rovira, que con su primer papel en pantalla arrebató el galardón a David Verdaguer, el gran favorito en esta categoría por “10.000 km”. 

Paco Roca y Ángel de la Cruz, los ganadores del Goya al Mejor Guión Adaptado en 2012 por la película “Arrugas” fueron los encargados de nombrar a los dueños de los Goya a los mejores libretos del año. Viendo como estaba transcurriendo la noche, donde “La isla mínima” ya se había hecho con 6 estatuillas, parecía ésta la gran oportunidad para que Carlos Vermut no se fuese de vacío a casa y lograse el premio a Mejor Guión Original por su “Magical Girl”. No fue así. “La isla minima” con guión de Rafael Cobos y el propio Alberto Rodríguez se alzaron con el Goya. Era la cuarta vez que ambos optaban al Goya de Guión tras haber concursado con “7 virgenes”, “After” y “Grupo 7” y la primera en lograrlo. 
Del mismo modo, Javier Fesser, que ya sabía lo que significa triunfar en estos premios gracias a “Camino” en el año 2009, ganó el Goya respectivo a Mejor Guión Adaptado, así como también el de Mejor Película de Animación por “Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo”. 

Llegados a este punto de la noche, sólo quedaban por entregarse los premios más importantes de esta edición, pero la dirección de la gala decidió dilatar la entrega y recargar la ceremonia con nuevos elementos. El cantante flamenco Miguel Poveda interpreto no uno sino dos temas en directo de su nuevo disco (nada que ver con el cine). Incluso, los populares “El Cabesa” y “El Culebra” de “El mundo es nuestro” cantaron una chirigota. Actuaciones más apropiadas para el programa “Noche de Fiesta” que para la retransmisión de los Goya. También dos bloques de “el cine español que viene” con el avance cinematográfico en imágenes del 2015 y el imprescindible “In Memoriam” que este año incluyó a grandes nombres como Alex Angulo, Daniel Dicenta, Dunia Ayaso, Pedro Peña, Roberto Cairo, Peret o la citada Amparo Baró. Con todo, la gala ya había superado las 00:45 de la madrugada, hora inicialmente prevista para su finalización. No sería hasta una hora después cuando terminaría. 

Pedro Almodovar volvió a subir al estrado, esta vez en condición de productor, para recoger junto a Damian Szifrón y compañía el Goya a la Mejor Película Iberoamericana para “Relatos Salvajes”, su único galardón de entre sus 9 candidaturas a las que optaba. Y Francisco Sánchez Varela, hijo de Paco de Lucía recordaba a la desaparecida figura de su padre al recibir en su condición de director, el Goya a Mejor Documental por “Paco de Lucía, la búsqueda”. 
Premios gordos cantados

Sólo restaban los cuatro premios gordos de la noche, y tal y como se había desarrollado el reparto de galardones hasta ese momento, no se preveían giros argumentales que deparasen sorpresas al espectador. De este modo, Pilar López de Ayala y Carmen Elías nombraron a Javier Gutiérrez por “La isla mínima” como Mejor Actor Protagonista, completando así una carrera de premios perfecta que se inició en el Festival de San Sebastián. Por supuesto, Gutiérrez se acordó de su compañero en la práctica totalidad de los planos de la película, Raúl Arévalo, también nominado en esta categoría. 

Un Juan Diego físicamente desmejorado y José Coronado hicieron lo mismo con Barbara Lennie, elegida Mejor Actriz Protagonista por su sobrio papel en “Magical Girl”. La actriz, doblemente nominada en esta edición y que ya estuvo nominada como Actriz Revelación por “Obaba” en 2006 proporcionaba a le película de Carlos Vermut el único Goya de toda la noche y recordaba a los directores que definieron su carrera, Montxo Armendáriz, Isaki Lacuesta, Daniel Monzón y Jonás Trueba que la hizo debutar en “Más pena que gloria”. Elena Anaya, Macarena Gómez y María León, sus rivales, fueron meras espectadoras de su triunfo. 

David Trueba, director ganador de la pasada edición, Alex de la Iglesia y el albaceteño José Luis Cuerda nombraron como “ganador de todo esto” a Alberto Rodríguez por su trabajo en “La isla mínima”. En su tercera nominación a Mejor Director, Rodríguez por fin ganaba el premio por su excelente dominio del thriller en la inquietante película andaluza. 

Era indiscutible que la gran triunfadora de la 29 edición de los Goya fuese “La isla mínima”. Y así fue. Penélope Cruz, poniendo glamour a la gala, se encargó de anunciarlo y de llevar hasta 10 la cifra de galardones obtenidos por la película de Alberto Rodríguez, incontestable ganadora de entre todo el cine español estrenado en 2014. Con esa cifra, "La isla mínima" iguala a 10 premios con "Blancanieves", quedando lejos de las dos máximas premiadas de estos premios, "Ay Carmela!" con 13 Goyas y "Mar Adentro" con 14.

Un año especialmente fructífero para nuestro cine tras haber atravesado un periodo de crisis convulso y complicado y coronado, como era debido, con una gran película. Ahora, el cine español tiene una reválida importante. Confirmar ese buen estado de salud. Reafirmar la confianza depositada por el público y devolverle buenas películas como contraprestación. 
Se podría decir, parafraseando al intenso Antonio Banderas, que ahora empieza “la segunda parte del partido de la vida del cine español”.
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Written by Roberto García

Escrito con mucho esmero e ilusión desde Albacete. Comenta si te apetece y si no, escucha nuestro programa de radio, que también tiene su aquel.

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